la victoriosa
batalla que coronó el éxito del Cruce de los Andes
POR CAROL
VITAGLIANO *
La Prensa, 11.02.2021
El 12 de febrero
de 1817, la victoria de Chacabuco coronó una operación única ejecutada por el
General José Francisco de San Martín y su Ejército de forma minuciosa y
brillante: el cruce de la Cordillera de los Andes.
Es justo recordar
que nada de lo alcanzado fue al azar, que cada logro del General San Martín y
su tropa fue el resultado de una exhaustiva planificación, de una permanente
instrucción, de un gran sacrificio y por sobre todo de una férrea voluntad.
Hacía apenas días
que el Libertador había logrado con éxito lo inesperado: sostener un frente de
operaciones de 800 km abasteciéndose de las provisiones trasladas desde el
Plumerillo, en total ausencia de población que pudiera auxiliarlos, atravesando
cadenas montañosas de 350 km de ancho, encontrando en su camino sólo valles
áridos, desafiando desfiladeros, nieves eternas y llegando a una altura de 5000
metros con todo lo que eso conlleva para la tropa y el ganado sobre el cual se
transportaba la totalidad de lo necesario para la campaña.
Tan importante fue
la hazaña del cruce que el propio Libertador no dudó en incluirla en el parte
de batalla con estas palabras: "Al Ejército de los Andes queda para
siempre la gloria de decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña,
pasamos las cordilleras más elevadas del globo; concluimos con los tiranos, y
dimos la libertad a Chile".
LOS PREPARATIVOS
Pero volviendo a
un nuevo aniversario de la Batalla de Chacabuco, los preparativos comenzaron el
día 11 de febrero cuando la información remitida por la inteligencia patriota
informaba que el Jefe realista Rafael Maroto, tomaría la cima de la Cuesta de
Chacabuco.
El Ejército de los
Andes comenzó la marcha a las dos de la mañana bajo la luz de la luna. El jefe
realista, había ubicado a sus hombres en la Cuesta Vieja con la intención de
descender a degüello con las primeras luces del alba. La posición de la columna
del general Soler le permitió avanzar sigilosamente sin ser vista; en cambio,
la columna del general O'Higgins estaba más expuesta y debía entrar en acción
antes de lo previsto, ocupando la cumbre del cerro, pero la lucha se complicó y
en poco tiempo las tropas enemigas se recompusieron. Ante esa situación, San
Martín decidió lanzarse al combate seguido por su escolta, en el momento en que
llegaba la columna de Soler.
FEROZ
ENFRENTAMIENTO
La pelea fue
feroz, todos desde el Jefe hasta el último soldado participaron en el combate,
que finalizó con la derrota del enemigo y un saldo de cuatrocientos muertos,
seiscientos prisioneros -entre ellos treinta oficiales realistas-, más de mil
fusiles, dos piezas de artillería y una inmensa cantidad de municiones.
Una parte
fundamental de la gloria alcanzada en esa jornada -donde los muertos patriotas
no alcanzaron a ser cincuenta- fue atribuida al desempeño de sus Granaderos, de
acuerdo a lo que San Martín escribió años más tarde a Guillermo Miller:
"La Batalla de Chacabuco puede decirse es la obra de los Granaderos a
Caballo...".
El Regimiento de
Granaderos no era una Unidad más, era el Cuerpo donde el Libertador en el
Cuartel del Retiro se dedicó a instruir uno a uno a sus integrantes en el uso
de las armas y a forjar su conducta y coraje, sabiendo de las cualidades del
soldado que necesitaría para una empresa tan compleja y ambiciosa como la
Campaña Libertadora de medio continente.
Indudablemente,
los valores que San Martín le había enseñado a cada uno de sus Granaderos hacía
varios años, y redactado en un Código de Honor, y la arenga al Ejército antes
de la batalla, habían calado muy hondo en cada uno de esos valientes al
escucharlo decir: "¡Soldados! Todos y cada uno de ustedes conocen el esfuerzo
y las dificultades por las que hemos pasado. Llegar hasta aquí es bastante,
pero nunca es suficiente. El enemigo espera, y espera bien armado, señores. Son
la esperanza de la América, cada uno de ustedes lleva consigo lo más
importante, ¡la libertad!...". Y lo dijo porque sabía con seguridad que
por la Libertad cada uno de los que formaban en sus filas estaban dispuestos a
darlo todo.
Era un momento
crucial para el cual se habían preparado, donde no había lugar para la duda ni
el temor, y por eso no sólo no se rindieron sino que lograron vencer de una
forma admirable, ya que según el propio Libertador: "...los Escuadrones
mandados por sus intrépidos Comandantes, y Oficiales cargaban del modo más
bravo, y distinguido; toda la Infantería enemiga quedó rota, y desecha; la
carnicería fue terrible, y la victoria completa y decisiva".
Al respecto
Gerónimo Espejo quien participó en la batalla, al redactar sus memorias en la
obra "El Paso de los Andes" aseveró: "Los estragos que causaron
los sables de los granaderos se conservarán tanto cuanto dure el recuerdo de su
nombre", y hoy podemos confirmar que son totalmente ciertas sus palabras
porque aún después de más de dos siglos se siguen recordando cada una de las
acciones de los Granaderos y su nombre sigue tan vigente como antaño por sus
valores, coraje y por la admiración que siguen causando por su gloriosa
historia y su intachable presente.
AL FRENTE DE SUS
GRANADEROS
Algo que el propio
Libertador omitió de los acontecimientos de esa fecha, fue que él mismo se
colocó al frente de sus granaderos y revirtió todo el curso de la batalla, tal
como lo explica el testimonio del mismo Rufino Guido al decir: "Vimos
llegar a nuestro General con la bandera de los Andes en la mano y a la
infantería (Batallones 7 y 8) que formaban en columnas de ataque, los que como
el Regimiento (de Granaderos a Caballo), recibimos la orden de cargar al
enemigo. Todos la cumplimos inflamados de valor y entusiasmo, tal era la
confianza que teníamos en quien la ordenaba, y a pesar de la resistencia del
enemigo, por sus fuegos al emprender nuestra carga, fue completamente
derrotado, no pudiendo resistir sino muy poco tiempo la carga por su frente y
el ataque simultáneo que recibía por su flanco izquierdo dado por el valiente
Necochea de la división del general Soler".
Una de las
primeras felicitaciones por la victoria de Chacabuco la recibió del General
Manuel Belgrano, quien a través de una carta escrita en Tucumán y fechada el
día 26 de febrero de 1817 le decía que: "Los Pueblos y Ejército de mi
mando, llenos de júbilo y contento, ven en Vuestra Excelencia el Libertador de
Chile, y le dan las gracias por el beneficio que deben a sus nobles esfuerzos,
felicitándolo conmigo, igualmente que a sus compañeros de armas, que han sabido
seguir las huellas que Vuestra Excelencia les trazó para cubrirse de glorias
las armas de la Nación, sacar de la opresión a nuestros hermanos, y afianzar
para siempre la independencia de la América del Sud".
DISTINCIONES
Es por todo lo
ocurrido y particularmente por la decisiva acción del Libertador y la bravura
de su Ejército en esta memorable batalla, que sus actos heroicos fueron
distinguidos por el Gobierno. El General San Martín recibió un escudo especial
de paño azul, bordado de realce en oro y adornado con brillantes-rayos y picos
de estrellas-con la leyenda: "La Patria en Chacabuco - Al vencedor de los
Andes y Libertador de Chile", que se aprecia claramente en el retrato del
Libertador pintado en 1817 por el artista peruano José Gil de Castro que se encuentra
expuesto en el Museo del Regimiento.
Sin lugar a dudas,
los reconocimientos a los vencedores fueron otorgados considerando las palabras
del Padre de la Patria que al respecto mencionó que todos los prósperos sucesos
que permitieron esa primera victoria en suelo chileno fueron consecuencia de la
disciplina y constancia que habían manifestado los Jefes, Oficiales y tropa, y
de acuerdo a su opinión todos ellos eran dignos merecedores del aprecio de sus
conciudadanos.
Por eso, en esta
fecha tan significativa dentro de historia de la emancipación americana, es
menester recordar que los valores y la valentía que San Martín les infundió a
sus Granaderos fueron demostrados cabalmente en cada uno de los campos de
Batalla donde cumpliendo con su deber y blandiendo sus sables montados en sus
nobles corceles dieron trascendentales muestras de su coraje e hidalguía.
* Licenciada.
Directora Museo del Regimiento de Granaderos a Caballo "General San
Martín".
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