POR PABLO A.
VÁZQUEZ
La Prensa,
03.05.2023
Aunque las
relaciones entre el gobierno de Buenos Aires y el de Asunción en época de la
Confederación Argentina fueron tensas, poco se detalla sobre los motivos de
Juan Manuel de Rosas por no reconocer la independencia paraguaya al considerar
a ésta una “provincia” que debía reincorporarse a nuestra potestad.
Producida la
Revolución de Mayo de 1810, Bernardo de Velazco, gobernador del Paraguay
resuelve en asamblea que guardaría fidelidad al Consejo de Regencia español, y
que tendría amistad con Buenos Aires pero no se sometería a su autoridad.
La respuesta de
Buenos Aires fue militar, con Manuel Belgrano al frente de la expedición, la
que resultó vencida por las armas paraguayas. Por un lado con el prócer se
firma un acuerdo con Buenos Aires y el dominio de Velazco, aunque éste poco
duró al ser presionado por un complot dirigido por José Gaspar Rodríguez de
Francia, Pedro Juan Caballero y los hermanos Yegros.
Primero se lo
obligó a cogobernar junto a Francia y Juan Valeriano Cevallos, hasta que fue
depuesto el 9 de junio de 1811 por entablar tratativas con los realistas y
“sostener la total división de esta Provincia… sin querer reducirse a enviar
sus diputados al Congreso General de las Provincias”, y separarse de “un pueblo
tan generoso e ilustrado como el de Buenos Aires”.
JUNTA DE GOBIERNO
Reunido el
Congreso de las Provincia ese mes de junio, se determinó la “creación de una
Junta de Gobierno”, con Francia y Caballero, más Francisco Javier Bogatí y
Fernando de la Nora, se nombraba un diputado, el mismo Francia, para ir a
Buenos Aires “en el Congreso General anunciado pro al Junta de Buenos Aires”, y
“que se suspenda toda relación con España, hasta la suprema decisión del
Congreso General de Buenos Aires”.
Esta propuesta del
diputado Mola, aprobada por aclamación, no fue acatada por Francia y se remitió
una nota, del 20 de julio, donde, para algunos se notifica la independencia
paraguaya, mientras que otros ven la voluntad de la “Provincia del Paraguay” de
unirse con esa ciudad (Buenos Aires) y demás confederadas”.
Según Alberto
Ezcurra Medrano, en “La Independencia del Paraguay” (1941), reeditado por el
Instituto Juan Manuel de Rosas en 1999, refirió: “El tratado del 12 de octubre
de 1811, negociado entre Francia por parte del Paraguay y Belgrano y Echevarría
por parte de Buenos Aires, confirma la unión con las demás provincias
argentinas… El artículo 4 sujeta a la decisión del Congreso de todas las
provincias la demarcación de los límites del Paraguay y Corrientes. Y el
artículo 5 establece la unión federativa y alianza indisoluble del Paraguay con
las demás provincias confederadas… Todavía en nota oficial del 19 de agosto de
1812 el Gobierno del Paraguay declaraba que ´no aprovechará jamás en trance
alguno las ocasiones que pudieran dispensarlo de la obligación sagrada que
contrajo con el pueblo de Buenos Aires´”.
REPUBLICA DEL
PARAGUAY
Todo indicaba que
Paraguay estaba unido a las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero,
dictadura del Dr. Francia mediante, no se materializó. Se denominó República
del Paraguay, con bandera y emblemas. Para Ezcurra Medrano, como el resto de
los historiadores revisionistas, no era impedimento en seguir considerándola
“provincia”, ya que igual pasó con Tucumán y Entre Ríos, y no se las tachó de
separatistas, lo mismo su no concurrencia al Congreso de 1816 ya que las
provincias artiguistas litoraleñas tampoco asistieron.
Sí, es cierto,
Buenos Aires no tuvo políticas de acercamiento con Asunción ni consideraciones
económicas por sus productos. Paradójicamente Rosas, que no reconocía su
independencia, sí tuvo algunas deferencias. Según José María Rosa en “La caída
de Rosas” (1958): “La obstinación de Rosas en considerar argentino al Paraguay
favorece económicamente a (Carlos Antonio) López. Pues los productos paraguayos
llevados a la a Buenos Aires como ´argentinos´ están exentos de derechos de
aduana. Paraguay proveía la totalidad del gran consumo de yerba de la
Confederación, pues competía en ventaja con la brasileña gravada por un arancel
prohibitivo; también introducía cigarros (en competencia con los tarijeños de
Salta, de menor calidad y mayor coste), tejidos y madera”.
Esto puede ser
atendible, pero, también debe recordarse que la incursión anglofrancesa buscó,
con acuerdo de ambas partes, comerciar con la levantisca Corrientes y la
díscola Paraguay, ya que ambas habían firmado un tratado de amistad en 1841,
actuando juntas durante varios años contra el Restaurador.
Humberto
Calabrese, en “Juan Manuel de Rosas: cien respuestas acerca de su dictadura”
(1975) refirió: “Los cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso,
sucesores del dictador fallecido, declararon entonces, el 25 de noviembre de
1842, la independencia de la Provincia, incitados por el Brasil… Rosas, sin
embargo, no podía consentir jamás con la ridícula separación “legal” de esa
provincia argentina... Y a pesar de actos inamistosos y hasta hostiles de aquel
gobierno, nunca don Juan Manuel quiso emplear la fuerza contra el Paraguay;
aunque en 1849 estuvo a punto de hacerlo, cuando Carlos Antonio López invadió
el territorio de Misiones y sacó de sus casillas al Dictador. Aun así, Rosas
consideraba que la ´irregular´ situación se corregiría por sí sola, volviendo
la Provincia separatista, pro su propia voluntad, a entrar en el seno de la
Patria Grande; cosa que se hubiera conseguido de no mediar el desastre de
Caseros”.
Rosa sumó: “Cuando
se forma el ejército “libertador” de Paz en Corrientes… López… declara
formalmente la guerra “a Rosas” y envía una columna paraguaya a las órdenes de
su hijo el joven Francisco Solano. Pero Rosas no hace caso de su declaración de
guerra, y da instrucciones a Urquiza de no invadir el Paraguay”.
ESTRATEGIA DE
URQUIZA
Rosas, ante la
invasión paraguaya de junio de 1849, más que protestar contra los guaraníes lo
hará contra el Imperio del Brasil, previendo una futura guerra, la que sí se
desatará con la ayuda, Pronunciamiento del 1° de mayo de 1851 mediante, de
Urquiza junto a los “colorados uruguayos”, cuyo resultado final fue la batalla
de Caseros.
El 17 de julio de
1852, ante el compromiso contraído con los brasileños del 21 de noviembre de
1851 al planificar la ofensiva contra Rosas, Urquiza reconoció la independencia
del Paraguay. Pero poco le valió, ya que más de una década después se desató la
guerra de la Triple Alianza en su contra.
Rosas partió a su
exilio inglés, pero aún en la lejanía estuvo atento a los acontecimientos del
Río de la Plata. Siempre reafirmó lo expresado en su época en el periódico “El
Archivo Americano” que detalló las razones por las cuales “La provincia del
Paraguay pertenece a la República Argentina desde el tiempo en que ésta ejerció
el primer acto de soberanía popular del 25 de mayo de 1810”, considerando que
“la entrada por agua a la provincia del Paraguay no puede efectuarse sino por
el río Paraná, que pertenece a la Confederación Argentina, a la que
corresponderá también la margen derecha del Paraguay, aún en el caso de la
pretendida independencia de esa provincia”, y que si “la franquease a un Estado
diferente arruinaría la nacionalidad argentina”.
Aun así, ante la
heroicidad del Mariscal López y su valeroso pueblo, Rosas imitó el gesto que
tuvo el Libertador San Martín con él, y le legó su propio sable, el 17 de
febrero de 1869, al dignatario paraguayo. Su muerte, en manos del ejército
brasileño, del 1° de marzo de 1870, frustró dicha acción.
Pablo A. Vázquez
*Licenciado en
Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan
Manuel de Rosas.
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