Fracturado y con
una flota inferior: la victoria de Brown que puso fin al dominio español en el
Río de la Plata
Adrián Pignatelli
Infobae, 17 May,
2023
Una vez producido
el 25 de mayo de 1810, Montevideo -que no se subió a la ola revolucionaria- se
transformó en un enclave naval español en el Río de la Plata. A partir de 1812
se implementó un bloqueo terrestre y desde abril de 1814 se aplicó uno por el
río. La ciudad quedó aislada. Ningún barco entraba o salía y hasta los
pescadores que se aventuraban a salir, corrían el riesgo de recibir el fuego de
la flota sitiadora.
El bloqueo cumplía
dos objetivos: rendir la plaza para que no fuera usada por una hipotética flota
que España pudiera enviar y evitar que José Artigas les ganase de mano y
ocupase antes la ciudad.
La intención de
Guillermo Brown, en mayo de 1814, fue provocar un combate con la fuerza naval
realista lo más alejado posible de Montevideo, donde sus pobladores se
agolparon en la costa y en los techos para seguir las alternativas del combate.
El mes anterior el
catalán Gaspar de Vigodet, último gobernador colonial español del Río de la
Plata, había convocado a una junta de guerra para arbitrar un plan para
terminar con el bloqueo a la ciudad. Disponían de más barcos y mejor armados
que la escuadra que se había armado a los ponchazos en Buenos Aires, tripulada
por hombres muchos de ellos reclutados de diversos regimientos. Hasta la
Hércules, la nave insignia, lucía parches de cueros de vaca que tapaban los
agujeros de bala, recuerdos del combate de Martín García. Vigodet describió a
los buques enemigos de “cascos sencillos como construidos por mercantones”.
Pero Vigodet no la
tenía fácil. Tenía problemas de reclutamiento ya que los pobladores de
Montevideo, poco convencidos del éxito español, cansados del bloqueo, algunos
miraban con simpatía la revolución de Buenos Aires, otros seguían a José
Gervasio de Artigas, y le esquivaban el bulto a la leva. Muchos de los que
incorporaban nunca habían navegado y no había tiempo para la instrucción.
Brown y su
escuadra, que había zarpado del puerto de Buenos Aires para su campaña el 7 de
marzo, se situó frente al puerto. Su estrategia fue la de interponerse entre el
puerto y los buques enemigos y atacarlos. Estaba frente a la pequeña bahía del
Puerto del Buceo, el lugar que las fuerzas invasoras inglesas al mando de
Samuel Auchmuty habían elegido para desembarcar en 1807.
Las fuerzas de
Brown estaban compuestas por la fragata Hércules; las corbetas Céfiro, Belfast,
Agradable y Halcón; el bergantín Nancy; las sumacas Itatí y Trinidad; las
goletas Esperanza, Juliet y Fortuna; la balandra Carmen y la cañonera
Americana. Más tarde se agregarían los faluchos San Martín y San Luis.
Estaba al frente
de la escuadra española el capitán de navío Miguel de la Sierra, comandante del
Apostadero de Montevideo. Había llegado en 1811 trayendo de España a Francisco
Javier de Elío, el último virrey designado para las Provincias Unidas del Río
de la Plata.
Contaba con el
queche Hiena, con las corbetas Mercurio, Neptuno y Mercedes; la goleta Paloma;
los bergantines San José y Cisne; la balandra Potrera; el lugre San Carlos y el
falucho Fama.
La acción se
desarrolló a unas diez millas náuticas al este del puerto de Montevideo. Brown
quería que la acción se desarrollase fuera del alcance de los 175 cañones con
los que contaba la ciudad para la defensa. El día 14 el almirante enfiló hacia
la isla de Flores y los españoles lo siguieron durante dos horas, cayendo en su
trampa, gracias a la habilidad de los marineros y a la ligereza de los buques.
Cuando Brown consideró que estaban lo suficientemente lejos del puerto, los
buques patriotas dieron la vuelta y se desató un violento intercambio de
metralla por cerca de media hora y ambas flotas se alejaron.
Sin embargo, la
balandra española La Podrida logró apresar al falucho patriota San Luis y a dos
pequeñas embarcaciones. Sus tripulaciones se arrojaron al agua y murió ahogado
el subteniente Nicolás Picón, que estaba herido.
Ese día terminó
sin un claro vencedor.
Al día siguiente,
el mal tiempo impidió llevar adelante cualquier acción. A la una de la tarde,
ambas flotas fondearon. El 16, gracias al viento que lo favorecía, Brown dio la
orden de perseguir al enemigo, pero al mediodía el viento amainó y fue
necesario el auxilio de lanchas para el remolque.
Por la tarde con
el tiempo mejorado el jefe patriota, que había abordado la sumaca Itatí -ligera
y ágil para maniobrar- armada con 18 cañones, encabezó el ataque sobre un
bergantín español que se había retrasado. Sufrió la fractura de una pierna por
el retroceso de un cañon y fue llevado a la Hércules desde donde, entablillado
por el cirujano Bernardo Campbell en la misma cubierta, continuó impartiendo
órdenes.
La Hércules apuntó
su fuego contra los buques que estaban en retaguardia, provocando la rendición
del San José, Neptuno y Paloma.
El resto de los
buques enemigos, amparados por la noche, huyeron hacia el puerto, siendo
perseguidos por la Hércules y llegó tan cerca de la costa que quedó a tiro de
las baterías.
El bergantín
Cisne, la balandra de Castro y una goleta, al ver que no podían llegar a
puerto, se internaron en una bahía e incendiaron dos embarcaciones, y sus
tripulaciones huyeron hacia el cerro de Montevideo.
En la mañana del
17 todo había terminado. Al ingresar Brown a la rada de Montevideo, disparó 25
cañonazos. Carlos María de Alvear, que ese día asumió el mando de las tropas
sitiadoras de la ciudad, anunció que “el sol y la victoria se presentaron a un
mismo tiempo en este memorable día”.
El 19, a las seis
y media de la tarde los repiques de campana en Buenos Aires anunciaron la
victoria; la buena nueva la había llevado la goleta Itatí.
El 23 Brown entró
al puerto de Buenos Aires, con tres barcos capturados y con 417 prisioneros,
entre ellos 33 oficiales y centenares de marineros. Había dejado al mando del
bloqueo a Oliverio Russell. Al día siguiente, llegaron los barcos patriotas.
Habían capturado una enorme cantidad de armas, municiones y cañones.
El bloqueo
continuó con el Belfast, la Zephir, Juliet y la corbeta Halcón hasta que el 23
de junio Montevideo se rindió. El 6 de julio, recién cuando supo que la ciudad
había caído, hizo lo propio el experimentado marino Jacinto de Romarate, quien
se trasladó a Río de Janeiro y regresó a España.
Luego de esta
victoria, Brown recibió el grado de almirante.
Desde Cuyo, José
de San Martín dijo que el triunfo de Brown había sido lo más grande que hasta
entonces había logrado la revolución iniciada en 1810. Fue el fin del predominio
español de las aguas del Río de la Plata.
Desde 1960, se
instituyó el 17 de mayo como el Día de la Armada y evoca una de las tantas
hazañas de ese genial irlandés que con lo justo hizo demasiado por la
independencia de América.
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