CORONEL JOSÉ LUIS PICCIUOLO

 

 

 MILITAR, HISTORIADOR Y PATRIOTA


En la víspera de cumplirse el sexto aniversario de su fallecimiento, reproducimos lo publicado en su partida a la casa del Padre.

 

Debemos, con profundo dolor, anunciar el fallecimiento de este entrañable amigo, miembro honorario del blog, de quien recibimos tantos buenos consejos y ejemplos de vida.

José Luis Picciuolo fue militar, oficial de Estado Mayor; paralelamente, completó su formación intelectual, graduándose como Licenciado en Relaciones Internacionales y Doctor en Ciencia Política. Fue autor de varios libros, trabajos de investigación y numerosas publicaciones vinculadas a la Historia Militar y del Ejército.

Por su obra fue designado Miembro de Número de la Academia Sanmartiniana, de la Academia Argentina de la Historia, del Instituto Nacional Browniano y de la Junta de Historia  Eclesiástica Argentina. Fue distinguido con la Orden del Libertador Simón Bolívar, por Venezuela, con el Collar y Gran Cruz del Instituto de Geografía e Historia Militar de Brasil, recibiendo también las Palmas Sanmartinianas, máxima distinción que otorga el Instituto Nacional Sanmartiniano.

El reconocimiento que apreciaba en mayor medida, fue la distinción recibida de Juan Pablo II: la Orden de San Silvestre Papa, con el grado de Caballero Comendador.

En uno de sus libros afirmaba: “Los historiadores suelen exponer, a veces con detalles, la metodología que han aplicado al investigar y escribir sus obras, de manera que para el lector constituya la necesaria advertencia del camino que han elegido al tratar determinados temas” (1).

Puede aplicarse,  a Picciuolo, entonces, lo que él destacaba en el P. Bruno (2):

*Su labor ha sido guiada solamente por el criterio de la verdad objetiva, sin hacer el panegírico de nadie. No se atrevió a juzgar con precipitación los hechos y las personas, cuando escasean elementos seguros de juicio. Trató de exponer serenamente la actuación de la Iglesia y la Madre Partria, que ambas realizaron, contribuyendo a plasmar el ser argentino.

*Fue siempre partidario, entre las valiosas fuentes a que recurrió, de los repositorios documentales. No rechazó los esfuerzos de colegas anteriores, dándoles la jerarquía que justamente merecen, pero reconoció que la fuente primordial para la reconstrucción del pasado es el documento de segura procedencia.

*Es necesario olvidar el patriotismo hueco y estéril, trabajar en una historia franca y verdadera, sin exclusiones, detractores y panegiristas, que todos, buenos y malos, demócratas y tiranos, han construido nuestra historia.

 

(1)  ”Reverendo Padre Cayetano Bruno sdb, sacerdote e historiador eclesiástico”; Buenos Aires, Buenos Aires, Junta de Historia Eclesiástica Argentina, 2008, p. 21.

(2)  Ibidem, p. 22.

ROSAS Y LAS MALVINAS

 


El primer empréstito, Rosas y las Malvinas

                      Por Norberto Jorge Chiviló (*)

 

Hace seis años atrás, el 7 de mayo de 2006, salió publicado en el matutino "La Prensa" un artículo del Dr. Omar López Mato, titulado "Tras un manto de neblinas", en el cual decía “…Rosas intentó cambiar las islas por los bonos del empréstito Baring, pero Manuel Moreno, el hermano de Mariano y representante argentino ante la corona británica, se hizo el desentendido y dio largas al asunto que nuestros nacionalistas han olvidado reiteradamente”.

 

Como desconocía en ese momento la dirección particular del Dr. López Mato y su correo electrónico, le remití una carta en contestación al domicilio del matutino, con el pedido que le fuera entregada. Nunca recibí respuesta, pero conociendo ahora al Dr. López Mato, estimo que dicha carta no le fue dada, pues de lo contrario me hubiera contestado.

 

En la respuesta que él me remitió últimamente y publiqué en la edición N° 21 de este periódico (pág. 6), con el título "Otra Vuelta de Obligado", refiriéndose a Rosas, dice: "¿Nada hizo, ni un amague, para reafirmar nuestra soberanía sobre las Malvinas o en los canales fueguinos? Y ya que hablamos de las Malvinas, ¿por qué no tocamos el tema de la oferta de Rosas de cambiar las islas por la deuda del Baring Brother, o la propuesta realizada en 1848, de ceder a la misma Casa Baring la explotación exclusiva de todo el litoral atlántico? ¡¡¡Ofreció territorio nacional por plata que la nación no había recibido!!!"

 

Recojo el guante y voy a tocar el tema propuesto por López Mato, de Rosas y las Malvinas. En otra edición se analizará el tema de los canales fueguinos y la forma en que nuestro vecino, Chile, se adueñó de los mismos y a instancias de quién lo hizo.

 

Como el lector apreciará, no soslayamos el análisis ni la discusión sobre ningún tema, ni ocultamos nada, porque no hay nada que ocultar, sino todo lo contrario, solo nos guía e interesa la verdad histórica.

 

Pero para abordar el tema de Rosas y las Malvinas, como en todos los temas, es necesario conocer sus antecedentes -como siempre tratamos de hacerlo en este periódico-, y ubicarnos en el tiempo y lugar histórico, porque así es, como, a mi entender, debe analizarse la historia, ya que hacer afirmaciones al voleo no ayudan a esclarecer los temas, sino ocurre lo contrario, se confunde a la gente que carece de la información suficiente.

     

El empréstito de la Baring Brothers & Co.

Durante el gobierno de Martín Rodríguez al frente de la provincia de Buenos Aires y a instancias de su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia se autorizó por ley del 28 de noviembre de 1822 la contratación de un empréstito con la finalidad de construir un puerto en Buenos Aires, dotar de agua corriente a la ciudad y fundar tres pueblos en la frontera.

 

Su contratación se efectivizó el 1° de julio de 1824 con la banca inglesa Baring Brothers & Co., por 1.000.000 de Libras esterlinas ( £ ), a un interés del 6% anual.

 

De las £ 1.000.000, por las cuales Buenos Aires quedó endeudada, solo se "recibió" la cantidad de £ 560.000, ya que al monto originario se le descontaron “comisiones” (hoy diríamos: coimas y mordidas) e intereses cobrados por adelantado, etc. Ese empréstito fue un verdadero fraude, como bien lo saben hacer los ingleses, contando siempre con miserables auxiliares nativos, en nuestro caso el Señor Rivadavia y quienes lo secundaban.

 

El pago de la deuda estaba garantizada con la totalidad de las tierras públicas de la provincia.

 

Estos préstamos que se hicieron por Inglaterra, por intermedio de distintas bancas, a las jóvenes repúblicas americanas recientemente independizadas de España, ya que Buenos Aires no fue la única (las otras fueron: Méjico, Perú, Chile, Colombia, Centro América), tuvieron por finalidad convertir a Inglaterra en acreedora y así lograr la dominación económica de estos nuevos países y su sometimiento al imperio inglés.

 

En realidad el préstamo no hubiera sido necesario, pues las cuentas fiscales de la Provincia daban superávit y con haber subido un poco los derechos de importación y prohibida la salida de metálico, los fondos se hubieran conseguido.

 

En el libro  "Congrés de Verone", publicado en 1838, su autor el vizconde Chateaubriand -Ministro del monarca francés Luis XVIII- dirá: "De 1822 a 1826, diez empréstitos han sido hechos en Inglaterra en nombre de las colonias españolas. Montaban estos empréstitos a la suma de 20.978.000 libras. Estos empréstitos habían sido contratados al 75%. Después se descontó dos años de intereses al 6%. En seguida se retuvo 7.000.000 de libras de gastos varios inespecificados. Al fin de cuentas Inglaterra ha desembolsado una suma real de 7.000.000 de libras, pero las repúblicas españolas han quedado hipotecadas en una deuda de 20.978.000 libras."

 

Pero eso no es todo, ese importe no vino en metálico, sino en una ínfima cantidad, con lo cual se podría haber empleado en su inversión en lo que el gobierno quisiera, sino que lo fue a través de documentos a descontarse por los comerciantes ingleses de Buenos Aires. Roberto de Lafèrrere, dice acerca de la suma recibida: “…fue una suma irrisoria, como que la operación real consistió principalmente en emitir documentos de crédito sobre los comerciantes ingleses de la plaza: ingleses de nacionalidad, pero con capitales formados o acrecidos en el país. Los ingleses, pues, nos prestaron lo nuestro y después nos lo cobraron con intereses como si fuera de ellos”. Vemos así, que en realidad los argentinos nos prestamos a sí mismos y como el lector apreciará, hicimos un “gran negocio”.

 

Como ya manifesté, en garantía de dicho “préstamo”, se hipotecó todo el territorio de la Provincia, pero incomprensiblemente, después y durante la "presidencia" de Rivadavia, la garantía se extendió a todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Así el Dr. Salvador María del Carril que era su ministro de Hacienda por nota del 27 de abril de 1826, dice: “Comunico a los señores Baring Brothers y Cía. que tomaba medidas para asegurar el servicio, haciéndoles notar que el empréstito estaba ahora garantido por todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.”

 

Al margen, diremos que con el dinero obtenido no se construyó el puerto, ni se instaló sistema alguno de aguas corrientes, ni se fundó ningún pueblo, y prácticamente nada se hizo, ni siquiera fue destinado a proveer de armamento ni al sostenimiento de las tropas argentinas en guerra contra el Imperio del Brasil.

 

Anualmente, debían abonarse los servicios de esa deuda. Cuando Dorrego fue Gobernador, para hacer frente a esos pagos, debieron venderse las fragatas “Asia” y “Congreso”, que se estaban alistando en Inglaterra, para intervenir en la guerra que en esos momentos nuestro país sostenía contra el Brasil.

 

Raúl Scalabrini Ortiz, afirma: "Los servicios de este empréstito se cumplieron hasta el 1° de julio de 1827 y permanecieron suspendidos hasta 1857, con excepción de varias mensualidades pagadas por Rosas en los años 1846, 1850 y 1851 y que en total sumaron según las cuentas de Woodbine Parish £ 43.965."

 

La agresión norteamericana en la isla Soledad

Durante el primer gobierno de Rosas, el 31 de diciembre de 1831 se produjo un atentado a la soberanía que nuestro país ejercía en las islas Malvinas, por la fragata de guerra estadounidense "Lexington" al mando del Cap. Silas Duncan. La agresión, que consistió en un ataque armado y el saqueo contra el asentamiento argentino de la isla Soledad, fue en represalia por el apresamiento de tres goletas estadounidenses que se encontraban cazando focas sin haber abonado los derechos de pesca a las autoridades argentinas. Ese artero ataque originó la protesta de nuestro gobierno a la potencia del norte. El reclamo argentino fue rechazado y el cónsul estadounidense fue expulsado de Buenos Aires, interrumpiéndose así las relaciones diplomáticas entre estos países.

El representante del país del norte aconsejó a sus autoridades declararan la guerra al nuestro, cosa que no ocurrió.

 

La usurpación de las Malvinas

 

Finalizado el mandato de Rosas como Gobernador de la Provincia, el 17 de diciembre de 1832, fue sucedido en el cargo por el Brigadier General Juan Ramón González Balcarce.

 

A los pocos días, esto es el 3 de enero de 1833, se produjo el atropello inglés en nuestras islas Malvinas, cuando fuerzas inglesa que arribaron con la corbeta "HMS Clio" -al mando del capitán John James Onslow-, poderosamente armada con 18 cañones, desalojaron a la pequeña guarnición argentina que allí se encontraba y se establecieron en el lugar, usurpando así el territorio nacional. Se imponía el "derecho" del fuerte y poderoso.

 

Ninguna responsabilidad podemos atribuir al Gobierno de Balcarce por este hecho, sino a la política imperialista inglesa, quien utilizará a partir de allí esas islas como punto de recalada y abastecimiento de sus naves que surcaban todos los mares del mundo y sobre todo teniendo en cuenta que las islas se encontraban en un lugar estratégico del Atlántico Sur, cercanas al Estrecho de Magallanes y al Cabo de Hornos, lugar de paso hacia el Océano Pacífico.

El gobierno de Balcarce protestó inmediatamente por tal usurpación al encargado de negocios británico en Buenos Aires, efectuando también los reclamos pertinentes por intermedio del Ministro argentino acreditado ante la Corona británica, Dr. Manuel Moreno.

 

Es necesario aclarar que ocho años antes, esto es en 1825, se había firmado un tratado de amistad y comercio entre nuestro país y la nación inglesa y sin que nada lo justificara, se produjo después el atropello británico que estamos comentando, a la joven república americana, ocupando sin derecho parte de su territorio insular.

 

A fines de 1836 exige al gobierno inglés una respuesta al reclamo que había hecho Moreno dos años y medio antes y a fines de diciembre de 1841 el gobierno argentino vuelve a reclamar al inglés.

 

Durante todo su gobierno, Rosas en sus mensajes anuales a la Legislatura hacía referencia a la cuestión Malvinas, manifestando la confianza en recuperar aquél territorio y ratificando también los derechos que nuestro país tenía sobre las islas, derechos que decía, nunca serían abandonados.

 

También en alguno de dichos mensajes como por ejemplo el que corresponde al 27 de diciembre de 1837, hizo referencia al empréstito: "... pesa sobre el gobierno la dificultad de sus compromisos con el empréstito de Inglaterra. Las reclamaciones de aquellos acreedores no pueden dejar de ser atendidas, si presentadas con dignidad vienen niveladas por los principios de una justicia distribu­tiva. El gobierno desea con vehemencia arribar a una transacción, que en sí misma presente la posibilidad de su exacto cumplimiento. Para conseguirlo no omitirá ninguno de los medios que sugieran su razón y la prudencia".

La situación internacional

 

En el mundo de aquél entonces, Inglaterra era la primera potencia, ya que con su marina dominaba todos los mares -y por ende las rutas marítimas- y quien dominaba los mares dominaba el comercio y así también se lo impedía a las potencias contrarias. Fue también la primera potencia industrial y allí la necesidad de obtener materia prima para sus industrias y también la necesidad de colocar sus productos manufacturados. Construyó un gran imperio -especialmente durante el siglo XIX-, con dominios y colonias esparcidas por los cinco continentes. Sus buques necesitaban lugar de amarre y abastecimiento en las largas rutas marítimas que debían surcar.

 

Cualquier pretexto era válido para intervenir en otros países, ya para lograr ganancias territoriales, establecer colonias, o bien obtener beneficios para su comercio. Muchas veces y como ocurrió en nuestro país se valieron de partidos políticos, en nuestro caso los unitarios, quienes los alentaron en sus empresas colonialistas o actuaron como sus auxiliares.

Francia que le iba a la saga, era la segunda potencia de la época. Los franceses, habían visto herido su orgullo nacional con la derrota de Napoleón y la caída del Primer Imperio que el sardo había creado, pero sus gobernantes después de la restauración monárquica, quisieron reverdecer viejos laureles y para ello era necesario promover nuevas conquistas y al igual que los ingleses no escatimaron esfuerzos para lograrlo, para ello intervinieron principalmente en el sudeste asiático -Indochina- , en Argel, Méjico, Sudamérica, etc.

 

Cualquier pretexto era suficiente para que esas potencias justificaran una intervención. Así en el caso de Méjico, el simple robo de unos pasteles a un panadero francés originó la intervención francesa, produciéndose la "guerra de los pasteles". Francia reclamó exorbitantes indemnizaciones a los mejicanos, llegando al bloqueo naval de Veracruz y al bombardeo y ocupación de la fortaleza de San Juan de Ulúa.

 

La situación en Sud América

Ambas potencias -Inglaterra y Francia- también intervinieron en Sud América.

Así los franceses alentaron las ambiciones expansionistas del Mariscal Andrés de Santa Cruz, presidente de la Confederación Perú- Boliviana, quien pretendía la anexión de las provincias norteñas argentinas y también ayudaba a los unitarios en su lucha contra Rosas.

 

En la región del Plata, los franceses también crearon problemas a los dos países ribereños, la Argentina y el Uruguay.

Con diversas excusas que ya hemos mencionado en otras ediciones de este periódico, dispusieron en marzo de 1838, el bloqueo del río de la Plata contra nuestro país y también intervinieron en las cuestiones domésticas uruguayas, promoviendo la caída del presidente constitucional uruguayo Manuel Oribe en octubre del mismo año y su reemplazo por Fructuoso Rivera, subvirtiéndose así el orden constitucional del hermano país, estableciéndose en Montevideo y convirtiendo a dicha ciudad prácticamente en una colonia francesa. Para todo ello contaron con el concurso de los exiliados unitarios en Montevideo.

 

En marzo de 1839, Rivera incentivado por los argentinos exiliados en Montevideo, declaró la guerra a la Confederación Argentina.

 

El conflicto que nuestro país mantuvo con Francia por el bloqueo, duró prácticamente dos años y medio, hasta que se firmó el tratado Arana-Mackau el 21 de octubre de 1840. (ER N° 17, pág. 1y sgtes.)

 

Pero el gobierno de Rosas no solo debió vérselas con los franceses, sino también existía un conflicto interno con el partido unitario, y con Rivera, ayudados ambos por los galos, que le impedían al gobernante porteño poder abocarse en forma tranquila a gobernar el país.

 

Así los franceses alentaron levantamientos internos, como el de los ganaderos del sur de la provincia, mal llamados de "Los libres del Sud", en el año 1839 (ER N° 13, pág. 12), promovieron la invasión del "Ejército Libertador", al mando del Gral. Juan G. Lavalle, entre otros hechos.

 

En Febrero de 1843, Oribe al mando de tropas uruguayas y argentinas, puso sitio a la ciudad de Montevideo, convertida en una verdadera fortaleza, pero los sitiados recibían refuerzos y abastecimientos por el río, por lo que el 1°de abril, Brown al frente de la escuadra de la Confederación, la bloquea también por agua.

 

Decimos que Montevideo se convierte en una fortaleza, ya que desembarcan tropas francesas e inglesas con artillería con el pretexto de defender a sus connacionales, pero que en la realidad todo ello se traduce en una toma de posición a favor de uno de los bandos en pugna, interviniendo así de lleno en las luchas civiles.

 

El comodoro inglés John Brett Purvis, jefe de la escuadra inglesa con asiento en Sudamérica,  tampoco guarda la neutralidad debida y toma partido por Rivera y los unitarios argentinos. Considera a Brown como súbdito británico y con la fuerza se opone a las acciones que Brown había emprendido contra los riberistas y al bloqueo, desconociendo el derecho de nuestro país al mismo, como lo establecía el derecho de gentes de la época. La oposición de Purvis era por "no reconocer el gobierno de S. M. B. (Su Majestad Británica) a los nuevos pueblos de Sudamérica como potencias marítimas autorizadas para el ejercicio de tan alto e importante derecho como el bloqueo".

 

A fin de evitar confrontaciones que pudiera derivar en una guerra con las potencias extranjeras, Rosas ordenó el retiro de la escuadra naval.

 

Esa era en apretada síntesis, la situación histórica delicada en que se encontraba la Confederación Argentina, en aquellos momentos.

 

El reclamo de los bonistas ingleses

 

Durante su gobierno al frente de la Confederación, Rosas se vio impedido de abonar los servicios de la deuda del empréstito Baring, porque debió ocuparse, entre otras cuestiones, de mantener numerosos ejércitos para enfrentar todas las agresiones externas e internas hacia la Confederación, como así también a los bloqueos a los que fue sometida.

 

Los bonistas -bonholders- presionaban al gobierno inglés para que reclamaran al argentino y obtuviera el cobro compulsivo de la deuda, la que se encontraba garantizada con todo el territorio de la ese entonces Confederación Argentina, como dijimos más arriba por la irresponsabilidad de Rivadavia.

 

En el año 1838, se produce el bloqueo francés. En ese año, el Ministro Arana en nota confidencial que había mandado a Manuel Moreno, le pidió que cuando hiciere el reclamo ante la Corona británica "respecto a la ocupación de las islas Malvinas y entonces explorará con sagacidad sin que se le pueda trascender ser idea de este gobierno si habría disposición en el de S.M.B. a hacer lugar a una transacción pecuniaria, que sería para cancelar la deuda pendiente del Empréstito Argentino.”

 

"Entraba bien -dice Domingo Sierra- en la forma de ser de Rosas un ofrecimiento que no lo comprometiera, pero que podría comprometer al gobierno británico, si forzado por los tenedores de títulos del empréstito, aceptaba la propuesta, para lo cual tenía que admitir la soberanía argentina sobre las Malvinas".

 

El gobierno, trata de ganarse el apoyo de los "bonoleros" como Rosas llama a los bonholders, esto es los tenedores de bonos del empréstito, manifestando la imposibilidad de cumplir con el pago de las rentas del empréstito debido a los menores ingresos de aduana, como consecuencia del bloqueo.

 

En Inglaterra se formó un Comité de tenedores de títulos de Buenos Aires, denominado Committee of Buenos Ayres bonholders, quienes presionaron al gobierno a fin de que exigiera al gobierno francés del cese del bloqueo, que indirectamente los perjudicaba. Lord Palmerston, Ministro inglés, exigió así en 1840 el cese del bloqueo francés, lo que finalmente ocurrió.

 

Pero terminado el bloqueo y como los pagos aún no se reiniciaban, el comité de bonistas y la Casa Baring nombraron de común acuerdo a Frank Palicieu Falconet (o Falconnet), para que se traslade a Buenos Aires y reclame al gobierno argentino  y ejecute las garantías, para lograr el cobro de lo que se les adeudaba. Es la época en que los acreedores de los países imperialistas pretenden cobrar las deuda al amparo de los cañones de sus barcos y en el Río de la Plata, justamente había una presión naval inglesa muy fuerte.

 

Así en el año 1842 llega a Buenos Aires, para cumplir su misión el representante designado, Sr. Falconet.

 

El "ofrecimiento" de Rosas

 

En el año 1880, el gobierno norteamericano, por intermedio de su representante diplomático acreditado en Buenos Aires, solicitó al gobierno argentino le hiciera conocer una amplia información sobre la historia financiera, económica y monetaria de nuestro país.

 

Ese trabajo fue encomendado al Dr. Pedro Agote, quien presentó un año más tarde el documento oficial "Informe sobre la deuda pública", en el que por primera vez se hizo público el hecho de que Rosas intentara cancelar el empréstito, con sus servicios adeudados que en esos momentos ascendía a la astronómica suma de 1.900.000 libras, dando en pago las islas Malvinas.

 

Alfredo Ortiz de Rozas, dice: "Los pagos se habían suspendido por quince años. La deuda ascendía a 1.900.000 libras o sea 9.500.000 pesos fuertes, que, al cambio de la época equivalía a una suma mayor de 200.000.000 de pesos moneda corriente;  es decir, que la deuda sobrepasaba el monto total del presupuesto de gobierno en casi cinco veces, pues, en 1842 era de 43.000.000 de pesos moneda corriente".

 

En su informe, dice Agote: “Quiero hacer constar en este documento destinado a un gobierno extranjero, que los gobiernos de Buenos Aires y de la Nación no han perdido nunca de vista esta obligación, y que en medio de las guerras civiles y nacionales, que los han afligido en largos períodos de su existencia agitada, jamás han olvidado este compromiso de honor que, reconocido alternativamente por uno u otro, han cumplido como les ha sido posible, ofreciendo testimonios de honradez y desprendimiento de que no hay ejemplo en la historia de pueblo alguno que les aventaje” y continúa: “La relación histórica del empréstito inglés de 1824 es una prueba espléndida de esta verdad; y al consignarla en las páginas que siguen, cumplo un deber patriótico, al mismo tiempo que ofrezco un ejemplo de honradez republicana, que debe servir de regla para medir en todo tiempo y circunstancia, los compromisos nacionales.”

 

Dice el Dr. Agote que el gobierno de Rosas había encomendado a su ministro Manuel Insiarte hacer el ofrecimiento a Falconet. y dice: “En desempeño de su encargo el ministro Insiarte manifestó a aquel señor (Falconet) en nota de 17 de febrero de 1843, las dificultades con que había tropezado el gobierno para hacer este servicio, y le anunció, en testimonio del deseo que le asistía de hacer un arreglo con los acreedores, haber autorizado al Ministro Argentino en Londres para hacer al gobierno de su Majestad Británica la proposición de ceder las islas Malvinas en pago de la deuda” y agrega Agote y resaltamos nosotros: “Esta nota abunda en consideraciones acerca de los derechos de la República a aquellas islas, y la confianza que tiene de que ellos sean reconocidos por el gobierno británico.”

 

Note el lector que la nota mencionada hace referencia "acerca de los derechos de la República a aquellas islas" o para decirlo en otras palabras, a los derechos de soberanía que nuestro país tenía sobre las islas y agrega "y la confianza que tiene de que ellos sean reconocidos por el gobierno británico.”

 

Por un lado el gobierno argentino ofrecía una posibilidad al pago de la deuda con la cesión de las islas Malvinas, ...pero por el otro el gobierno británico debía reconocer los derechos argentinos sobre ellas. Nadie da en pago algo que no es propio.

 

Por el lado contrario -el inglés- si aceptaba el ofrecimiento argentino, estaba reconociendo que las islas eran argentinas, lo que era imposible para los ingleses, pues nadie recibe en pago algo que le es propio.

 

Entonces, ¿fue una jugada magistral de Rosas?

En ningún momento existió acto alguno de Rosas que significara renuncia alguna a la soberanía argentina sobre las islas, sino todo lo contrario y prueba de ello es que el gobierno británico en el litigio que tiene con el nuestro sobre la soberanía de las islas nunca invocó este hecho como demostrativo de una renuncia a la soberanía de nuestro país.

 

Cabe señalar que las notas cursadas por el gobierno argentino a su representante ante la Corte inglesa, Dr. Manuel Moreno, se le solicita: "Que en conformidad a sus instrucciones demande del Gobierno de S.M.B. una indemnización por el derecho de las Islas Malvinas, y que entre en ésta el empréstito y sus rentas vencidas y por vencer…" O sea reclame por las indemnizaciones que les eran debidas a nuestro país por la usurpación de las mismas y con ello se abone la deuda.

 

Moreno contesta que ha hallado tantas dificultades “que en verdad nos hace pensar que aunque la idea de esta transacción es absolutamente justa y razonable en su fondo, no hay al presente ninguna probabilidad de hacerla practicable. Mientras este Gobierno (el inglés) niegue la Soberanía de las islas a la República, como lo ha hecho hasta ahora, no hay medio de inducirlo a indemnizaciones por la cesión de aquel Dominio.”

 

Según Agote, Falconet no acepta el ofrecimiento argentino “por no ofrecer la cuestión pendiente de las islas Malvinas un resultado pronto y favorable, habiendo el Ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, Lord Aberdeen, rechazado todo reclamo a este respecto.”

 

Insiarte insiste en el ofrecimiento reiterando la legitimidad de los derechos de nuestro país a las islas "cuya cesión a los prestamistas ingleses era el medio más pronto y eficaz para cubrir esta deuda”.

 

Debemos destacar que ofrecimiento oficial al gobierno británico nunca existió y parece que tampoco hubo una exploración o insinuación "sagaz".

 

En 1844, Rosas sabía que se acercaba una intervención franco inglesa y se ofreció a Falconet el pago de $ 5.000 mensuales, a fin de que los bonoleros cobraran parte de la deuda. La cifra era exigua, pero mejor cobrar algo, antes que nada. Los tenedores de bonos cobraron la remesa, los bonoleros y la casa Baring Brothers mandaron al Gobierno de Buenos Aires una nota de reconocimiento.

 

A raíz del nuevo bloqueo anglofrancés de 1845, el 2 de octubre, Rosas remitió un oficio a la legislatura. dando cuenta de la determinación adoptada. "... que el injustificable bloqueo... con infracción al derecho de gentes... ha venido a reducir en su mayor parte los ingresos del Tesoro Público, privando así al gobierno de los recursos que tenía destinados para la mensualidad asignada en cuenta del empréstito... El gobierno ha considerado indispensablemente necesario suspender desde el 1° del corriente la entrega mensual..." La Legislatura aprobó la suspensión "hasta que concluída dignamente la defensa de la independencia de la Confederación Argentina y desembarazado el estado de los compromisos que va a crear el injusto bloqueo... pueda continuar aquel pago en la forma acordada..." Como es fácil de imaginar, ello causó un revuelo en Londres e hizo que parte de la población y de los medios periodísticos se opusieran a la intervención armada y presionaran a un pronto arreglo con el gobierno argentino, lo que finalmente sucedió.

 

Algunos autores (Pacho O'Donnell, Sierra, Rosa, etc.) que tratan el tema, afirman que Rosas, con astucia utilizó la cuestión en beneficio de nuestros intereses. Por un lado, alegando la real y verdadera disminución de las rentas de la Aduana, como consecuencia de los bloqueos a los que fue sometida la Confederación Argentina y a las guerras que debió sostener, manifestando la imposibilidad de abonar la deuda, presionando así a los bonistas ingleses para que a su vez estos lo hicieran sobre el gobierno británico para solucionar cuanto antes otras cuestiones con el gobierno argentino –como así sucedió años después–, cuando después de Obligado presionaron a su gobierno, para firmar la paz con la Argentina.  Rosas así trató de alargar el asunto y sacó partido de la situación.

 

La herida en el sentimiento argentino

 

En el año 1939, Roberto de Lafèrrere, escribió: "Los que, en nombre del espíritu nacional –la inmensa mayoría de los argentinos– reclamamos la reivindicación de nuestros derechos a las Malvinas, no nos hemos detenido nunca a considerar las ventajas positivas que nos aportaría su reintegración al país. Esas tierras tienen para nosotros un valor ante todo sentimental, es decir principalmente vinculado al sentimiento de la dignidad argentina, ofendida por los piratas ingleses con un acto inicuo de despojo por la fuerza. Es en el despojo donde reside el agravio, y es el agravio lo que subleva el sentimiento nacional y lo ha movido, tantas veces, a exigir una reparación, desgraciadamente imposible, por ahora".

 

"Así pues, los argentinos hemos hecho de las Malvinas una cuestión, no de conveniencia, sino de honor. No hicimos la misma cuestión, aunque también se lastimasen nuestros sentimientos, cuando al adoptar la política del arbitraje admitieron nuestros gobiernos ceder otros territorios, en virtud de laudos adversos, a los vecinos que los habían puesto en litigio. Hemos sido dañados, sin duda, por esa política de debilidad y de transacción, pero no ofendidos. Es una política desventurada, no deshonrosa, que acatamos por voluntad propia, no por imposición extraña".

 

"Si la Gran Bretaña desagraviase a la dignidad nacional, y, reconociendo los derechos argentinos a las Malvinas y la sinrazón de su atropello, buscara deshacer el entuerto, podríamos honorablemente aceptar negociaciones para llegar a un acuerdo de voluntades. Tal vez hoy, convertidas las Malvinas, por una tradición de 100 años, en el símbolo de la nacionalidad humillada por el extranjero, ningún acuerdo posible sería aceptable. Pero si la cesión de las Malvinas a Inglaterra significase mañana la liberación del país de la tenaza inglesa, que ha subordinado nuestros gobiernos a sus capitales por medio de la política conquistadora de los empréstitos en Londres, no creo que ningún argentino, ya lavada la ofensa, mantuviese una postura sentimental que nadie, por otra parte, adoptó hace un año cuando fue entregada Yacuiba a los yanquis de Bolivia".

 

 Otro ofrecimiento

 

Efectivamente, en los años 1848 y 1849 en sus anuales mensajes a la Legislatura, Rosas hace mención al ofrecimiento que se hizo a los accionistas de la Baring Brothers "a comprar de este Gobierno, por quince años, con privilegio exclusivo, el derecho de disponer del huano y exportarlo de todas las islas y costas patagónicas; también el salitre, otras sales, barrilla, yeso, metales y la pesca de anfibios; debiendo entregarse la cantidad que abonen al Gobierno, en cuenta de pago del empréstito de Inglaterra y siendo obligación de los empresarios hacer respetar a nombre del Gobierno de la Confederación, el usufructo que por el término que se estipule, les conceda".

 

En el mensaje del año 1848, daba cuenta de "los ataques contra la soberanía de la Confederación que prosiguen cometiendo en las costas patagónicas, en las Islas del Huano y en las otras de ese litoral, buques mercantes con bandera de naciones amigas, especialmente con la de la Gran Bretaña, como el de haberse establecido una población inglesa en el Estrecho de Magallanes".

 

Evidentemente el ofrecimiento que se hace a los accionistas, además de tratar de solucionar el pago del empréstito, tiene por finalidad el ejercicio y reconocimiento de la soberanía argentina sobre el litoral atlántico.

 

En el mensaje del año siguiente hace extensivo la propuesta a la extracción del "carbón mineral y otras clases de combustibles", delimitando también la zona de la costa atlántica que sería desde Bahía Blanca hasta el Estrecho de Magallanes.

 

No vemos que ello hubiere sido lesivo a la soberanía nacional, sino todo lo contrario.   

 

La reafirmación de los derechos argentinos durante el gobierno de Rosas.

 

No solo López Mato, achaca a Rosas que nada hizo para reafirmar los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, ya que también lo hacen otros escritores antirrosistas, lo cual, no es cierto y ello es demostrativo que por el afán de atacar a Rosas, se desconocen y ocultan hechos históricos incontrastables.

 

Está demás afirmar que en aquellos momentos nuestro país no estaba en condiciones de recuperar aquellos territorios por la fuerza, sobre todo por ser Gran Bretaña la principal potencia marítima, sino también porque nuestro país estuvo constantemente acosado por bloqueos, invasiones, intentos de disgregaciones territoriales y presiones de todo tipo, no solo de potencias extracontinentales -Francia e Inglaterra- sino también por los gobiernos de países limítrofes, apoyadas por aquellas y que contaban con el concurso entusiasta del otro partido político que dividía a los argentinos, el partido unitario.

 

Es interesante saber que se les enseñaba a los estudiantes sobre este tema. El diplomático francés Alfred de Brossard, que fue secretario del Conde Waleska, enviado en misión diplomática por Francia ante la Confederación Argentina en 1847, que residió en Buenos Aires, escribió un libro titulado “Considérations historique et politiques sur les Republiques de la Plata dans leurs rapports avec la France et l’Anglaterre” (Consideraciones históricas y políticas sobre las Repúblicas del Plata en sus relaciones con Francia e Inglaterra), que fue publicado en París en 1850 y aquí en Argentina, se editó noventa y dos años mas tarde (1942) con el título “Rosas visto por un diplomático francés”, en el cual, Brossard, refiriéndose a la instrucción y a los exámenes que debían rendir los alumnos durante la época de la Confederación, dice: “Estos exámenes son públicos, tiene lugar anualmente, durante ocho días consecutivos, mañana y tarde, y versan sobre todas las materias de la enseñanza. Son precedidos o seguidos de discursos o, para hablar mas exactamente, de ampliaciones pronunciadas por los profesores sobre diversos temas, pero por lo general en el sentido de la mayor gloria de la joven América y de la política del general Rosas. Así una de las cuestiones mas largamente tratadas en el programa de geografía, es ésta: «Demostración de los derechos perfectos de la Confederación Argentina sobre el Paraguay, sobre la costa patagónica y las islas Malvinas; derechos injustamente rebatidos y desconocidos por las potencias europeas»”. O sea que a los alumnos se les enseñaba sobre los derechos que a la Confederación Argentina les correspondía sobre las Islas Malvinas y la costa patagónica, entre otros territorios. Vemos así la importancia que el gobierno de la Confederación asignaba a estos temas territoriales.

 

Cabe señalar también que durante su gobierno, Rosas mantuvo latente la cuestión Malvinas, a la que periódicamente se refería en sus mensajes anuales a la Legislatura, manteniendo así el reclamo de soberanía ante el atropello inglés por la ocupación de aquellas islas.

 

No solo eso, sino también los reclamos que fueron efectuados. Así, en la protesta del 10 de marzo de 1842, presentada por el gobierno de la Confederación al de Gran Bretaña se expresa en forma terminante: “las Provincias Unidas, no pueden ni podrán jamás, conformarse con la resolución de S.M.B. que califica de injusta y contraria a sus derechos, y en consecuencia el Gobierno de las Provincias Unidas formula esta protesta y le da todo el valor que en el presente y en cualquier otra ocasión puedan tener”. Como se ve, esta nota es de un valor extraordinario y evidencia la preocupación de aquél gobierno argentino por todo lo que significaba afirmar los derechos de soberanía sobre las islas Malvinas.

 

También el gobierno rosista por intermedio de Felipe Arana, dispuso que se realizaran investigaciones en archivos españoles, especialmente el de Simancas, a fin de obtener datos y documentación a los fines de apoyar la tesis argentina sobre la soberanía de Malvinas.

 

La cuestión después de Caseros

 

Dice el historiador Vicente Sierra "Fue Juan Manuel de Rosas el gobernante que con más tesón y durante más tiempo mantuvo la afirmación de los derechos argentinos sobre las Malvinas. Pasaron luego por la primera magistratura del país Urquiza, Derqui, Sarmiento, Mitre, Avellaneda; ninguno de ellos se ocupó del asunto. Solo en 1884, siendo presidente de la República el general Julio A. Roca, al recibir una reclamación del ministro británico en Buenos Aires, Mr. Edmundo Monson, porque en algunos mapas del país figuraban las islas Malvinas como formando parte de la Nación Argentina, pidió antecedentes sobre el asunto, oficialmente olvidado. Para el estudio de la cuestión se recurrió a un legajo "Importante sobre Malvinas", de puño y letra de Rosas, en el que se encontró toda la documentación oficial sobre el debatido problema. Dicho legajo estaba en poder del Dr. Adolfo Saldías, quien lo entregó al general Roca, el cual, dada la gravedad de los hechos volvió a reclamar en defensa de los derechos argentinos ante la corte de Londres, posición que el país ha mantenido desde entonces, con el mismo tesón que se ha procurado que no se enseñe en ninguna escuela ni colegio la actuación de Rosas en el problema..."

 

Aquí se ve la "importancia" que le dieron al tema los primeros gobiernos “constitucionales”, pero nadie cuestiona a aquellos “Presidentes”, por tan desinteresada actitud sobre el tema. O en realidad tales gobernantes eran coherentes con lo que pensaban y hacían, como Sarmiento, para quien el problema de la Argentina era su "extensión" y propugnaban una Argentina "achicada".

 

Nótese la importancia que el gobierno de Rosas había dado al asunto de Malvinas, con la formación de ese legajo con todos los antecedentes que se disponían y que avalaban los derechos argentinos sobre las islas, además de contar el mismo con notas y comentarios manuscritos de Rosas.

 

Domingo F. Sarmiento, cuando se encontraba expatriado en Chile, escribía el 28 de noviembre de 1842 en el diario “El Progreso” en una actitud antipatriótica -y esto sí que es así-: “… La Inglaterra se estaciona en las Malvinas, para ventilar después el derecho que tenga para ello… y seamos francos, no obstante esta invasión de la Europa sobre nosotros nos sea perjudicial y ruinosa, es útil a la humanidad y al comercio…” (¡siempre el comercio!)

 

Conclusión

 

Todo argumento es bueno para tirarle a Rosas achacándole supuesto antipatriotismo, pero del verdadero antipatriotismo de su enemigos... ¡ni una palabra!

 

        El primer empréstito fue cancelado recién en 1904 y se abonó 8,64 veces más de su valor.

 

Cabe aquí transcribir las palabras que Don José de San Martín, le dirigiera al Restaurador: "jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo Usted a sus destinos".

 

*Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 23 - Junio 2012 - Pags. 4 a 11.

 

 Fuentes:

 

Fitte, Ernesto J. "Crónica de Rosas", Ed. Fernández Blanco, 1975.

 

Lafèrrere, Roberto de. “El Nacionalismo de Rosas”, Ed. Haz, Bs. As., 1953.

 

Mabragaña, M. "Los Mensajes - Historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes - 1810-1910", Tomo I 1810-1839, Tomo II 1840-1849. Publicación autorizada por la Comisión Nacional del Centenario.

 

O'Donnell Pacho. "Juan Manuel de Rosas. El maldito de la historia oficial". Ed. Planeta, 2002.

 

Ortiz de Rozas, Alfredo. "Rosas, las Malvinas y nuestras desmembraciones territoriales". Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, N° 13, octubre de 1948.

 

Rosa, José María. "Historia Argentina, Tomo V, La Confederación (1841-1851)". Editorial Oriente.

 

Saldías, Adolfo. "Historia de la Confederación Argentina", Editorial Oriente.

 

Scalabrini Ortiz, Raúl. "Política británica en el Río de la Plata". Clarín, La biblioteca argentina, 2001.

 

Sierra, Vicente. "Historia de la Argentina, Tomo VIII, Epoca de Rosas, Primera Parte,1829-1840". Editorial Científica Argentina, 1969.