Conferencia
magistral de incorporación como miembro de número de la Academia Sanmartiniana
del General de Brigada (R) Rafael José Barni.
CONSULTA DE
BIBLIOGRAFIA.
No digo que he
consultado a todos los autores buscando una descripción de cual, cuando y de
qué manera había sido la relación entre ambos próceres, pero sí creo haber
consultado a los más importantes, entre ellos: Mitre, Pacífico Otero, Ricardo
Rojas y los 8 tomos que con motivo del primer congreso internacional sobre San
Martín en el año 1978, llevó a cabo el Instituto Sanmartiniano, pero las
precisiones más importantes las encontré en los autores Güemesianos, comenzando
por los 12 tomos de Luis Güemes de “Güemes documentado”, Atilio y Abel Cornejo,
Bernardo Frías, Luis Colmenares, Sara Mata y Susana Martorell de Lanconi.
A excepción de los
autores güemesianos, el resto de los que han escrito algo, lo hacen muy
tangencialmente pero en casi todos los casos, no mencionan lo que tuvo que
hacer Güemes para mantener esa relación, que no era ni más ni menos que formar
parte activa y fundamental del Plan Continental de San Martín.
Quien expresa esto
con mayor claridad es Ricardo Rojas en
“El santo de la espada” cuando dice “la guerra gaucha que subsistió
hasta 1821, formó parte del Plan Continental, uno hostilizaba al Perú desde
Salta y el otro desde Chile y el Pacífico….., la muerte de Güemes (17 junio 1821)
hace fracasar una parte del plan. Esta convivencia consta en documentos y no ha
sido debidamente consignado por los historiadores”.
Más recientemente,
historiadores salteños manifestaron que “Güemes no está reconocido. Fue y sigue
empequeñecido en la historia oficial por los porteños”. Esta queja reapareció
en 1999 con motivo de la publicación de la “Nueva Historia Argentina”, de la
Academia Nacional de la Historia.
Las quejas deben
haber continuado, pues en el año 2006, se sancionó la ley Nro 26125, que
declaró a Güemes héroe nacional.
Aprecio, con mi
escasa experiencia en el ámbito de la Historia Argentina, que hay algo de
cierto en lo que dice Ricardo Rojas y las recientes quejas de los historiadores
salteños, pero también es cierto que el reconocimiento a Güemes, comenzó casi
un siglo después de su muerte, cuando Bernardo Frías publicó en 1902 el primer
tomo de su “Historia de Güemes” y fue Leopoldo Lugones en 1905 con “La Guerra
Gaucha” quien mirando hacia los confines de la patria, incorporó el paisaje y
la historia del Noroeste al mapa de la Argentina.
A ello habría que
agregar, que la historia escrita por autores porteños, vio la luz mucho antes
que la escrita por historiadores del interior y porque claramente tuvo mayor y
mejor difusión.
Ninguna es
perfecta ni absoluta, ambas contienen enfoques de la zona a la que pertenecen.
DESARROLLO
¿Desde cuándo
comienza la relación entre ambos próceres?
Luis Güemes hace
una larga explicación de dos personas que llegan a Buenos Aires en 1777 con la
expedición del Teniente General Pedro de Cevallos. Son primos entre sí, José
María Bustillo y Cevallos y el hijo de Manuel Escalada Bustillo y Cevallos, que
es Antonio José de Escalada, futuro suegro de San Martín.
José M. Bustillo
debe viajar al Alto Perú en 1779 y allí toma contacto con quien estaba a cargo
de la tesorería, Gabriel Güemes, padre de nuestro prócer y por ser ambos del
mismo pueblo en España, estaban unidos por parentesco y amistad y años más
tarde, Bustillo será tutor de Martín Miguel, cuando este cursaba los estudios
militares en Buenos Aires.
Hay una lejana
relación de parentesco que probablemente San Martín y Güemes desconocían.
Además de otros
detalles, Luis Güemes manifiesta que durante el año 1813, San Martín y Güemes
residieron en Buenos Aires. Recordemos que Güemes fue expulsado por el General
Belgrano del Ejército del Norte y destinado a Buenos Aires. Allí se conocieron ambos próceres y trataron,
forjándose una amistad y esta sería la única explicación lógica, a la nota que
Güemes elevó a San Martín, para ser incorporado a la fuerza que se alistaba
para hacerse cargo del Ejército del Norte y particularmente a la respuesta de
San Martín.
Luis Colmenares
manifiesta que San Martín marchó a Tucumán con la primera fracción y Güemes con
la última, pero Atilio Cornejo, en su libro “San Martín y Salta”, expresa que
viajaron juntos. Güemes era el único oficial de su ejército que conocía la zona
donde operaría el Ejército del Norte y por supuesto la situación y el estado de
la causa patriota en el norte.
A los pocos días
de hacerse cargo San Martín y ante la necesidad de concentrar todo su ejército
en Tucumán, particularmente la vanguardia del mismo, la cual contaba con
elementos valiosos como dos Escuadrones de Granaderos a caballo y oficiales de
prestigio como el Coronel Dorrego, consultó a éste si era factible dicho
repliegue y su reemplazo por milicias y partidas de gauchos, y de resultas de
su respuesta San Martín decide replegar todas las fuerzas y cubrir los caminos
principales de invasión realista a Tucumán con partidas de gauchos, designando
a Apolinario Saravia en Guachipas y a Güemes en la línea del Río Pasaje.
Entre otros
autores Mitre, manifiesta que Salta era la puerta y la barrera de las
invasiones realistas, no sólo la ciudad, sino los valles longitudinales que se extienden al sur, el de Lerma y el del
Río Pasaje, pues allí estaba la logística de las invasiones para continuar hacia
el sur (Forraje, ganado y caballada).
Ante la
inactividad realista, Güemes se aproximó a la ciudad de Salta y el 29 de marzo
de 1814, entró en combate con el Coronel
Saturnino Castro, a quien derrota en el combate del Tuscal de Velarde, muy
próximo a la ciudad de Salta. Este Coronel, de origen salteño, al servicio del
ejército realista, era considerado la primera espada de la caballería realista
por su acción decisiva en la Batalla de Ayohuma. Esta acción de Güemes,
permitió tener cercada por bastante tiempo a la ciudad de Salta.
San Martín elevó
un oficio al Director Supremo, relatando el combate, ponderando a Güemes y
proponiendo su ascenso a Teniente Coronel, propuesta que es aceptada con la
firma de Posadas el 9 de mayo de 1814.
En febrero de
1814, Güemes había cumplido 29 años y luego de varias penurias fue reivindicado
por San Martín, quien por ese entonces había comenzado a pergeñar su Plan
Continental y puso sus ojos en Güemes como la pieza necesaria para una parte de
su plan. Conocía a los hombres y a pesar de haber oficiales más antiguos y
experimentados, eligió al salteño como la figura necesaria.
En su
correspondencia lo pondera “de coraje temerario, mimetización popular y clara
lucidez intelectual”.
Palabras más o
menos, este es el comentario que hace Pacífico Otero y este es sólo uno de los
ejemplos que mencioné al comienzo sobre la visión que cada historiador tiene
sobre los hechos y de la manera que lo escribe y trasmite.
En el tomo I de su
“Historia del Libertador Don José de San Martín”, en los Capítulos 12 y 13, en
donde se refiere al momento que asume el mando del Ejército del Norte hasta que
se retira a Córdoba, a Güemes sólo lo menciona una vez y para expresar en
escasos renglones, el concepto que San Martín tenía sobre él, sin embargo
abunda en detalles de la correspondencia, en ese periodo, que tuvo San Martín
con el Director Supremo, Gervasio Posadas.
En el tiempo que
estuvieron juntos, San Martín le transfirió cuanto pudo de su experiencia.
Le pasó el
reglamento que había escrito para su Regimiento de Granaderos a Caballo y
Güemes formó un Escuadrón de Granaderos a Caballo.
Le recomendó la
importancia de la inteligencia y el conocimiento del enemigo y Güemes formó un
cuerpo de exploradores llamados bomberos, quienes operaban en pareja, eran seleccionados,
debían saber leer y escribir y tenían prioridad en la asignación de
cabalgaduras.
La educación de
oficiales era fundamental y para ello Güemes formó el Regimiento de Coraceros
que en la práctica funcionó como academia militar.
Le transfirió su
experiencia de la guerra de guerrillas usada por el Ejército español durante la
invasión napoleónica a la península.
Tiempo después,
Güemes terminó formando un ejército organizado con dos tipos de Caballería, la
Caballería de línea que era el Regimiento de Infernales, Escuadrón de
Granaderos a caballo y el Regimiento de Coraceros y la Caballería gaucha:
constituida por 2 a 5 escuadrones por jurisdicción de Salta y de Jujuy, y tomó
del Regimiento de Granaderos a Caballo, el espíritu de cuerpo, la disciplina y
la educación militar, era un ejército amoldado al tipo de lucha, terreno y
enemigo a enfrentar.
También tenían un
pensamiento político muy coincidente. Así nos ilustra Carlos Romero Sosa en su
ponencia en el mencionado congreso internacional sobre San Martín.
Previo a la
partida de San Martín a Córdoba por razones de salud, nombra a Güemes
Comandante General de Vanguardia del Ejército del Norte.
El nombre de
Güemes llega hasta Lima, en donde el Virrey sabe lo que le cuesta a su
ejército, la hostilidad de aquel salteño.
La caída de
Montevideo, luego de la batalla del Buceo, más la acción ofensiva permanente de
Güemes, decidieron a Pezuela replegar sus fuerzas hasta Cotagaita.
Después de
Sipe-Sipe (29 Nov 1815), el flamante Director Supremo Pueyrredón, hizo replegar
el ejército a Tucumán y en una clara muestra de confianza, dejó a Güemes a
cargo de la vanguardia en Salta y Jujuy.
En realidad, el
ejército de Güemes, era lo más combativo y preparado que había para enfrentar
cualquier invasión realista, ya que el Ejército del Norte que se replegaba a
Tucumán, era un rejuntado de hombres, desorganizado y desmoralizado luego de la
derrota. Le costará varios meses a su nuevo Comandante, nuevamente el General
Belgrano, a partir de agosto de 1816, comenzar a poner en forma a esa fuerza.
San Martín le
había encargado a Güemes que impidiera el paso de cualquier invasión realista
hasta que hubiera cumplido sus objetivos en Chile y Güemes le prometió que “de
Salta no pasarán”, fácil decirlo y de gran esfuerzo poder cumplirlo.
El General
Belgrano, ya a cargo del Ejército del Norte, había iniciado una sincera amistad
con Güemes y lo apoyaba con los muy escasos recursos que podía.
En diciembre de
1816 se inició la principal invasión de
todas las que tuvo que soportar Güemes, se trataba de la invasión del Mariscal
De la Serna. 6000 hombres, con Unidades experimentadas en las guerras
napoleónicas, una importante logística y una gran determinación en su
comandante. Su objetivo principal fue detener al Ejército de los Andes, antes
de que cruzara la cordillera y logrado esto, marchar sobre Buenos Aires para
recuperar el último bastión en manos patriotas.
Fue una larga y
dificultosa campaña para Güemes de la cual estuvo muy pendiente el Grl San
Martín, duró casi 5 meses y terminó con la batalla del Valle de Lerma y la
persecución hasta Tupiza de los restos del ejército realista, el que llegó a
pie y en condiciones paupérrimas.
Durante esta
campaña, San Martín envió correspondencia a Güemes, felicitándolo por el
resultado del combate de San Pedrito (26 Feb 1817 - En las afueras de San
Salvador de Jujuy) y él lo celebró en Santiago de Chile con salvas de
artillería.
La próxima
comunicación entre ambos próceres fue debido al resultado de la batalla de
Maipú.
Atilio Cornejo
desarrolla con gran precisión el concepto del Plan Continental y rol
trascendente que jugaba Güemes en el mismo, en particular en el momento que se
está planificando la campaña al Perú. Esto queda ratificado en una carta de San
Martín a Artigas, el 13 de marzo de 1819, en donde le manifiesta con asombro
del daño que le causa a sus planes las luchas internas con el litoral y Buenos
Aires, más aún cuando ordenan desplazar el Ejército del Norte a Buenos Aires,
con lo cual se queda sin el brazo sur de su plan.
A comienzos de
1820, San Martín le solicita a Güemes que procure aferrar la mayor cantidad de
fuerzas y el mayor tiempo posible, a fin de que las mismas no puedan incidir en
su desembarco en las costas peruanas.
Esto lo deja claro
Güemes en una carta a Bustos y claramente lo lleva a la práctica durante la
invasión del General Ramírez de Orozco, en
la Batalla de las Cuestas, en donde de ex profeso, deja penetrar a los
realistas hasta el Río Pasaje, pudiendo haberlo detenido mucho antes.
Ante la
desaparición del Ejército del Norte de Tucumán, el 8 de junio de 1820, San
Martín designó a Güemes General en Jefe del Ejército de Observación, ejército
que debía terminar de armar Güemes para incidir sobre el Perú.
En agosto de 1820,
Güemes agradece la designación y le informa a San Martín lo que tiene
disponible y lo que le falta para terminar de armar su ejército y cumplir la
parte de su plan.
Güemes ordenó al
Coronel José Miguel Lanza, prestigioso oficial de su ejército, que debía
trasladarse a La Paz, formar un ejército, constituirse en la avanzada del
Ejército de Observación y establecer contacto con el Ejército de San Martín tan
pronto desembarcaran. Luego de serias vicisitudes Lanza logró formar una fuerza
de 200 infantes y 100 hombres de caballería, tomó contacto con Miller luego del
desembarco y mantuvo el enlace por correspondencia entre San Martín y Güemes.
O’Higgins le
informó a Güemes de la partida del Ejército Libertador del Perú desde
Valparaíso el 20 de agosto de 1820 y el 2 de noviembre Güemes le responde que
nada ha recibido de apoyo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y que ya
ha adelantado una división a Humahuaca.
Por este tiempo
jugó un papel muy importante en las interferencias que sufría Güemes para
cumplir la parte del plan que le había encomendado San Martín el gobernador de
Tucumán Bernabé Araoz, que no sólo no colaboró con Güemes en la preparación de
ese ejército sino que también impidió que el gobernador de Santiago del Estero
lo hiciera.
Esto obligó a
Güemes a marchar a Tucumán, en donde fue derrotado y tuvo que regresar a Salta.
En su ausencia había sido destituido de la gobernación, la que retomó a su
regreso, huyendo de la provincia todos los conspiradores, que a partir de ese
momento comenzaron a preparar junto con los realistas, la eliminación física de
Güemes.
El 17 de junio de
1821 muere Güemes y con él una parte importante del Plan Continental de San
Martín.
La noticia de su
muerte fue trágica para San Martín, por dos razones; la pérdida de su gran colaborador y más grave
aún, por el armisticio que había firmado la provincia de Salta con el
comandante de la invasión, el General Olañeta, quien se comprometió a retirar
sus fuerzas al norte de la Quiaca a cambio de la promesa de que no se
emprenderían operaciones contra los realistas.
Esto significaba
para San Martín un refuerzo importante de su enemigo que ya por ese entonces
era bastante superior a su ejército.
A pesar de los
intentos de San Martín de movilizar una fuerza para que cumpliera el rol de
Güemes, nunca lo logró.
Güemes, según la
mayoría de los escritores, pasó a la historia como el Defensor de la Frontera
Norte, lo cual no es poca cosa, pero tampoco es exacta. Por ese título que le
ponen, es que nuestra Gendarmería Nacional se lo apropia como su héroe máximo.
En realidad fue
algo más que el defensor de la frontera norte.
Su presencia en
Salta, su prestigio y el respeto que le tenían sus enemigos, fue lo que
disuadió cualquier intento de invasión en 1816, lo que permitió la reunión del
Congreso de Tucumán y la declaración de la independencia.
Haber detenido a
la invasión de De la Serna, fue fundamental para el normal desarrollo del cruce
de los Andes y recuperación de Chile por parte de San Martín.
Haber protegido el
flanco de San Martín durante toda su campaña en Chile y posterior preparación
de la campaña al Perú, fue invalorable para San Martín.
La muerte de
Güemes frustró la última parte del Plan Continental concebido por San Martín,
que de haberse cumplido, otra hubiera sido la historia de la independencia de
Sudamérica.
Queda de esta
manera expuesta la estrecha relación entre ambos próceres, que comenzó en 1813
y finalizó en 1821, fue sincera, estrecha, permanente y fundamental para el
General San Martín.
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