TUMUSLA, UN COMBATE DESCONOCIDO



Por Juan Carlos Jones Tamayo *

La Prensa, 08.05.2020

Como consecuencia de las victorias americanas en Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824), España perdía los territorios de Ecuador y Perú donde, por más de tres siglos, había extraído grandes riquezas para las arcas de la Corona. Previamente, como consecuencia de las “Guerras por la Independencia”, había tenido que abandonar el entonces Virreinato del Río de la Plata, las Gobernaciones de Paraguay y Montevideo, y la Capitanía General de Chile.

Pero, por disidencias internas entre los Comandantes españoles - el liberal José de Canterac en el Perú y el monárquico absolutista Pedro Antonio de Olañeta en el Alto Perú-, las tropas realistas de esta última región (hoy Bolivia) no habían participado en las batallas de Junín ni en la de Ayacucho y se encontraban intactas en territorio altoperuano a órdenes del Brigadier General Olañeta.

Olañeta (nacido en el pueblo de Elgueta – Vizcaya-, España, en 1774), se trasladó con su familia a los 16 años a América y se radicó en Jujuy, donde se casó con la jujeña Josefa Raimunda Marquiegui Iriarte, hermana de Guillermo Marquiegui (1), y llegó a poseer una finca en esa provincia. Durante las Guerras de la Independencia siempre configuró una amenaza para las actuales provincias del noroeste de la Argentina; profundamente conservador, absolutamente católico y totalmente leal a la Corona de España. Ofreció sus servicios al ejército realista después del 25 de mayo de 1810, cuando las fuerzas patriotas iniciaron la expansión de la Revolución de Mayo.

Sus recursos económicos y humanos, sus numerosos e importantes contactos con políticos, militares, eclesiásticos y comerciantes, su conocimiento del terreno y de la idiosincrasia de los lugareños, su aguzada inteligencia para aprender los procedimientos militares, hicieron de él un valioso elemento para el Ejército español. Ascendió a capitán por méritos de guerra. Luchó contra las fuerzas patriotas en las batallas de Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe. También participó en la revolución de Aznapuquio, que hizo virrey del Perú a José de la Serna e Hinojosa en 1821.

Después de 1816, encontrándose el General San Martín absorbido en la formación del Ejército de los Andes para llevar a cabo su “Plan Continental”, la lucha en Jujuy y Salta se convirtió en una operación defensiva, de contención, más que en el teatro de las operaciones bélicas como había sido desde 1810 hasta entonces, trasladándose a Cuyo y luego a Chile el esfuerzo principal de la guerra.

Aprovechando esta coyuntura, Olañeta invadió reiteradamente la Provincia de Jujuy, ocupando su capital en 1817 y estableciendo allí su cuartel general; intentó tomar Salta, pero fue derrotado por el responsable de la defensa del norte argentino, el General Martín Miguel Juan de la Mata Güemes. Esta acción defensiva era necesaria para que San Martín pudiese continuar su ofensiva contra las tropas realistas de Chile y Perú.

En 1820 la revolución encabezada por Rafael de Riego, en Cádiz, había impedido el envío de una poderosa expedición militar con destino al Río de la Plata, mientras que en España obligaba a Fernando VII a someterse a la Constitución liberal.

Aquella circunstancia política originó, tanto en España como en América, el enfrentamiento de absolutistas y liberales, viéndose reflejado en las filas de los ejércitos realistas, donde también se produjeron escisiones, originando desacuerdos entre los mismos generales españoles que luchaban contra los patriotas americanos.

A principios de 1825, Olañeta había concentrado sus fuerzas en Potosí, aunque bastante disminuidas por las deserciones. El 29 de marzo de ese año llegó a Potosí el Mariscal Sucre, horas antes, había abandonado la ciudad el Comandante realista para unirse al resto de sus fuerzas acantonadas en Tumusla. Allí comprobó que sus soldados se habían pronunciado por la causa americana, encabezados por su segundo, el Coronel Carlos Medinaceli.

Por el deseo de restablecer su autoridad y continuar las acciones bélicas contra los americanos, el 1 de abril de 1825 Olañeta ordenó a la tropa que lo acompañaba desde Potosí, que atacaran a los rebeldes y en esa acción se produjo el Combate de Tumusla, donde el General Olañeta perdió la vida.

De esta manera, casi desconocida, en Tumusla cayó el último baluarte de los españoles en América del Sur y quedó consolidada la libertad americana. Así quedo cristalizado el sueño de los generales San Martín, Belgrano, Güemes, Artigas, O’Higgins, Bolívar, Sucre y tantos patriotas americanos más.

De todo lo narrado, surge una reflexión principal. Ella es: ¿Por qué el ocaso del predominio español en la Guerra de la Independencia americana, no obstante, la notoria superioridad numérica, de materiales y de adiestramiento de las fuerzas realistas que defendían el pendón de España en América?

A la luz de los hechos surge claramente que éste fue el principal motivo del debilitamiento y posterior derrota del Ejército realista en Junín, Ayacucho y en el Alto Perú. El Ejército español en América del Sur fue batido por partes.

La enseñanza de esta reflexión es que las ideologías no deben anteponerse a los objetivos de la Nación. La “grieta” que produce el fanatismo ideológico puede ser la enfermedad que lleva a la disolución, o a la transformación cultural del país.


* Miembro del Centro de Estudios Salta (CES)

1. Juan Guillermo Marquiegui (n. San Salvador de Jujuy en enero de 1777 - † San Salvador de Jujuy, Argentina, en 1832), militar español, jefe de caballería del ejército realista en América del Sur, que combatió encarnizadamente a los patriotas de la Argentina, tanto contra las Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú, como contra los gauchos de Martín Miguel de Güemes. Alcanzó el grado de coronel. Murió de causas naturales en su finca en la provincia de Jujuy.

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