Discurso

de Clausura del Año Sanmartiniano[1]

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Un general, si es a la vez un conductor, no solo ha de mandar su ejército. Es menester que personalmente lo forme, que lo dote, lo organice, lo alimente y lo instruya. A menudo con el conductor muere también su ejército. Sobreviven de ellos su gloria, su tradición y su ejemplo.
He dicho que ello solo sucede cuando coincide en un hombre el general con el conductor. Asunto que rara vez ha sucedido en la historia.
El general se hace; el conductor nace.
El general es un técnico; el conductor es un artista.
San Martín, con Napoleón, son los dos únicos hombres que en el siglo XIX llenan tales características del arte guerrero; por eso son ellos también las más altas cumbres del genio de la historia militar de ese siglo.

Generalmente, un conductor es un maestro. Su escuela llena también su siglo. Su ejemplo adoctrina las sucesivas generaciones de un ejército o de un pueblo. La orientación sanmartiniana en nuestro ejército y en nuestro pueblo ha sido la más decisiva influencia de perfección y de grandeza.
La producción extraordinaria de su genio no fue más fecunda y arrolladora que la fuerza invencible de sus virtudes: por eso era un conductor.

Si era un estratega, era primero un hombre. Por eso puso al servicio de su causa la técnica de su profesión. Fue desde entonces el hombre y el conductor de una causa. Por eso era invencible.
Como no se concibe un hombre sin alma, nunca he concebido un conductor sin causa. La grandeza de San Martín fue precisamente la de haber sido el hombre de una causa: la independencia de la Patria. Él confiesa haber vivido sólo para esa causa.

La verdadera grandeza de los conductores estriba precisamente en que no viven para ellos, sino para los demás. Pareciera que la naturaleza, en su infinita sabiduría, al dotar a los hombres, carga extraordinariamente en la dosificación del egoísmo, pero evita cuidadosamente este ingrediente contamina las almas de los grandes hombres. Por eso son grandes.
A menudo la historia no acierta a discernir la infinita variedad de matices que la creación de los grandes hombres ofrece a la contemplación del futuro.

El arte militar, como los demás, presupone creación, que es la suprema condición del arte. San Martín es un artista; por eso no pudo conformarse con andar por entre las cosas ya creadas por los otros. Se puso febrilmente a crear, y con esa creación revolucionó las ideas y los hechos, ante la incredulidad de los mediocres, ante el escepticismo de los incapaces, y bajo la crítica, la intriga y la calumnia de los malintencionados. Sobre todos ellos triunfó, porque la victoria es de Dios.
Nada hay más adverso al genio que el mediocre; sobre todo, el mediocre evolucionado e ilustrado. No podrá concebir jamás que otro realice lo que no es capaz de realizar; porque cada uno concibe dentro de su capacidad de realización, y los mediocres vuelan bajo y en bandada, como los gorriones, en tanto que los cóndores van solos.
(…)

Conducir es arte simple y todo de ejecución; por eso es difícil. Es la aplicación armónicamente combinada de los principios del arte con los factores materiales y morales de las fuerzas, con el terreno y las circunstancias. A menudo, cuando solo se dispone de generales, las fuerzas son todo. Cuando se dispone de un conductor, decía Napoleón, el hombre lo es todo, los hombres no son nada.
El arte de la conducción tiene, como todas las artes, su técnica, representada por los propios principios que rigen la conducción y las reglas para el empleo mecánico de las fuerzas. Pero, por sobre todo ello, está el conductor. Lo primero representa la parte inerte del arte, el conductor es su parte vital.
(…)
Como técnico, San Martín es también la maravilla de la época. Formó un ejército de la nada, con el concepto de “la Nación en armas”, que solo un siglo después fue mencionado por los estrategas más famosos. Con ese ejército, que fue fuerza y escuela, pasó las cordilleras más elevadas que tropa alguna haya cruzado. Con una maniobra estratégica que maravilla por lo ingeniosa en su concepción y perfecta en su realización, llega a la batalla decisiva de Chacabuco, pero que la había ganado antes de ponerse en marcha, en Mendoza.
Esa extraordinaria previsión, esa perfecta preparación y esa acabada realización sólo se presentan cuando los genios conducen.
San Martín, como Napoleón en Europa, es un revolucionario en los métodos de guerra en esta parte del mundo. Es un creador, jamás un imitador. Por eso lo vemos como maestro, como jefe, como artesano, como político, como gobernante, como estadista y como guerrero. Los hombres superiores, a menudo, sirven para dirigir todo eso. Después de ellos, venimos los hombres comunes, que, bien dirigidos, servimos para todo o no servimos para nada.

Como general, como conductor, como hombre y como ciudadano, San Martín es una sola cosa: lo que debe ser, según su propia sentencia.
En la vida y en el destino de las naciones, aparecen muy de tanto en tanto estos hombres extraordinarios que, con una época, fijan una gloria y establecen una tradición. En que los demás sepan emular su gloria y prolongar su tradición es en lo que estriba la grandeza de esos pueblos.
En este acta solemne de clausura del Año Sanmartiniano de 1950, desde este solar glorioso de Cuyo, en nombre de la Patria misma, deseo exhortar a todos los argentinos para que, emulando las virtudes del Gran Capitán, tengamos la mirada fija en los supremos intereses de la Patria, en la felicidad de todos sus habitantes y la realización de su grandeza.

Juan D. Perón

[1] Teatro Independencia de Mendoza, 31-12-1950: Clausura Congreso Nacional de Historia del Libertador Gral. José de San Martín.

SAN MARTÍN, EL CABALLO CRIOLLO Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA


Por Fernando Romero Carranza

fuente:
argentinagrandeza.blogspot.com

Antes de 1810 en el Río de la Plata, el único regimiento de caballería era el de “dragones de la patria” conocido como” húsares de Pueyrredón” de organización obsoleta; en 1812 José de San Martín llega de España fogueado en la guerra contra las tropas napoleónicas, y decide crear un cuerpo de caballería de elite, los granaderos a caballo.

Toma la idea de los granaderos que habían sido en Francia originalmente un cuerpo de infantería, en 1667 luis XIV crea un cuerpo de granaderos montados caracterizados por la “granadera” un saco conteniendo doce granadas, Luis Felipe de Orleáns, el rey populista, los disuelve en 1830 por considerar que los granaderos configuraban un arma excesivamente aristocrática.

San Martín basó la composición de su cuerpo de granaderos en una estricta selección de aspirantes, altos fuertes excelentes jinetes y de salud de hierro, su armamento es el sable corvo largo de 36 pulgadas con vaina metálica que al desenvainar producía un sonido que aterrorizaba al enemigo, llevaban también dos pistolas o tercerolas en los arzones de la silla..

Entre los arreos de montar San Martín impuso como silla para la tropa el lomillo o recado de creación y uso gauchesco, privilegiando así la equitación local, solo permitiendo en los oficiales el uso de la silla inglesa, para él la elección de los caballos su adiestramiento y su estado eran de gran importancia.

El 3 de febrero de 1813, en el combate de San Lorenzo se produce el bautismo de fuego de los granaderos y sus caballos criollos, se afirma que San Martín montaba un bayo, pelaje típico de la herencia del caballo español, pudo haber sido también un zaino y aún queda la duda respecto a su pelaje, ese caballo cae heroicamente en la refriega. Parish Robertson indica que era un caballo "bai" que en inglés significa zaino.

Mientras San Martín disciplina al máximo a sus granaderos, con esos mismos caballos criollos Manuel Belgrano vence al ejército realista en Salta y Tucumán, armando a los gauchos con chuzas lazos y boleadoras .

Güemes en Salta mantiene a raya con sus gauchos montados en caballos criollos a los ejércitos realistas, San Martín informa al gobierno de Buenos Aires como estos gauchos están frenando el avance realista en el norte, el texto de la nota es cambiado por La Gazeta, el diario oficial del Gobierno y se publica transformando los claros términos del Libertador que se refiere a "gauchos" en “paisanos patriotas”, el término “gaucho”, no resultaba conveniente para el Gobierno referido a una acción militar heroica, le quitaba méritos a los ejércitos regulares creados para luchar contra la armas realistas.

En 1814 San Martín comienza en Mendoza a preparar el ejército que cruzará los Andes para liberar a Chile y luego al Perú, los granaderos son enviados desde Buenos Aires hacia la cordillera, un joven teniente que sienta plaza en este regimiento , Juan Galo de Lavalle se distinguirá a partir de ese momento y llevará a los granaderos a sus más heroicas acciones, montados en caballos criollos, en ese momento se le propone incorporarse a los húsares y lo rechaza “el nombre de granaderos es grande y yo no cambio mi destino”, el destino de ese regimiento le dará luego la razón.

Con la gran preocupación de San Martín por los mas mínimos detalles , en la preparación de su ejército libertador, le hace manifestar al gobierno de Buenos Aires, que necesita 1500 caballos de pelea para los granaderos “esa caballería maniobrera que nos dará decidida ventaja por desconocerla en mucho por parte del enemigo”

Son esos caballos criollos con aptitudes y morfología apta para la acción rápida y la maniobra envolvente olvidada en España por los ejércitos de los Borbones, los que darán a San Martín la razón luego de los combates en que fueron utilizados.

Requiere 30.000 herraduras para que sus caballos no se destruyan en la travesía de los Andes.
Pide a Buenos Aires, lomillos para los recados de los granaderos, y clarines que no tiene en Mendoza. El Director Pueyrredon le manda 400 recados y los ¨únicos 2 clarines" que encuentra en la ciudad. Completa así los 750 lomillos que necesita para la tropa de granaderos , los oficiales usan montura inglesa.

Hasta ese momento las órdenes de mando en la caballería patriota se daban de viva voz, San Martín considera que "el clarín es imprescindible y resulta para la caballería como el redoble del tambor para la infantería", los clarines que le han fabricado de latón en Mendoza no le satisfacen por su sonido apagado y ronco , pareciera que el bronce se hizo para los héroes y para animar a sus caballos.

San Martín necesitará además 15.000 mulas que le proveen los mendocinos.
También aquí debemos rendir homenaje a las miles de yeguas criollas destinadas a la producción de mulas, sin las cuales no se hubiera podido cruzar los Andes, los granaderos sus jefes y oficiales y el propio San Martín montaron en mulas hasta que enfrentaron a los realistas montando en esa instancia a sus maniobreros caballos de pelea.

El ejército libertador cruza los andes con 750 granaderos, librando éstos sus primeros combates en Las Achupallas y en Las Coimas o Putaendo donde Necochea con Soler y Pacheco, sin esperar refuerzos se lanza con dos escuadrones de granaderos en una astuta maniobra desbaratando a 300 jinetes y 200 infantes realistas


El 12 de febrero de 1817 en Chacabuco la acción de la caballería criolla es decisiva, comportándose a la altura de las tácticas de Anibal en la batalla de Cannas, contra Roma, el propio San Martín tomó en sus manos el estandarte y se puso al mando de los granaderos como lo había hecho en San Lorenzo, y así esa “ caballería maniobrera” tan alabada por su jefe obtiene su primer gran triunfo para la libertad de América

San Martín con pocas palabras definió la acción en el parte oficial de la batalla “Chacabuco puede decirse es la obra de los escuadrones de granaderos a caballo”

Se encontraron en el campo de batalla cabezas cortadas de un solo tajo, un cráneo cercenado por la mitad de un sablazo y un fusil con su caño cortado de un golpe de sable.

Luego de la batalla algunos españoles prisioneros quisieron sobornar a los granaderos con oro para obtener su libertad, un sargento les contestó “los argentinos no nos vendemos porque no tenemos precio”.

A pesar de la posterior derrota de Cancha Rayada , donde la gesta libertadora parece fracasar, Las Heras salva 3500 hombres y los granaderos a caballo solo piensan en la revancha, en 15 días San Martín rehace el ejercito y bate definitivamente a los realistas en Maipú.

En 1820 los granaderos siguen a San Martín en su campaña del Perú, mientras tanto del otro lado de la cordillera en la nueva Patria que han dejado atrás, los caballos criollos serán protagonistas de las desgraciadas luchas civiles entre criollos de bandos antagónicos, las cargas de las indisciplinadas montoneras se convirtieron en la única táctica de pelea ecuestre. entre los caudillos y el gobierno central..

Mientras tanto Bolivar ha triunfado en Boyacá y Carabobo, liberando todo el norte, y manda al general Sucre al Perú, que pide refuerzos a San Martín quien le envía 1600 hombres entre ellos el primer escuadrón de granaderos a caballo al mando de Lavalle que galopan 500 kilómetros y se reúnen al pie del Chimborazo para seguir la campaña al mando de su nuevo jefe,
Allí será donde en dos acciones Lavalle sus granaderos y sus caballos criollos asombran a sus enemigos y nos asombran a nosotros aún hoy.

En Riobamba. el 12 de abril de 1822 , Lavalle con 96 granaderos carga contra 420 húsares y carabineros a caballo realistas. Finge inicialmente una retirada para atraer al enemigo y retrocede para rearmarse. En ese momento Sucre que presencia la maniobra comenta “si Lavalle quiere perderse que se pierda solo “, pero el escuadrón rehace las filas, vuelve la cara y carga a degüello y en 15 minutos de combate desbarata completamente a la caballería enemiga. perdiendo solo un hombre

Luego de sablear en Pichincha consolidando la victoria de Sucre , Bolivar se encuentra en Guayaquil con San Martín quien se retira al Perú y de alli abandonará definitivamente la vida pública

Los granaderos siguen en el ejército al mando de Alvarez de Arenales que es vencido por los realistas en Torata y Moquegua. La protección de la retaguardia de los vencidos es encomendada a 300 granaderos que comanda el coronel Lavalle que debe permitir que esas tropas se embarquen en el puerto de Illo rechazando el hostigamiento de 1.000 jinetes realistas al mando del general Carratalá.

En un corredor de cuarenta kilómetros, los granaderos dan veinte cargas seguidas en tres horas y permiten a todo el ejército embarcarse.
Solo jinetes de excepción con caballos fuera de lo común pudieron hacer esta hazaña, piensen que en un partido de polo en diez o doce minutos de acción los caballos se agotan y deben ser cambiados.


Unos pocos de esos caballos criollos volvieron a su patria, y cargados de heridas de combate , terminaron sus días pastando en las llanuras que los vieron nacer.

Luego de consolidada la independencia, finalizadas las guerras civiles, organizada la nación, creado el ejército nacional moderno y estableciéndose las estancias progresistas, el caballo criollo pasó al olvido y al menosprecio por ser considerado un caballo de gauchos e indios, comparado ahora con los poderosos caballos de tiro y elegantes caballos europeos con los que fueron mestizadas las yeguadas criollas y equipados los regimientos de caballería.

No obstante hoy el regimiento de granaderos a caballo los reivindica y honra con un escuadrón el “Escuadrón RioBamba" montado en caballos criollos, donados por criadores de la raza.

Cuando vean pasar en los desfiles a esos jinetes y recuerden que la Patria se hizo a caballo, piensen que fué sobre ese caballo que los granaderos sablearon en San Lorenzo , en Achupallas y Las Coimas , en Chacabuco y en Maipú , en Nazca , en RíoBamba , en Pichincha , en Torata y en Moquegua y en otros muchos combates, y que con ellos y los gauchos tucumanos y salteños , vencieron a los realistas en Salta y Tucumán comandados por Belgrano y Güemes consolidando así la libertad de medio continente.

Y recordando a esos héroes que dieron su vida en todos esos combates montando sus caballos criollos, citaré a un amigo poeta que en sus encendidos versos profetizaba cantando:

“ cuando ya se hayan ido para siempre los centauros jinetes de mi raza..
los que por diversión hacían la guerra, los que por devoción hicieron mi Patria.
yo solo se donde podré encontrarlos con sus corvos sus pingos y sus lanzas...
los hallaré en el cielo de la gloria , en el mundo infinito de las almas
porque esta tierra les quedó muy chica para la más cortita de sus cargas.”