HOMENAJE INGLÉS A LA BANDERA ARGENTINA

 


27 de febrero de 1850

 

Francia y Reino Unido impusieron en 1845 un bloqueo naval de cinco años de duración a la Confederación Argentina gobernada por Juan Manuel de Rosas, cerrando el puerto de Buenos Aires al comercio naval. La armada anglofrancesa ingresó a las aguas interiores de la Argentina, con el fin de vender sus productos, cuando Rosas mantuvo una política proteccionista.

Un compromiso clave en el bloqueo fue la batalla de la Vuelta de Obligado, donde una flota británica y francesa combinada forzó su camino en el río Paraná a pesar de la feroz resistencia de las fuerzas argentinas. Aunque las fuerzas británicas y francesas aplastaron las fuerzas argentinas, causando muertes espantosas, el daño a la flota anglo-francesa fue tan extensa que permaneció 40 días en Obligado haciendo reparaciones. La expedición también resultó ser un fracaso comercial, ya que Paraguay demostró ser menos rico de lo esperado y los buques mercantes se vieron obligados a regresar con muchos de sus bienes sin vender. A su regreso la flota nuevamente enfrentó una feroz resistencia con varios buques mercantes hundidos por fuego de cañón.

Mientras que el comandante británico William Gore Ouseley pidió fuerzas adicionales para apoyar una campaña continua, una serie de factores obligó a los británicos a romper con sus aliados franceses. El resultado de la expedición, así como el costo de la victoria y las oportunidades comerciales limitadas cambiaron las actitudes británicas. Argentina tenía una deuda sustancial con Baring Brothers y suspensión de pagos debido a las preocupaciones financieras que había causado el bloqueo. A su vez, el periódico The Times había publicado una alegación de que Ouseley tenía intereses financieros personales en el bloqueo, provocando un escándalo político.

Las noticias de los combates entre argentinos y los anglo-franceses en el río Paraná llegaron a Europa en 1846. Causaron una gran desilusión, y obligaron a los gobiernos de las potencias atacantes a cambiar de estrategia. En una discusión en la Cámara de los Lores, declaró lord Palmerston:

Todos sabemos que el comercio inglés ha sufrido considerablemente con motivo de las medidas adoptadas por el gobierno inglés para poner término a la guerra entre Buenos Aires y Montevideo. El lenguaje del gobierno cuando se lo ha interrogado sobre estos negocios ha sido de paz; pero los actos de nuestras autoridades en aquellos puntos han sido ciertamente actos de guerra. En primer lugar un bloqueo; en segundo lugar desembarcaron fuerzas inglesas en territorio argentino y asaltaron baterías; hubo después captura de buques de guerra argentinos y un aviso para la venta de esos buques como tomados en una guerra. Quiero saber, pues, si estamos actualmente en guerra o no con Buenos Aires. Si estamos en guerra con Buenos Aires, este hecho no se ha comunicado. Si estamos en paz con Buenos Aires, ¿Cómo pueden conciliarse estas medidas de guerra? ¿Las ha aprobado Su majestad?

El gobierno británico ordenó a su escuadra abandonar el Paraná, medida que fue imitada por el gabinete francés. El primer ministro Robert Peel envió a Buenos Aires a Thomas Samuel Hood, que años atrás había sido cónsul británico en Montevideo, para reiniciar discusiones pacíficas. También el gobierno francés lo nombró su representante.

Hood se entrevistó con Rosas el 13 de julio de 1846, y le presentó las instrucciones de Lord Aberdeen y François Guizot: suspensión de hostilidades, desarme de los extranjeros en Montevideo, retirada de las tropas argentinas del Uruguay, levantamiento del bloqueo, devolución de Martín García y de los buques apresados, reconocimiento de la soberanía plena de la Argentina en el Paraná, elecciones libres en Uruguay, y amplia amnistía. En caso de que las autoridades de Montevideo rechazaran estas condiciones, Francia y Reino Unido las abandonarían a su suerte.

La revolución que llevó a la Segunda República en Francia separó nítidamente los intereses internacionales de ese país y el Reino Unido. En todas sus empresas coloniales comenzaron a tener conflictos. La pretensión de Londres de que esta revolución haría más prudente y menos ambiciosa a Francia resultó completamente defraudada, ya que las nuevas autoridades intentaron mostrar un intenso interés en las conquistas en Asia y en África.

El gobierno británico decidió que los sucesivos fracasos de su política en el Río de la Plata, con su pésimo efecto sobre sus intereses comerciales en esa región, debían ser solucionados con urgencia. Solo entonces parecieron descubrir que estaban pretendiendo mediar ante un gobierno argentino con el que no tenían relaciones diplomáticas oficiales, desde la retirada del entonces embajador británico John Henry Mandeville, tres años antes.

Para ocupar el cargo de embajador en Buenos Aires fue nombrado sir Henry Southern, que tenía gran experiencia y que conocía perfectamente el idioma español, ya que había sido embajador en Madrid durante varios años.

El nuevo embajadador llegó el 5 de octubre de 1847 a Buenos Aires, y presentó sus credenciales al Ministro Felipe Arana. Pero Rosas ordenó a éste no recibirlas, hasta que el Reino Unido accediera a firmar un acuerdo, sobre las bases Hood. Southern se dio cuenta de que, si se negaba, habría navegado 9.000 millas para fracasar el primer día. Cedió de palabra a todo, suplicó que se le permitiera residir en Buenos Aires, se entrevistó varias veces con Manuelita Rosas, a quien trató como una amiga. Logró por el momento residir en Buenos Aires. En diciembre, tras cursar una nota por demás halagadora para el gobernador, ofreciendo tratar todo el conflicto sobre las bases Hood, logró finalmente ser recibido por Rosas en carácter de agente diplomático. Inmediatamente escribió a Londres, presentando el fruto de sus cesiones como un triunfo.

A principios de 1849, Southern recibió orden de llegar a un acuerdo final, sobre las bases que aceptara Rosas. La negociación fue muy larga, más que nada por la tendencia del gobernador a detenerse en detalles nimios. Pero, finalmente, el 24 de noviembre, se firmó la Convención para restablecer las perfectas relaciones de amistad entre la Confederación Argentina y Su Majestad Británica, también conocido como el Tratado Southern-Arana.

Por el mismo, se reconocía a la Confederación Argentina la plena soberanía sobre sus ríos interiores, incluido el río Uruguay en común con la República Oriental. Además se reconocía el derecho de la Argentina de solucionar sus diferendos con el gobierno uruguayo por vías pacíficas o bélicas sin intervención extranjeras, incluyendo el derecho a bloquear los puertos enemigos. También se le devolvían la flota capturada y la isla Martín García, y habría un desagravio de la bandera argentina por la flota británica.

El Reino Unido se reconocía vencido. El tratado es visto como un triunfo considerable para Rosas, ya que era la primera vez que los países sudamericanos emergentes fueron capaces de imponer su voluntad a dos imperios europeos.

El 27 de febrero de 1850, el Almirante Reynolds por orden de Su Majestad izó al tope de la fragata insignia de la flota británica la bandera argentina, y le rindió homenaje con 21 cañonazos.

 

(Fuente: Wikipedia)

 

No hay comentarios: