EL OTRO RELATO DE LA HISTORIA


 29 de junio, nuevo día de la Independencia (sic)

Rosendo Fraga
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

El Poder Ejecutivo Nacional firmó el 8 de enero el decreto 28, por el cual declaró a 2015 como el “Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres”.
Se trata de la asamblea que, convocada por el caudillo de la Banda Oriental del Río de la Plata -actual Uruguay-, José Gervasio Artigas, reunió en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), a sus representantes junto con los de Corrientes, Santa Fe, Córdoba y Misiones, además de los “orientales”.

En los fundamentos del decreto se sostiene que el 29 de junio de 1815 tuvo lugar la “Primera Declaración de la Independencia del Río de la Plata”. El decreto dispone organizar una serie de actividades para celebrar y difundir la conmemoración.
Un año atrás, en julio de 2014, la Cámara de Diputados de la Nación sancionó un proyecto de ley declarando “feriado extraordinario” al 29 de junio de 2015 por ser el Bicentenario de dicho Congreso.

En su artículo 1º instituía “el 29 de junio de cada año como Día de la Primera Declaración Independentista de toda dominación extranjera en nuestro territorio”.
El proyecto fue aprobado por la mayoría oficialista, que reunió 156 votos positivos; también hubo un dictamen de minoría de la oposición planteando sus objeciones.
En aquel entonces, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, decía al impulsar el proyecto de conmemoración del Congreso reunido por Artigas en Concepción del Uruguay, que este se celebró “un año antes del Congreso de Tucumán, y con el mismo grado de representación territorial, no así política, dado que los contenidos de la declaración de independencia artiguista tenían un fuerte componente emancipatorio, federal y de justicia social que estuvieron ausentes el 9 de julio de 1816”.

El proyecto de ley sostiene que el Congreso de Concepción del Uruguay fue “un paso indispensable para la posterior declaración de la Independencia en Tucumán”, concepto que textualmente reproduce en sus considerandos el decreto de la Presidenta.
El Senado nunca trató el proyecto con lo cual no tuvo sanción definitiva.

Es curiosa esta decisión del Ejecutivo, que apunta a tener dos fechas de declaración de la Independencia y de dar una visión ideológica diferente a las dos, en línea con el concepto de Uribarri: la idea de que en Concepción del Uruguay se declaró el régimen federal y en Tucumán el unitario; en el primer caso la república y en el segundo se impulsaban gestiones monárquicas, como pretendían San Martín y Belgrado con el proyecto de coronar un descendiente de los Incas; el de Tucumán habría sido el Congreso de “los doctores”, mientras que el de Concepción del Uruguay el de “los pueblos libres”, como denominaba Artigas a sus seguidores.
En síntesis, se trata de reescribir la historia creando un mito fundacional populista en torno a esta “primera” declaración de Independencia.

La realidad histórica muestra que esta declaración no tuvo trascendencia política ni institucional. Los diputados que participaron en ella no transmitieron a los gobernadores que representaban que se hubiera declarado como tal la Independencia. Incluso hay un diputado por Córdoba que estuvo sucesivamente en los dos y asume claramente que la Independencia como tal se declaró en Tucumán.
En el Congreso de Concepción del Uruguay no se crea una autoridad nacional ni se organiza un gobierno. El desarrollo institucional del federalismo de Artigas tendrá lugar con la primera constitución provincial que rigió en Argentina, que fue la de Santa Fe sancionada en 1819, a instancias de su caudillo, Estanislao López.

La Academia Nacional de la Historia, al pronunciarse recientemente sobre el tema, ha negado al Congreso reunido por Artigas el carácter de primera declaración de la Independencia, afirmando en la oportunidad que: “La historia necesita de una revisión constante para responder a las nuevas preguntas que se hace cada generación sobre el pasado. Dicha revisión para ser válida, debe basarse en documentos sólidos, sin relatos anacrónicos e ideologizados que buscan traer agua para su molino, sin respetar los consensos establecidos en torno al origen de la nacionalidad”.

Plantear que la primera declaración de Independencia argentina se produjo el 29 de junio de 1815 en Concepción del Uruguay, y no el 9 de julio de 1816 en Tucumán, puede ser materia de una buena tesis de investigación, pero hacer de ello una conmemoración estatal argentina es un nuevo intento de reinterpretar la historia con un sesgo ideológico desde el poder. 

Clarin.comOpinión29/06/15

SAN MARTÍN, TAMBIÉN VÍCTIMA DEL RELATO




Hasta el glorioso sable del Libertador José de San Martín ha caído en las impúdicas aguas del "relato". Lejos de devolverlo al Museo Histórico Nacional en alguna fecha apropiada por su relación con el recuerdo del Gran Capitán, el Gobierno decidió entregarlo en la semana que ex profeso no dedicó a la epopeya de Mayo, sino a la exaltación del período kirchnerista, por cierto mucho menos relevante para la historia argentina que el grito de libertad de 1810 cuyos ecos se oyeron en toda América latina.

La propaganda previa al acto en el parque Lezama expresaba que volvía a su lugar el arma que, como se recordará, había sido robada, pero curiosamente no señalaban las circunstancias en que había desaparecido del museo y por dos veces, hasta que finalmente se decidió llevarla al Regimiento de Granaderos a Caballo y ponerla a resguardo de nuevas profanaciones.

La primera vez fue sustraída por la Juventud Peronista, el 12 de agosto de 1963, con el objeto de entregarla al jefe del movimiento, Juan Domingo Perón, entonces exiliado en Madrid. Recuperado el sable, fue robado por segunda vez, el 19 de agosto de 1965, por otro grupo de esa misma organización. Un año más tarde, se lo recobró nuevamente y se lo puso en un templete blindado, en el hall de acceso del Regimiento de Granaderos a Caballo, la unidad fundada por San Martín.

La pieza se hallaba en el Museo Histórico Nacional desde 1897, donado por Manuela Rosas y su esposo Máximo Terrero, como hija y yerno de Juan Manuel de Rosas, quien lo había recibido por voluntad última de San Martín, en obsequio por la defensa que como gobernador de Buenos Aires había hecho del país ante la agresión anglofrancesa.
Bien está que vuelva a su destino originario, siempre que se adopten con urgencia máximas medidas de seguridad para garantizar que no volverá a ser manoseado e incluso que no será robado para vender a coleccionistas extranjeros, como ocurrió no hace mucho con el reloj del general Manuel Belgrano.


Y sería importante también que se dijera, en honor a la verdad y la justicia, que el mismo Libertador lo concibió como prenda de unión entre todos los argentinos; que no puede ser esgrimido, como tantas cosas, para satisfacer el marketing electoral, y que el mejor modo de honrar al insigne portador de la espada en su campaña libertadora es recordando la frase que convoca a la concordia de los argentinos: "Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas".

La Nación, Editorial, 31-5-15