UN PASADO DE GRANDEZA QUE DEBERÍA UNIRNOS
La Nación, editorial, 3 de febrero de 2019
Como
parte de las celebraciones previstas para 2021, con motivo del bicentenario de
la independencia de la hermana República del Perú se prepara la emisión de un
billete de doscientos soles con la efigie del general José de San Martín. Este
reconocimiento al Libertador de América merece destacarse, toda vez que en su
propia tierra nuestro ilustre prócer es muchas veces olvidado.
En
nuestro país, oscilamos entre una utilización facciosa de la historia o caemos
en la más absoluta de las indiferencias. Muchas veces, por no querer afrontar
los desafíos del porvenir, nos quedamos empantanados en debates sobre nuestro
pasado que poco suman a la discusión política que deberíamos dar hacia adelante
y no mirando exclusivamente por el espejo retrovisor. Buscar la legitimidad,
recogiendo los valores de algunos de los muchos personajes del pasado que
compartimos, es aceptar que todos cargan con sus luces y sus sombras, pero que
son parte de nuestro patrimonio cultural, de nuestras raíces como Nación.
Vale
recordar lo que dijo Nicolás Avellaneda, al recibir precisamente los restos del
general San Martín cuando llegaron a Buenos Aires desde Francia, 30 años
después de su muerte, respetando la voluntad del insigne militar para que su
corazón descansara en Buenos Aires: "Los pueblos que respetan sus
tradiciones y se fundan en tumbas gloriosas son los que mejor preparan el
porvenir".
La
Argentina tiene por delante un enorme desafío: el de concluir con este largo
ciclo de decadencia y degradación. Tomar como ejemplo el vasto legado
sanmartiniano debería ser un excelente pilar para lograrlo.
El tan
largo como vergonzoso proceso inflacionario de más de setenta años de duración
refleja la ineptitud dirigencial para resolver un problema que obliga a emitir
billetes de mayor valor nominal. Para equiparar el valor de aquel billete de
cien pesos de 2001, hoy deberíamos emitir uno de cuatro mil o cinco mil pesos.
Si bien es cierto que la nueva familia de billetes con animales creada por el
Banco Central, inspirada en la fauna argentina, constituyó una feliz idea, no
deberíamos descartar que, a futuro, se emita un billete de mayor valor que
lleve la imagen de San Martín.
Retomar
la senda trazada por nuestros héroes patrios sería una manera de comenzar a
unirnos. La figura del Libertador, quien consolidó el proceso emancipador
iniciado en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, el único territorio que nunca
pudo recuperar la corona de España, capaz de cruzar una de las cordilleras más
elevadas del globo con su ejército de los Andes, liberando a Chile y luego a
Perú, estuvo al frente de una empresa ciclópea.
El
general San Martín ha dejado, además, numerosas enseñanzas de trascendente
actualidad que bien podríamos aprovechar a la hora de aglutinar voluntades de
cara al futuro para revertir nuestra decadencia. San Martín era un hombre que
amaba la libertad, pero sabía que ninguna empresa era posible sin orden y
disciplina. Se había fijado una meta tan importante como la libertad de América
y rechazaba las discusiones sobre régimen de gobierno, si república o
monarquía, si unitarismo o federalismo, mientras no se lograra la meta
prioritaria de la independencia. Primero, sostenía, debíamos ser libres, para
recién después discutir cómo gobernarnos. Por eso, bregó para que el Congreso
de Tucumán declarara la independencia, pidiendo a las facciones que postergaran
sus disputas para el futuro.
Conocía
bien el mundo de entonces y tenía claro que no estábamos solos en él -de igual
modo que hoy en día-, consciente de que los acontecimientos exteriores nos incumbían.
Cultivó
la austeridad, supo del honor, del sacrificio y no dudó en dar un paso al
costado para evitar demorar el gran objetivo de la independencia. Con humildad
y sapiencia, se negó tanto a ser cabeza de un partido como a ser utilizado por
ellos.
Demostró
dotes de administrador como gobernador de Cuyo y protector del Perú, siendo
evidente su preocupación por la educación popular, como que Mendoza le debe su
primer colegio secundario, al tiempo que fundó la biblioteca pública del Perú.
Fue
también un gran organizador. De la nada, armó un ejército de línea capaz de
batirse de igual a igual con fuerzas fogueadas en la guerra con Napoleón, que
llegaron aquí después de 1814.
El país
necesita acuerdos fundantes para salir adelante y recuperar su lugar en un
mundo que enfrenta enormes transformaciones científico-tecnológicas. Tenemos
por delante grandes desafíos; para las personas de coraje se han hecho las
grandes empresas, nos diría ahora el Padre de la Patria, instándonos a unirnos,
a ser más tolerantes y dispuestos a pensar con más grandeza, haciendo foco en
las generaciones futuras, saliendo del día a día y del cortoplacismo que nos
llevan a la mediocridad, al enfrentamiento y al empobrecimiento.
No fue
este el destino que soñaron ni por el que muchos dejaron incluso su vida, entre
ellos, superlativamente San Martín, el protagonista fundamental de la
emancipación americana, sin duda uno de los padres fundadores que nos dieron
las instituciones y que organizaron el Estado nacional.