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SEMBLANZA

 

 de Martín Miguel de Güemes

 

Por Jorge Martín Flores

La Prensa, 16.06.2025

 

El General Martín Miguel Juan de Mata de Güemes Montero de Goyechea y la Corte nació en Salta el 8 de febrero de 1785, en el entonces Virreinato del Río de la Plata. Pertenecía a una tradicional familia de raigambre hispano católica, aristocrática, conformada por nueve hermanos, acomodada, prestigiosa y sobresaliente por sus orígenes y servicios al Rey y a la América Española. Su padre era Gabriel de Güemes Montero, oriundo de Santander España y tesorero de las Cajas Reales de España. Y su madre María Magdalena de Goyechea y la Corte, nacida en Jujuy, era descendiente directa del fundador de ésta última ciudad.

 

Su formación educativa esencial la recibió en su familia y a través de maestros particulares. Era un hombre de amplia y elevada cultura. No solamente creció vinculado a los sectores acomodados de la ciudad, sino que se codeaba con la peonada de gauchos a los que trataba de igual a igual. Aprendió a montar caballos con excelencia y ¡hasta lograba domarlos con presteza!

 

CARRERA MILITAR

 

Siguiendo el ejemplo de su abuelo materno, se abrazó a la carrera de las armas. El 13 de febrero de 1799 se incorporó como cadete a la 7ma Compañía del III Batallón del Regimiento de Infantería Fijo de Buenos Aires, que tenía su asiento en la ciudad de Salta. Tenía solamente 14 años. Y allí conoció la provincia como la palma de su mano.

 

En 1805 por disposición virreinal fue trasladado a Buenos Aires en donde tiene una distinguida participación contra las invasiones inglesas, siendo ayudante del General en Jefe de la Reconquista Don Santiago de Liniers.

 

COMBATIENDO A LOS INGLESES (1806-1807)

 

El 12 de agosto de 1806 día de la Reconquista de Buenos Aires ante las invasiones inglesas al Río de la Plata, Güemes realizó una hazaña gigantesca, conocida como “La toma del Justina” (12-8-1806). El joven Martín Miguel de Güemes, cadete de 21 años llevó a cabo su bautismo de fuego: junto con sus compañeros jinetes de los Húsares de Pueyrredón, se metieron en el Río de la Plata con el agua de sus caballos hasta el cuello, abordaron un barco ingles tripulado por más de 100 personas y armado con 26 cañones y que se había encallado en el puerto de Buenos Aires y lo obligaron a rendirse.

 

¡Ficción dirán! Para nada, historia pura… ¡Güemes a pura guapeza gaucha obligó a un barco inglés a rendirse!

 

Este hecho es reconocido por los mismos británicos. Decía el entonces capitán británico Alexander Gillespie, quien en su diario de guerra editado en Londres en 1818 como Gleanings and remarkes (traducida en 1921 bajo el título de Buenos Aires y el Interior):

 

“El Justina, de 26 cañones, tripulado con oficiales y cien marineros, de la escuadra de Popham, además de la propia dotación, que se había acercado a tierra, lo más posible, peleó bien y sus cañones impidieron todos los movimientos de los españoles, no solo por la ribera, sino también en las diferentes calles que se ocuparon, expuestas a su fuego. Y ofrece un fenómeno en los acontecimientos militares, el haber sido abordado y tomado por caballería al terminar el 12 de agosto de 1806, a causa de una bajante súbita del río.”

 

Durante la segunda etapa de la invasión inglesa (1807) fue designado para combatir el contrabando realizado por los comerciantes criollos corruptos aliados al usurpador inglés en Montevideo. Cumpliendo con honor su misión. De regreso en Salta el gobernador de esa provincia dispuso su incorporación a la guarnición de la Plaza con el grado de teniente. Luego la Suprema Junta Gubernativa del reino en Sevilla en 1809, lo ascendió a subteniente efectivo del Regimiento de Infantería de Buenos Aires.

 

ANTE EL PRONUNCIAMIENTO DE MAYO (1810)

 

Tras el estallido de la Revolución de Mayo, se encontraba en Buenos Aires. Salta fue la primera provincia que respondió a la autonomía proclamada por la Junta Provincial Gubernativa de Mayo, la cual había jurado fidelidad al rey preso Fernando VII.

 

Güemes se incorporó a las fuerzas que la Junta de 1810 sobre el Alto Perú, para enfrentar a las tropas favorables al Consejo de Regencia Español, contribuyendo con una partida de 70 hombres a la victoria de la batalla de Suipacha, el 7 de noviembre de 1810, primer triunfo de las armas patriotas.

 

COMANDANTE DE LAS AVANZADAS DE SALTA

 

En 1814, José de San Martín fue nombrado como Jefe del Ejército Auxiliador del Norte – reemplazando a Manuel Belgrano- nombró a Martín Miguel de Güemes comandante de las avanzadas de Salta, para defender la frontera norte de las invasiones realistas provenientes del Perú y del Alto Perú (actual Bolivia). Convirtiéndolo en una pieza clave para su proyecto estratégico de lucha por la independencia.

 

GOBERNADOR DE SALTA

 

El 6 de Mayo de 1815 el Cabildo de Salta, a petición del pueblo de la ciudad, designa a Güemes “Gobernador de la Intendencia de Salta”, que comprendía las actuales provincias de Salta y Jujuy y la región boliviana de Tarija.

 

El Director Interino Álvarez Thomas lo reconoce a mediados de junio de 1815.

 

LA GUERRA GAUCHA (1814-1821)

 

Es conocida la prolífica acción de nuestro héroe en la guerra por la independencia, llenándose de laureles con la denominada Guerra Gaucha (1814-1821), que manifestó su visión de estadista y militar americano. Consistió en una guerra de desgaste o guerra de guerrillas. Conocedores del terreno (sus ríos, valles y quebradas) los gauchos de Güemes atacaban por sorpresa y a gran velocidad a las tropas realistas que invadían el territorio norteño. Golpeaban y desaparecían. Causando gran descalabro en las fuerzas enemigas. Desgastándolo permanentemente, privándolos de recursos para subsistir, quitándoles el armamento y venciéndolos por el agotamiento causado con estos enfrentamientos.

 

Decía Güemes a Belgrano en 1818: “¿No he de alabar la conducta y la virtud de los gauchos? Ellos trabajan personalmente, y no exceptúan ni aún el solo caballo que tienen, cuando los que reportan ventajas de la Revolución no piensan otra cosa que engrosar sus caudales”.

 

ESPERANZA SE PRONUNCIA GÜEMES: EL RECHAZO A LA TERCERA INVASIÓN REALISTA

 

La tercera invasión realista al mando del General realista De la Serna se produjo en un momento en que América del Sur había sido reconquistada por el Ejército Español, excepto la actual República Argentina, el Uruguay que había sido ocupado por los portugueses y el Paraguay que se mantenía en su aislamiento.

 

Durante seis meses Güemes y sus milicias gauchas destrozaron un ejército que sólo controlaba el suelo que pisaba, habiendo sido acosado en no menos de 50 combates, debiendo retirarse “militarmente vencido en lucha franca, moralmente humillado y hecho materialmente pedazos en su personal y material”.

 

El 28 de mayo de 1817 el Director Supremo de las Provincias Unidas de Sudamérica Juan Martín de Pueyrredón dicta un decreto, reconociendo los excepcionales servicios prestados por Güemes; y en mérito a su brillante actuación, el gobierno lo premió con una medalla de oro y una pensión vitalicia para su primer hijo; una medalla de plata con trazos de oro para los jefes, una puramente de plata para los oficiales y para la tropa un escudo de paño con la inscripción: “A los heroicos defensores de Salta”

 

¿QUÉ IMPORTANCIA TUVO LA GUERRA GAUCHA PARA LA INDEPENDENCIA SUDAMERICANA?

 

Resistiendo con su escudo humano de montoneras de a caballo, le abrió el camino a San Martín que luego de conformar su ejército de los Andes, cruzaba las alturas de la cordillera para librar los combates por la independencia de la América del Sud. Güemes y sus gauchos infernales rechazaron sucesivamente ni más ni menos que ¡ocho invasiones de las mejores fuerzas realistas! Y ello permitió que la causa de la independencia en nuestras tierras siguiera de pie.

 

Como las fuerzas realistas no podían vencerlo con el poder de las armas. Intentaron corromperlo a través del soborno. El virrey La Serna envió tres emisarios ante don Martín Miguel, ofreciéndole dinero para abandonar la contienda. Güemes los despachó con el temple de un verdadero caballero cristiano hispanoamericano:

 

“Decid a vuestro virrey, señores -arrojando al suelo la carta con ademán suave y majestuoso-, que Martín Güemes, rico y no me por su nacimiento, ha sacrificado su fortuna entera al servicio de la Patria; y que para él, no hay títulos más hobrossos que el amor de sus soldados y la estimación de sus conciudadanos”.

 

Sintetizamos este punto, con los hermosos versos por Gustavo García Saravi en su poemario “Cómo se canta a la Patria”: "Allá en el norte, altivo, intransferible, como un torreón de furia, como un hito mágicamente eterno e infinito enarbola su muerte indestructible, iza su batallón -la fe temible- su silencio, sus lágrimas, su grito, sus oscuros caballos de granito, y este país de entonces, invisible, tierra desarrollada, madre seca, se aguanta en asombrosos y pedazos, imprecación la paz, ir la rueca. El caudillo del monte y la bravura muele en su triunfo penas y lanzazos. (Y en su sangre, la patria se inaugura).”

 

LOS ENEMIGOS DE GÜEMES

 

En palabras del Dr. Antonio Caponnetto: “Los enemigos de Güemes eran internos y externos. Los último obviamente, lo componían los llamados ejércitos realistas. Pero los primeros eran aún peores. Porque no combatían al caudillo en batalla frontal y campal abierta, sino que se aliaban secreta, reptílicamente con los enemigos. Porque no lo combatían por razones políticas, sino de oportunismo financiero, egoísta en particular. Eran en un sentido estricto de la palabra una oligarquía altiva”.

 

Güemes, servidor del bien común había ordenado su gobierno en la Intendencia de Salta hacia la causa de la libertad. Para ello perdonó las deudas de sus guachos y pidió contribuciones a los hacendados y comerciantes para que colaborasen con la lucha. En primera instancia todos habían servido a la Patria con gusto.

 

Pero con la prolongación de la guerra y con la falta de contribución económica de Buenos Aires (que había dejado a Salta a su suerte), se hizo notar el descontento de aquellos que tenían mayores riquezas y que ya no quisieron seguir colaborando con las necesidades de la Patria.

 

Tildaban a Güemes de “tirano” y “déspota” y estaban vinculados a los intereses centralistas y liberales de Buenos Aires. Crearon un Partido llamado “Patria Nueva” y aprovechando la ocasión en que el Gobernador de Salta, presionaron al cabildo y nombraron un nuevo gobernador afín a sus intereses.

Continúa nuestro maestro y amigo Don Antonio Caponnetto: “Una facción que privilegiaba la riqueza por encima de todo, cuya ideología distintiva era el liberalismo y el modernismo cultural y espiritual, esto es, el desarraigo. Por eso se llamaron a sí mismos “La Patria Nueva” por desdén a la Patria antigua y eterna, a la de la cruz y el sable, a la del poncho y la tacuara. Fue este enemigo interno el que hacía de informante de los realistas, el que propiciaba las invasiones, el que incluso las solventaba económicamente”.

 

Cuando el 29 de mayo de 1821 Güemes retornó a la ciudad de Salta, era esperado por una partida para detenerlo y enfrentarlo. Pero cuando lo vieron y escucharon su voz de mando, fue aclamado por la mayoría de los salteños bajo el grito “¡Viva Güemes!”. Era el líder indiscutido de Salta.

 

Los revolucionarios se habían ocultado o huido hacia el norte, llegando algunos hasta el cuartel general de Olañeta, jefe realista.

 

No dados por vencidos, los enemigos internos de Güemes abrieron las puertas de Salta a los realistas, traicionando a la Patria.

 

LA TRAICIÓN

 

El 7 de junio de 1821 una partida española, comandada por José María Valdés, apodado “el Barbarucho”, entró por sorpresa en la ciudad de Salta, produciendo una emboscada, en la que participan los 400 hombres de infantería. Y utilizando la información que le prestara Mariano Benítez, se cerraron todas las salidas y esquinas de la plaza, no quedando a Güemes más que montar en su caballo y saltar por sobre dos pelotones enemigos; pero al cruzar el Tagarete del Tineo (actual Avenida Belgrano), recibió un balazo. El heroico gaucho, sin apearse de su cabalgadura instigó a su caballo a que lo llevase al galope hasta el Campo de la Cruz. Allí, acompañado de un pelotón de leales e irreductibles hombres pidió ser transportado al campamento de la zona del Chamical en la Quebrada de la Horqueta, donde agonizaría sin un quejido, durante diez días, para entregar después su alma a Dios.

 

EL PASO A LA INMORTALIDAD

 

Así lo ha cantado el gran poeta e historiador Don Antonio Caponnetto: “Ha salido Güemes de la casa de Macacha. La oscuridad es casi total Monta de un salto y de memoria su caballo. Desenvaina el sable, viva dos veces a la Patria ¡Y carga! Carga solo contra las sombras. Un tiro del infierno le parte la espalda. Sus gauchos lo ven recostado sobre el cuello del caballo. Observan el gesto mudo de sus labios sellados por el dolor. ¿Puede seguir General? ¡Claro que puedo! -Dice Güemes- Penosa marcha que dura la noche y la mañana del día siguiente. Hasta que su cuerpo desangrado reposa en un modesto catre de campamento gaucho. Lloraron los hombres y las cosas de Salta aquella noche. Las lágrimas de las cosas, las cosas que tienen lágrimas. Lloraron los rostros desgajados y negros de sus infernales. Los ponchos empezaban a cruzar sus bandas negras. Y toda Salta la lloró en vidalas y entró en el ámbito triunfal de la leyenda. Y entre el sollozo de su gente, Salta lo devolvió a la tierra. En mineral visión surgió la luna por el azul sendero de la noche. Y en caminos de sangre fue corriendo por la fibra al hombre. Y palpitó la caja su mensaje y la quena se alzó redonda y alta. Y hasta el fondo mineral del cerro esa noche el dolor se llamó Salta.”

 

En la Cañada de la Horqueta, Salta, el 17 de junio de 1821 moría con honor Martín Miguel de Güemes en la Cañada de la Horqueta. Cumpliendo su palabra: “A nada temo, porque he jurado defender la Independencia de América, y sellarla con mi sangre.” (21-10-1816). Luego de agonizar durante 10 días.

 

Durante su agonía, nuevamente sobornado por emisarios realistas, quienes les ofrecían asistencia médica para retrasar su muerte con la condición de entregar las armas, pero su respuesta, nuevamente fue lacónica: “No quiero favores con perjuicio para mi país: éste ha de ser libre a pesar del mundo entero.” Clavó en cruz su sable en el suelo y pidió juramento a sus oficiales para que continúen librando batalla hasta que Salta se vea libre de todos sus enemigo, cual bastión de la libertad en América: “Voy a dejarlos, pero me voy tranquilo, porque sé que tras de mí quedan ustedes, que sabrán defender la patria con el valor del que han dado pruebas”.

 

Había dado hasta la última gota de su sangre por la Patria. Tenía 36 años.

 

LEGADO

 

A 204 años de su paso a la eternidad, su legado sigue vigente y es un llamado de atención a nuestra generación para ser líderes, es decir, los primeros en el sacrificio y los últimos en las comodidades, sirviendo al bien común con el ejemplo personal:

 

"Trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa a que deben aspirar los patriotas desinteresados". (Carta de Güemes a Belgrano)

 

"¡Venid todos! Que yo en la escuela de los trabajos donde aprendieron mis bravas legiones el arte de la pelea, os enseñaré la ruta del honor y de la gloria" (Manifiesto del Gral Martín Miguel de Güemes a los jujeños – 1819).

 

 

Jorge Martín Flores

Profesor de Historia. Diplomado en Conducción y Liderazgo Sanmartiniano por la Escuela Superior de Guerra Conjunta. Vicepresidente del Movimiento Jóvenes por Malvinas.

RELACIÓN ENTRE SAN MARTÍN Y GUEMES


Conferencia magistral de incorporación como miembro de número de la Academia Sanmartiniana del General de Brigada (R) Rafael José Barni.

 

 

CONSULTA DE BIBLIOGRAFIA.

No digo que he consultado a todos los autores buscando una descripción de cual, cuando y de qué manera había sido la relación entre ambos próceres, pero sí creo haber consultado a los más importantes, entre ellos: Mitre, Pacífico Otero, Ricardo Rojas y los 8 tomos que con motivo del primer congreso internacional sobre San Martín en el año 1978, llevó a cabo el Instituto Sanmartiniano, pero las precisiones más importantes las encontré en los autores Güemesianos, comenzando por los 12 tomos de Luis Güemes de “Güemes documentado”, Atilio y Abel Cornejo, Bernardo Frías, Luis Colmenares, Sara Mata y Susana Martorell de Lanconi.

 

A excepción de los autores güemesianos, el resto de los que han escrito algo, lo hacen muy tangencialmente pero en casi todos los casos, no mencionan lo que tuvo que hacer Güemes para mantener esa relación, que no era ni más ni menos que formar parte activa y fundamental del Plan Continental de San Martín.

 

Quien expresa esto con mayor claridad es Ricardo Rojas en  “El santo de la espada” cuando dice “la guerra gaucha que subsistió hasta 1821, formó parte del Plan Continental, uno hostilizaba al Perú desde Salta y el otro desde Chile y el Pacífico….., la muerte de Güemes (17 junio 1821) hace fracasar una parte del plan. Esta convivencia consta en documentos y no ha sido debidamente consignado por los historiadores”.

 

Más recientemente, historiadores salteños manifestaron que “Güemes no está reconocido. Fue y sigue empequeñecido en la historia oficial por los porteños”. Esta queja reapareció en 1999 con motivo de la publicación de la “Nueva Historia Argentina”, de la Academia Nacional de la Historia.

 

Las quejas deben haber continuado, pues en el año 2006, se sancionó la ley Nro 26125, que declaró a Güemes héroe nacional.

 

Aprecio, con mi escasa experiencia en el ámbito de la Historia Argentina, que hay algo de cierto en lo que dice Ricardo Rojas y las recientes quejas de los historiadores salteños, pero también es cierto que el reconocimiento a Güemes, comenzó casi un siglo después de su muerte, cuando Bernardo Frías publicó en 1902 el primer tomo de su “Historia de Güemes” y fue Leopoldo Lugones en 1905 con “La Guerra Gaucha” quien mirando hacia los confines de la patria, incorporó el paisaje y la historia del Noroeste al mapa de la Argentina.

 

A ello habría que agregar, que la historia escrita por autores porteños, vio la luz mucho antes que la escrita por historiadores del interior y porque claramente tuvo mayor y mejor difusión.

 

Ninguna es perfecta ni absoluta, ambas contienen enfoques de la zona a la que pertenecen.

 

DESARROLLO

¿Desde cuándo comienza la relación entre ambos próceres?

 

Luis Güemes hace una larga explicación de dos personas que llegan a Buenos Aires en 1777 con la expedición del Teniente General Pedro de Cevallos. Son primos entre sí, José María Bustillo y Cevallos y el hijo de Manuel Escalada Bustillo y Cevallos, que es Antonio José de Escalada, futuro suegro de San Martín.

 

José M. Bustillo debe viajar al Alto Perú en 1779 y allí toma contacto con quien estaba a cargo de la tesorería, Gabriel Güemes, padre de nuestro prócer y por ser ambos del mismo pueblo en España, estaban unidos por parentesco y amistad y años más tarde, Bustillo será tutor de Martín Miguel, cuando este cursaba los estudios militares en Buenos Aires.

 

Hay una lejana relación de parentesco que probablemente San Martín y Güemes desconocían.

 

Además de otros detalles, Luis Güemes manifiesta que durante el año 1813, San Martín y Güemes residieron en Buenos Aires. Recordemos que Güemes fue expulsado por el General Belgrano del Ejército del Norte y destinado a Buenos Aires. Allí  se conocieron ambos próceres y trataron, forjándose una amistad y esta sería la única explicación lógica, a la nota que Güemes elevó a San Martín, para ser incorporado a la fuerza que se alistaba para hacerse cargo del Ejército del Norte y particularmente a la respuesta de San Martín.

 

Luis Colmenares manifiesta que San Martín marchó a Tucumán con la primera fracción y Güemes con la última, pero Atilio Cornejo, en su libro “San Martín y Salta”, expresa que viajaron juntos. Güemes era el único oficial de su ejército que conocía la zona donde operaría el Ejército del Norte y por supuesto la situación y el estado de la causa patriota en el norte.

 

A los pocos días de hacerse cargo San Martín y ante la necesidad de concentrar todo su ejército en Tucumán, particularmente la vanguardia del mismo, la cual contaba con elementos valiosos como dos Escuadrones de Granaderos a caballo y oficiales de prestigio como el Coronel Dorrego, consultó a éste si era factible dicho repliegue y su reemplazo por milicias y partidas de gauchos, y de resultas de su respuesta San Martín decide replegar todas las fuerzas y cubrir los caminos principales de invasión realista a Tucumán con partidas de gauchos, designando a Apolinario Saravia en Guachipas y a Güemes en la línea del Río Pasaje.

 

Entre otros autores Mitre, manifiesta que Salta era la puerta y la barrera de las invasiones realistas, no sólo la ciudad, sino los valles longitudinales  que se extienden al sur, el de Lerma y el del Río Pasaje, pues allí estaba la logística de las invasiones para continuar hacia el sur (Forraje, ganado y caballada).

 

Ante la inactividad realista, Güemes se aproximó a la ciudad de Salta y el 29 de marzo de 1814, entró en combate con el  Coronel Saturnino Castro, a quien derrota en el combate del Tuscal de Velarde, muy próximo a la ciudad de Salta. Este Coronel, de origen salteño, al servicio del ejército realista, era considerado la primera espada de la caballería realista por su acción decisiva en la Batalla de Ayohuma. Esta acción de Güemes, permitió tener cercada por bastante tiempo a la ciudad de Salta.

 

San Martín elevó un oficio al Director Supremo, relatando el combate, ponderando a Güemes y proponiendo su ascenso a Teniente Coronel, propuesta que es aceptada con la firma de Posadas el 9 de mayo de 1814.

 

En febrero de 1814, Güemes había cumplido 29 años y luego de varias penurias fue reivindicado por San Martín, quien por ese entonces había comenzado a pergeñar su Plan Continental y puso sus ojos en Güemes como la pieza necesaria para una parte de su plan. Conocía a los hombres y a pesar de haber oficiales más antiguos y experimentados, eligió al salteño como la figura necesaria.

 

En su correspondencia lo pondera “de coraje temerario, mimetización popular y clara lucidez intelectual”.

 

Palabras más o menos, este es el comentario que hace Pacífico Otero y este es sólo uno de los ejemplos que mencioné al comienzo sobre la visión que cada historiador tiene sobre los hechos y de la manera que lo escribe y trasmite.

 

En el tomo I de su “Historia del Libertador Don José de San Martín”, en los Capítulos 12 y 13, en donde se refiere al momento que asume el mando del Ejército del Norte hasta que se retira a Córdoba, a Güemes sólo lo menciona una vez y para expresar en escasos renglones, el concepto que San Martín tenía sobre él, sin embargo abunda en detalles de la correspondencia, en ese periodo, que tuvo San Martín con el Director Supremo, Gervasio Posadas.

 

En el tiempo que estuvieron juntos, San Martín le transfirió cuanto pudo de su experiencia.

 

Le pasó el reglamento que había escrito para su Regimiento de Granaderos a Caballo y Güemes formó un Escuadrón de Granaderos a Caballo.

 

Le recomendó la importancia de la inteligencia y el conocimiento del enemigo y Güemes formó un cuerpo de exploradores llamados bomberos, quienes operaban en pareja, eran seleccionados, debían saber leer y escribir y tenían prioridad en la asignación de cabalgaduras.

 

La educación de oficiales era fundamental y para ello Güemes formó el Regimiento de Coraceros que en la práctica funcionó como academia militar.

 

Le transfirió su experiencia de la guerra de guerrillas usada por el Ejército español durante la invasión napoleónica a la península.

 

Tiempo después, Güemes terminó formando un ejército organizado con dos tipos de Caballería, la Caballería de línea que era el Regimiento de Infernales, Escuadrón de Granaderos a caballo y el Regimiento de Coraceros y la Caballería gaucha: constituida por 2 a 5 escuadrones por jurisdicción de Salta y de Jujuy, y tomó del Regimiento de Granaderos a Caballo, el espíritu de cuerpo, la disciplina y la educación militar, era un ejército amoldado al tipo de lucha, terreno y enemigo a enfrentar.

 

También tenían un pensamiento político muy coincidente. Así nos ilustra Carlos Romero Sosa en su ponencia en el mencionado congreso internacional sobre San Martín.

 

Previo a la partida de San Martín a Córdoba por razones de salud, nombra a Güemes Comandante General de Vanguardia del Ejército del Norte.  

 

El nombre de Güemes llega hasta Lima, en donde el Virrey sabe lo que le cuesta a su ejército, la hostilidad de aquel salteño.

 

La caída de Montevideo, luego de la batalla del Buceo, más la acción ofensiva permanente de Güemes, decidieron a Pezuela replegar sus fuerzas hasta Cotagaita.

 

Después de Sipe-Sipe (29 Nov 1815), el flamante Director Supremo Pueyrredón, hizo replegar el ejército a Tucumán y en una clara muestra de confianza, dejó a Güemes a cargo de la vanguardia en Salta y Jujuy.

 

En realidad, el ejército de Güemes, era lo más combativo y preparado que había para enfrentar cualquier invasión realista, ya que el Ejército del Norte que se replegaba a Tucumán, era un rejuntado de hombres, desorganizado y desmoralizado luego de la derrota. Le costará varios meses a su nuevo Comandante, nuevamente el General Belgrano, a partir de agosto de 1816, comenzar a poner en forma a esa fuerza.

 

San Martín le había encargado a Güemes que impidiera el paso de cualquier invasión realista hasta que hubiera cumplido sus objetivos en Chile y Güemes le prometió que “de Salta no pasarán”, fácil decirlo y de gran esfuerzo poder cumplirlo.

 

El General Belgrano, ya a cargo del Ejército del Norte, había iniciado una sincera amistad con Güemes y lo apoyaba con los muy escasos recursos que podía.

 

En diciembre de 1816 se inició  la principal invasión de todas las que tuvo que soportar Güemes, se trataba de la invasión del Mariscal De la Serna. 6000 hombres, con Unidades experimentadas en las guerras napoleónicas, una importante logística y una gran determinación en su comandante. Su objetivo principal fue detener al Ejército de los Andes, antes de que cruzara la cordillera y logrado esto, marchar sobre Buenos Aires para recuperar el último bastión en manos patriotas.

 

Fue una larga y dificultosa campaña para Güemes de la cual estuvo muy pendiente el Grl San Martín, duró casi 5 meses y terminó con la batalla del Valle de Lerma y la persecución hasta Tupiza de los restos del ejército realista, el que llegó a pie y en condiciones paupérrimas.

 

Durante esta campaña, San Martín envió correspondencia a Güemes, felicitándolo por el resultado del combate de San Pedrito (26 Feb 1817 - En las afueras de San Salvador de Jujuy) y él lo celebró en Santiago de Chile con salvas de artillería.

 

La próxima comunicación entre ambos próceres fue debido al resultado de la batalla de Maipú.

 

Atilio Cornejo desarrolla con gran precisión el concepto del Plan Continental y rol trascendente que jugaba Güemes en el mismo, en particular en el momento que se está planificando la campaña al Perú. Esto queda ratificado en una carta de San Martín a Artigas, el 13 de marzo de 1819, en donde le manifiesta con asombro del daño que le causa a sus planes las luchas internas con el litoral y Buenos Aires, más aún cuando ordenan desplazar el Ejército del Norte a Buenos Aires, con lo cual se queda sin el brazo sur de su plan.

 

A comienzos de 1820, San Martín le solicita a Güemes que procure aferrar la mayor cantidad de fuerzas y el mayor tiempo posible, a fin de que las mismas no puedan incidir en su desembarco en las costas peruanas.

 

Esto lo deja claro Güemes en una carta a Bustos y claramente lo lleva a la práctica durante la invasión del General Ramírez de Orozco, en  la Batalla de las Cuestas, en donde de ex profeso, deja penetrar a los realistas hasta el Río Pasaje, pudiendo haberlo detenido mucho antes.

 

Ante la desaparición del Ejército del Norte de Tucumán, el 8 de junio de 1820, San Martín designó a Güemes General en Jefe del Ejército de Observación, ejército que debía terminar de armar Güemes para incidir sobre el Perú.

 

En agosto de 1820, Güemes agradece la designación y le informa a San Martín lo que tiene disponible y lo que le falta para terminar de armar su ejército y cumplir la parte de su plan.

 

Güemes ordenó al Coronel José Miguel Lanza, prestigioso oficial de su ejército, que debía trasladarse a La Paz, formar un ejército, constituirse en la avanzada del Ejército de Observación y establecer contacto con el Ejército de San Martín tan pronto desembarcaran. Luego de serias vicisitudes Lanza logró formar una fuerza de 200 infantes y 100 hombres de caballería, tomó contacto con Miller luego del desembarco y mantuvo el enlace por correspondencia entre San Martín y Güemes.

 

O’Higgins le informó a Güemes de la partida del Ejército Libertador del Perú desde Valparaíso el 20 de agosto de 1820 y el 2 de noviembre Güemes le responde que nada ha recibido de apoyo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y que ya ha adelantado una división a Humahuaca.

 

Por este tiempo jugó un papel muy importante en las interferencias que sufría Güemes para cumplir la parte del plan que le había encomendado San Martín el gobernador de Tucumán Bernabé Araoz, que no sólo no colaboró con Güemes en la preparación de ese ejército sino que también impidió que el gobernador de Santiago del Estero lo hiciera.

 

Esto obligó a Güemes a marchar a Tucumán, en donde fue derrotado y tuvo que regresar a Salta. En su ausencia había sido destituido de la gobernación, la que retomó a su regreso, huyendo de la provincia todos los conspiradores, que a partir de ese momento comenzaron a preparar junto con los realistas, la eliminación física de Güemes.

 

El 17 de junio de 1821 muere Güemes y con él una parte importante del Plan Continental de San Martín.

 

La noticia de su muerte fue trágica para San Martín, por dos razones;  la pérdida de su gran colaborador y más grave aún, por el armisticio que había firmado la provincia de Salta con el comandante de la invasión, el General Olañeta, quien se comprometió a retirar sus fuerzas al norte de la Quiaca a cambio de la promesa de que no se emprenderían operaciones contra los realistas.

 

Esto significaba para San Martín un refuerzo importante de su enemigo que ya por ese entonces era bastante superior a su ejército.

 

A pesar de los intentos de San Martín de movilizar una fuerza para que cumpliera el rol de Güemes, nunca lo logró.

 

Güemes, según la mayoría de los escritores, pasó a la historia como el Defensor de la Frontera Norte, lo cual no es poca cosa, pero tampoco es exacta. Por ese título que le ponen, es que nuestra Gendarmería Nacional se lo apropia como su héroe máximo.

 

En realidad fue algo más que el defensor de la frontera norte.

 

Su presencia en Salta, su prestigio y el respeto que le tenían sus enemigos, fue lo que disuadió cualquier intento de invasión en 1816, lo que permitió la reunión del Congreso de Tucumán y la declaración de la independencia.

 

Haber detenido a la invasión de De la Serna, fue fundamental para el normal desarrollo del cruce de los Andes y recuperación de Chile por parte de San Martín.

 

Haber protegido el flanco de San Martín durante toda su campaña en Chile y posterior preparación de la campaña al Perú, fue invalorable para San Martín.

 

La muerte de Güemes frustró la última parte del Plan Continental concebido por San Martín, que de haberse cumplido, otra hubiera sido la historia de la independencia de Sudamérica.

 

Queda de esta manera expuesta la estrecha relación entre ambos próceres, que comenzó en 1813 y finalizó en 1821, fue sincera, estrecha, permanente y fundamental para el General San Martín.