ATAQUES ABORÍGENES

 

 y lucha contra la correntada: la audaz expedición de un marino por los ríos patagónicos

 

Luis Furlán

 

Infobae, 6 de Agosto de 2022

 

Hacia 1872, la línea militar de la frontera Sur con el aborigen se desplegaba por el Sur de las provincias de Mendoza, San Luis, Córdoba y Santa Fe, pasando por el Norte, Oeste, Centro, Sur y Costa Sur de la provincia de Buenos Aires hasta Bahía Blanca y Carmen de Patagones. En el Norte, existía una línea militar contra los aborígenes del Gran Chaco.

 

Los aborígenes ubicados fuera de aquellas líneas mantenían inestables relaciones con autoridades nacionales y fronterizas. Para mantener la paz, los gobiernos debían someterse a una humillante y extorsiva política clientelar con los aborígenes, por la cual, a través de tratados, se entregaban a los caciques artículos y beneficios para que no invadieran fronteras y provincias.

 

Los aborígenes atacaban estancias y poblaciones para apoderarse de ganado, capturar personas, saquear y depredar. Esas acciones desprestigiaban a los gobiernos; debilitaban la defensa fronteriza; afectaban la integridad territorial; y perjudicaban la colonización, el progreso económico y los proyectos modernizadores. Para el general Bartolomé Mitre, el problema aborigen se solucionaría en 300 años…

 

Los aborígenes aprovecharon el olvido por las fronteras internas debido a la guerra del Paraguay (1865-1870) y los conflictos del Litoral (1867-1871). A través de caminos bien definidos (“rastrilladas”), los aborígenes llevaban ganado robado en la provincia de Buenos Aires para venderlo en Chile, situación que instalaba la tensión con nuestros vecinos.

 

El cacique más poderoso fue el mapuche-araucano Calfucurá, nacido en Chile e instalado en Salinas Grandes (La Pampa) desde 1834. Formó y lideró la Confederación aborigen de Salinas Grandes, y fue amo y señor del vasto desierto pampeano-patagónico hasta 1873. Su prestigio se extendió a los aborígenes de Chile.

 

Político astuto, hábil conductor militar y gran conocedor del territorio y sus “rastrilladas”, mantuvo la iniciativa en las relaciones con nuestros gobiernos y aprovechó los conflictos de época para forzar tratados. Apoyó su estrategia en el triángulo Salinas Grandes (residencia, cuartel general y área de valor económico por sus recursos salineros); Carhué (zona de pastos para alimentar ganado robado); y Choele Choel (encrucijada de caminos y paso clave de la “rastrillada” a Chile en el río Negro). Con o sin tratados, invadía especialmente la provincia de Buenos Aires, abundante en ganado, pastos y aguadas.

 

En 1867 el Congreso Nacional aprobó una Ley para trasladar la lucha contra el aborigen y nuestra frontera Sur hasta el río Negro, y se adquirían buques a vapor para explorar ese río y demás vías fluviales patagónicas, a fin de auxiliar y complementar el avance terrestre del Ejército.

 

La acción conjunta Armada-Ejército debía fundar fortines y poblaciones sobre las costas de aquellos ríos para extender la frontera y afirmar la soberanía. Para ello, la lejana población de Carmen de Patagones, en el extremo Sur de la provincia de Buenos Aires y cercana a la desembocadura del río Negro, constituía un núcleo operativo y logístico fundamental.

 

Nuestros conflictos postergaron el avance sobre el río Negro, pero en 1869 la Armada efectuó algunas expediciones por aquel río. Una de ellas llegó a la isla Choele Choel, pero nuestras fuerzas se retiraron ante la presión de Calfucurá al mismísimo presidente Sarmiento: estaba claro que el todopoderoso señor de Salinas Grandes veía en peligro uno de los vértices de su triángulo estratégico y sus comunicaciones a Chile.

 

El 21 de febrero de 1872 el gobierno nacional decidió una nueva expedición a los ríos del Sur, y ordenó a un prestigioso y experimentado oficial de nuestra Armada, el teniente coronel de marina Martín Guerrico (1838-1929), explorar los ríos Negro, Neuquén y Limay y sus afluentes hasta la mayor altura posible; realizar estudios y planos sobre esas vías fluviales y determinar los pasos de aquellos ríos.

 

Nacido en San Isidro, Guerrico luchó para el Estado de Buenos Aires en la guerra contra la Confederación Argentina (1853-1861), participó en la guerra del Paraguay (1865-1870) y combatió montoneras del Litoral (1870-1873). Fue director de la Escuela Naval Militar, destacado cartógrafo y explorador y científico de la Patagonia. Se retiró como contraalmirante.

 

Martín Guerrico debía verificar la navegabilidad y las características de los ríos patagónicos, a fin de establecer un sistema de comunicaciones fluviales para transportes y abastecimientos a fortines y poblaciones que se fundarían alrededor de sus costas. Dichas tareas incluían apoyar el avance del Ejército. Para ello se le asignó el pequeño vapor “Río Negro”.

 

A fines de febrero de 1872, Guerrico llegó a Carmen de Patagones, donde asumió como jefe de la Escuadrilla del Río Negro, creada para efectuar operaciones navales y auxiliar al Ejército en la zona de los ríos patagónicos.

 

El desafío que esperaba a Guerrico era enorme, pues debía explorar ríos con grandes dificultades y peligros para navegar: el escaso conocimiento de su hidrografía y topografía; la fuerza de sus corrientes; las permanentes bajantes y crecidas de las aguas; sus pronunciadas y sinuosas curvas; los troncos arrastrados por las corrientes que cerraban la navegación; costas boscosas que entorpecían maniobras desde tierra; y la constante presencia de aborígenes acechando la navegación. A ello se agregaron problemas logísticos y operativos que habrían de hacer todavía más difícil la expedición.

 

Los problemas para Guerrico comenzaron ya en Carmen de Patagones, pues el vapor “Río Negro” tardó cuatro meses en llegar, pero no permaneció inactivo y con la lancha a vapor “Neuquén” reconoció la desembocadura del río Negro (marzo de 1872). Regresó a Carmen de Patagones tras comprobar que esa embarcación era incapaz de enfrentar la fuerte correntada del río Negro.

 

El 8 de marzo de 1872 se produjo el combate de San Carlos, donde fuerzas del Ejército y aborígenes aliados derrotaron a Calfucurá y a sus hordas de Salinas Grandes, y rechazaron la más importante invasión realizada hasta el momento sobre la provincia de Buenos Aires, lo cual inició la declinación del poder de Calfucurá.

 

Frustrado el primer intento de remontar el río Negro, Guerrico no se dio por vencido. Para cumplir su misión y, según sus palabras, “evitar gastos superfluos al Estado”, proyectó otra exploración. Con seis hombres salió de Carmen de Patagones, avanzó por tierra bordeando el río Negro hasta “China Muerta”, efectuó un plano de esos reconocimientos y regresó a Carmen de Patagones (abril-mayo de 1872).

 

El 7 de junio de 1872, Martín Guerrico zarpó desde Carmen de Patagones, ya al mando del vapor “Río Negro”. En fortín “Invencible” comprobó la gran bajante del río Negro. Señaló que el río se hallaba “sembrado de troncos que obstruían los pasos”, muy peligroso para “un vapor de construcción tan débil como la del Río Negro”. Como la crecida de las aguas demoraría unos dos meses, regresó por tierra a Carmen de Patagones para coordinar nuevas exploraciones.

 

En Carmen de Patagones Guerrico contrató al cacique Inacayal para una nueva expedición por el río Negro: viajar por tierra bordeando sus costas con un bote montado sobre dos ruedas para botarlo al río en el máximo punto que se lograra alcanzar, descender con esa embarcación para reconocer el río y posteriormente remontarlo con el vapor “Río Negro”.

 

Como Inacayal demoraba su apoyo, Guerrico contrató al jefe aborigen Mariano Linares. La exótica y pintoresca fuerza se integró con Antonio Rodríguez (aspirante a oficial naval), dos marineros y ocho aborígenes. El 20 de junio de 1872 partieron de Carmen de Patagones, trasladando el particular bote sobre ruedas.

 

Atravesaron las pampas del Sur del río Negro y llegaron a Valcheta (30 de junio). El territorio áspero, pedregoso y con frondosos y cerrados bosques dificultaba el transporte del bote rodado. Tres días trabajaron para abrir un camino y apenas avanzaron 5 kilómetros. La rotura del eje de las ruedas obligó a ocultar el bote en la costa para utilizarlo posteriormente. Continuaron la marcha y Guerrico decidió construir una balsa en el punto máximo del río Negro que pudieran alcanzar.

 

El 4 de agosto de 1872, la pequeña fuerza de Martín Guerrico llegó a la isla Choele Choel. Allí construyeron una balsa para cruzar el río y explorar la isla y sus canales. Esa embarcación, con víveres y municiones a bordo y remolcada por un aborigen nadador, cedió ante la fuerza de la corriente y se perdió arrastrada por las aguas. Al día siguiente construyeron otra balsa. Con sus observaciones, Guerrico realizó un croquis de la zona. El peligro de ser rodeados y atacados por aborígenes de Salinas Grandes que respondían a Calfucurá, forzó la retirada.

 

Martín Guerrico, el aspirante Rodríguez y los dos marineros abandonaron la isla Choele Choel el 9 de agosto. En Valcheta encontraron el bote que habían escondido: Guerrico y un marinero regresaron por río, y Rodríguez y el otro marinero por tierra. El 16 de agosto llegaron a Guardia Mitre.

 

El 30 de agosto de 1872 Martín Guerrico, al mando de vapor “Río Negro” zarpó para desafiar una vez más al río del mismo nombre. El 8 de septiembre fondearon en fortín “General Conesa”, donde descubrieron que la mayoría del carbón para la expedición estaba en pésimo estado y apenas servía para alcanzar la isla de Choele Choel.

 

Guerrico solicitó a las autoridades de Carmen de Patagones que enviaran carbón por vía terrestre, pues las aguas estaban bajando. Caprichos burocráticos y roces con aquellas autoridades dificultaron la logística y demoraron el envío durante dos meses.

 

En el fortín “General Conesa”, el inquieto Guerrico trazó un plano y, con el escaso carbón disponible, exploró los canales del río y llegó a Valcheta. Los expedicionarios fueron rodeados y atacados por aborígenes de Calfucurá, quienes el 12 de septiembre mataron al aspirante Antonio Rodríguez.

 

El 1 de noviembre recibieron el tan preciado carbón y el vapor “Río Negro” continuó la travesía. La difícil navegación obligó a Guerrico a adelantarse por tierra, reconocer los puntos alcanzados y luego avanzar con el vapor. Llegaron al extremo Oeste de la isla Choele Choel. Por faltar carbón, utilizaron una embarcación menor para navegar “a la sirga” (arrastrada desde tierra con sogas por marineros).

 

Avanzaron por el río Negro 25 kilómetros más allá de Choele Choel. Como los tupidos bosques costeros dificultaron las maniobras desde tierra, regresaron a Carmen de Patagones el 24 de diciembre de 1872. Como carecían de carbón, quemaron leña, que no generaba suficiente potencia a la caldera, por lo cual el vapor fue impulsado por la fuerza misma de la corriente del río Negro.

 

El 2 de enero de 1873 fondearon en Carmen de Patagones. Guerrico señaló que el vapor “Río Negro” no era apto para navegar el río por el escaso poder de su máquina. Tras distinguir a sus marinos, informó que, si los resultados de la expedición “no han sido altamente satisfactorios, será sin duda, a consecuencia de mi falta de aptitudes, pero no del empeño y buena voluntad que he puesto para su mejor resultado”. Martín Guerrico realizó un plano de los tramos recorridos y un completo estudio sobre distintos aspectos del río Negro.

 

La expedición del teniente coronel de marina Martín Guerrico constituyó la contraofensiva naval y la proyección hacia el escenario fluvial del importante triunfo de las armas nacionales en el combate de San Carlos (8 de marzo de 1872). Justamente, aquella expedición amenazó por retaguardia y desde el río Negro a la isla Choele Choel, baluarte Sur del triángulo estratégico de Calfucurá y clave en las comunicaciones con Chile.

 

La acción de Martín Guerrico y sus valientes marinos, y la apertura de un frente naval sobre el flanco Sur de la Confederación de Salinas Grandes, significaron una contribución de la Armada Argentina en la preparación de nuevos proyectos del gobierno nacional en materia de fronteras y lucha contra el aborigen, a la vez que crearon las condiciones para la decisiva campaña sobre el desierto pampeano-patagónico del general Julio A. Roca a partir de 1879.

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