LA RECONQUISTA

 


 de Buenos Aires de 1806

 

Cnl My (R) - Director del Instituto ELEVAN

 

La Prensa, 06.08.2024

 

El 25 de junio de 1806 la escuadra del comodoro Inglés sir Home Popham había desembarcado en las costas del Río de la Plata más de 1500 hombres comandados por el general Guillermo Carr Beresford. Las tropas de la infantería más poderosa de la época desembarcaron para marchar sobre Buenos Aires. La finalidad de la operación era ocupar la plaza con el mercado más importante de toda la región.

 

En un avance impetuoso y a pesar de la resistencia criolla las tropas de casaca colorada ocuparon la Plaza Mayor de la ciudad e hicieron flamear su bandera en el fuerte. Al inicio de acuerdo a la aceptación de la situación por parte de “algunos comerciantes” todo parecía estar encaminado al éxito militar y político de la operación inglesa. Pero para la abrumadora mayoría del pueblo sentía como una afrenta a su dignidad la presencia del invasor, y así comenzó a gestarse una resistencia armada para expulsar a las tropas inglesas.

 

El capitán de navío Santiago de Liniers, habiendo viajado a Montevideo para encabezar la resistencia, comenzó a organizar milicias para reconquistar Buenos Aires. Lo hizo con la ayuda de Martín de Alzaga en la ciudad y de Juan Martín de Pueyrredón en los alrededores. Incluso después del combate de Perdriel, una derrota de las pocas tropas patriotas reunidas hasta el momento, crecía en Buenos Aires la decisión a recuperar militarmente la ciudad.

 

IMPROVISADOS SOLDADOS

 

Miles de hombres de distintas procedencias se transformaron en improvisados soldados, sumándose a las tropas virreinales existentes, a las que se sumaron los niños, ancianos y mujeres que participaron activamente en las acciones de la recuperación. El centro de la antigua ciudad iba convirtiéndose en una trampa para los británicos sin que ellos lo advirtieran.

 

El 10 de agosto, apostado en los corrales de Miserere, Liniers intimó la rendición a Beresford con una carta que contenía los siguientes párrafos: “Vengo a la cabeza de tropas regladas muy superiores a las del mando de Vuestra Excelencia y que no les ceden en instrucciones y disciplina. Mis fuerzas de mar van a dominar las balizas y no le dejarán recursos para emprender una retirada. La justa estimación debida al valor de Vuestra Excelencia, la generosidad de la nación española y el horror que inspira a la humanidad la destrucción de hombres, meros instrumentos de los que con justicia o sin ella emprenden la guerra, me estimulan a dirigir a Vuestra Excelencia este aviso, para que impuesto del peligro sin recurso en que se encuentra, me exprese en el preciso término de quince minutos, si se halla dispuesto al partido desesperado de librar sus tropas a una total destrucción o al de entregarse a un enemigo poderoso”.

 

El comandante inglés se negó advirtiendo que defendería su posición. Las tropas de Liniers avanzaron sobre el Retiro y derrotaron a las tropas inglesas apostadas allí, luego convergieron sobre la Plaza Mayor en distintas columnas para lo que sería la acción decisiva.

 

Los combates tomaron otra dimensión y se tornaron más violentos y encarnizados entre las calles.

 

Finalmente, los invasores se replegaron hacia el fuerte, a su paso recibían toda clase de metralla desde los techos y terrazas, escombros, piedras, agua o aceite hirviendo; y ante la decisión de las acciones de los patriotas y la abrumadora superioridad numérica que presentaban, no tardaron en rendirse.

Santiago de Liniers, héroe de la resistencia, relataría: “Aquella multitud de pueblo que se me agregó en el corto tránsito de los mataderos de Miserere al ventajoso punto del Retiro, ocupado con denuedo, me facilitó derrotar y amedrentar al enemigo, por el singular esfuerzo con que sacaron a campo limpio la artillería detenida y atollada en los albardones y pantanos. Se fue aumentando considerablemente, así en el acampamiento del Retiro, como en las calles de la ciudad. De modo que me vi rodeado en la plaza mayor de un cuerpo inmenso de guerreros, cuyas voces de avance, avance confundían casi el estruendo de la artillería y llenaban de horror al enemigo”.

 

Así, el 12 de agosto, en la Reconquista de Buenos Aires, una ciudadanía heterogénea hombres, mujeres, niños y ancianos; criollos, españoles, gente de la ciudad y la campaña, de Buenos Aires y de la Provincias, todos unidos por la decisión de defender su tierra.

 

JORNADAS

 

Esta verdadera Gesta Nacional contra el invasor, debemos recordarla y conmemorarla adecuadamente. Para ello el Instituto ELEVAN en colaboración y coordinación con la Fundación Gladius y Patria Argentina han decidido organizar estas Jornadas por la Reconquista, en la librería Gladius (Bartolomé Mitre 1721). Será el próximo viernes, a las 18, y expondrá el doctor Antonio Caponetto, su tema será ‘Semblanza de la Reconquista’. Además, el lunes 12, a las 19, en la Iglesia San Juan Bautista (Adolfo Alsina 800), habrá un acto en honor a los Caídos.

 

 

La Iglesia San Juan Bautista es de las más antiguas de Buenos Aires, en 1654 fue demolida y reconstruida varias veces hasta llegar al actual edificio de 1797.

 

Inicialmente se llamaba Viceparroquia de los Naturales porque funcionaba como Curato de Indios, que en esa época oficiaban de sirvientes o pequeños artesanos. En 1754 pasó a las Monjas Capuchinas a quienes se les ofreció el terreno contiguo para levantar su convento, donde permanecieron hasta principios de los ´90, cuando el convento se demolió.

 

Es una Iglesia que esconde muchas cosas interesantes: alberga el sepulcro del quinto virrey del Virreinato del Río de la Plata, don Pedro Melo de Portugal y Villena, y también las tumbas de 260 monjas Clarisas en la cripta que se encuentra bajo el coro. Durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, allí rezó en vela el General Santiago de Liniers consagrando a la Virgen del Rosario a sus tropas. El patio central del Convento fue utilizado para atender a los heridos y fueron enterrados en este lugar algunos de los combatientes muertos, tanto criollos como ingleses. Hoy se llama ‘Patio de la Reconquista’ y en él está la estatua de Santa Clara, porque a su mediación se atribuyó la Reconquista de Buenos Aires.

 


 

 

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