Por Silvina Premat
| LA NACION, 21-8-15
Durante años quienes visitaban el Cabildo de Buenos
Aires escuchaban a las guías afirmar muy seguras: "Ese reloj fue un
obsequio a los cabildantes hecho por el general inglés William Beresford en
1806". O: "Aquel tintero perteneció a Cornelio Saavedra, presidente
de la Junta". Ahora esos objetos ya no se exhiben al público. Fueron retirados
luego de verificarse que no eran lo que se decía que eran.
En los 75 años que lleva como Museo Nacional del
Cabildo y la Revolución de Mayo, crecieron entre sus muros leyendas que no se
corresponden con la realidad histórica. Entre ellas se incluye la imprenta que
siempre se dijo que había pertenecido a los niños expósitos y hasta la joya
mayor de la colección del Cabildo: la Bandera que supuestamente se conservó
como trofeo de la batalla de Suipacha. Las crecientes dudas sobre su origen
obligaron a las nuevas autoridades del museo a tomar la decisión de
rebautizarla con el paradójico nombre de Bandera del Misterio, con lo que en
gran medida conserva un raro interés.
Por fin, Gabriel Di Meglio, director desde septiembre
pasado del Cabildo, que sólo en julio último fue visitado por 47.000 personas,
admitió la atribución equivocada del origen de algunas piezas. En cuanto Di
Meglio llegó, escuchó también él las leyendas y no dudó en contrastarlas con
las evidencias aportadas por la historia y las disciplinas de las que se vale
el conservadurismo. "Me fueron mostrando que había algunas cosas mal
atribuidas - dijo Di Meglio a LA NACION-. Es algo muy común en el mundo de los
objetos históricos. Lo mismo pasa en el arte; a veces se atribuyen cosas con
muy poco criterio. En general, en todos los museos del mundo pueden haber cosas
que no sean lo que se dice que son."
Según la responsable de Gestión de colecciones del
Cabildo, la museóloga y especialista en conservación de papel Virginia
González, no hay documentación cierta sobre el origen del 90% de 500 piezas del
patrimonio del museo. Las 800 restantes son periódicos (ejemplares de La
Gaceta).
Para Di Meglio, sin embargo, "la mayor parte de
las cosas están bien". Experto en la época revolucionaria de principios
del siglo XIX, Di Meglio es el tercer director del Museo del Cabildo en los
últimos dos años. Sucedió a Araceli Bellota, que había asumido la dirección
interina en julio de 2014 cuando renunció a ese cargo Víctor Ramos a poco más
de un año de haberlo aceptado. Ramos, a su vez, reemplazó a María Angélica
Vernet, que había sido apartada luego de dirigir el Cabildo desde los años 80.
"Cuando comencé a colaborar con el museo como
guía, mientras aún estudiaba museología contaba a los visitantes la historia
del reloj que regaló Beresford a los cabildantes", recuerda González,
quien integra el staff del Cabildo desde 2002.
Su primera tarea fue completar un inventario
inconcluso, por lo que debió registrar todas las piezas del patrimonio. En los
últimos dos años, cuando las autoridades del museo se lo permitieron, concretó
los estudios sobre objetos que desenmascararon finalmente cantidad de
falsedades que seguían repitiéndose desde hacía largo tiempo.
El dato de que hay documentación cierta sólo del 10%
del patrimonio del Cabildo no implica la falsedad, sino la falta de certeza
sobre la procedencia de las piezas.
"Eso pasó porque no había reglamentación para las
donaciones y cualquiera podía traer un objeto diciendo que había pertenecido a
su tatarabuelo fulano y nadie verificaba nada", dijo la especialista. Y
agregó además: "Ahora ya no es así. En los últimos diez años, la Dirección
Nacional de Patrimonio se dedicó fuertemente a desarrollar una compleja y
precisa normativa que regula las donaciones y los préstamos de bienes
culturales".
Las sospechas en González fueron alimentadas por la
cantidad de "se dice que...", "se cuenta que..." que
quitaban credibilidad a la presentación de la muestra permanente del museo.
"Nos pusimos a investigar porque los objetos tienen que decir algo al
visitante, si no lo hacen no tiene sentido que estén allí."
CUATRO LEYENDAS
1. Bandera de Suipacha
Se decía que había sido tomada a los realistas en la
batalla de Suipacha, en 1810, cerca de Tupiza (actual Bolivia). Historiadores
uruguayos dijeron durante años que no podía ser de esa batalla porque tiene el
escudo realista y cuatro escudos de Montevideo.
Hoy se sabe que fue capturada a los
contrarrevolucionarios. Pero no hay datos para dilucidar si fue recogida en
1814 por los revolucionarios cuando tomaron Montevideo o si estuvo en Suipacha.
Sigue expuesta como "la bandera del misterio"
2. Tintero de Saavedra
Se decía que era un tintero que perteneció a Cornelio
Saavedra, presidente de la Primera Junta.
Hoy se sabe que el objeto que se exhibía no era un
tintero, sino una especie de cenicero, que, además, no pudo haber pertenecido a
Saavedra porque es de bronce bañado en plata, una práctica que era inexistente
a principios del siglo XIX. Así lo determinó un técnico en artes aplicadas que
fue convocado por las autoridades del Museo del Cabildo. Ya no se exhibe
3. Reloj de Beresford
Se decía que el general William Carr Beresford había
concurrido al Cabildo, en la época de las invasiones inglesas, para reunirse
con los cabildantes. Pero no los encontró y, enojado por la impuntualidad, se
fue y regresó con un reloj que puso en la puerta y dijo: "Para que tengan
presente la hora".
Hoy se sabe que, si eso sucedió realmente, el reloj
que obsequió Beresford no es el que se exhibía. Un experto en relojes
históricos lo dató a fines del siglo. Y el episodio del relato es de 1806. Ya
no se exhibe
4. Imprenta
Se decía que había pertenecido a la famosa imprenta de
los niños expósitos que funcionó en la Manzana de las Luces en la época del
virrey Juan José de Vértiz. Fue reclamada durante muchos años por el gobierno
de la provincia de Misiones.
Hoy se sabe que es una reconstrucción realizada en
1942 con partes originales de una imprenta de fines del siglo XVIII usada por
el Cabildo en 1816 para dar a conocer su decisiones. El pedido de Misiones
caducó. Se exhibe como "Prensa tipográfica".