un conflicto ajeno a la historia de los
vínculos entre indígenas y conquistadores
Por Roberto
Azaretto
Publicado en
Infobae el 25 de octubre de 2021
A los actos
terroristas que tienen lugar en las zonas cordilleranas de Neuquén, Río Negro y
Bariloche, se suman las declaraciones de altos funcionarios y del propio
Presidente de la Nación abdicando de funciones básicas del Estado como la de
dar seguridad y defender la integridad territorial de la Nación. (...)
Sobre los
conflictos ocurridos desde la llegada de los conquistadores españoles y la
colonización de estos territorios, se han dicho, con liviandad y frivolidad,
muchas falacias, en particular sobre las políticas promovidas por los gobiernos
posteriores a la independencia y más acentuadas aun en referencia a la campaña
preparada y ejecutada por el general Julio Argentino Roca, cumpliendo leyes
votadas por el Congreso Nacional.
La Argentina tuvo
una importante población amerindia en el noroeste, en particular en la
Mesopotamia santiagueña y los valles precordilleranos andinos y en Cuyo.
Población en general agricultora. Otros grupos considerables estaban en las
riberas de los grandes ríos del Litoral y del Chaco.
En cambio era muy
escasa la población nómade de las llanuras pampeanas y la Patagonia. Buenos
Aires, luego del incendio provocado por los querandíes, no sufrió agresiones en
los 5 años posteriores hasta que fue abandonada.
Los
enfrentamientos duros en los tiempos de la conquista tuvieron lugar en los
valles calchaquíes con varias guerras sangrientas durante el siglo XVII y los
poblados cercanos al Chaco. Es que la difusión del caballo y el arribo del
ganado europeo, vacunos, ovino y caprino significó un botín para las tribus y
el caballo posibilitó ampliar el radio de acción de sus correrías.
Durante el dominio
de la Corona española fracasaron las fundaciones en la Patagonia. Sólo
sobrevivió Carmen de Patagones. Misiones de los jesuitas en Río Negro y Neuquén
fueron destruidas y los misioneros asesinados. El lago Mascardi lleva el nombre
del padre Mascardi, fundador de una misión en las cercanías de Bariloche,
asesinado en 1698. Igual suerte corrieron otros jesuitas en intentos
posteriores.
El incremento de
población en la campaña bonaerense, el cambio paulatino de una ganadería
silvestre, buscando los ganados cimarrones, por una ganadería de cría, que
lleva al establecimiento de las primeras estancias, ocasiona conflictos en el
siglo XVIII en la campaña de Buenos Aires. Se crea el cuerpo de Blandengues y
se erigen fortines en Mercedes, Lobos y Chascomús. Se ha iniciado el proceso de
araucanización de este lado de la cordillera. Son pueblos sin parentesco con
las tribus de este lado.
A partir de 1820,
entran malones dirigidos por oficiales españoles refugiados en el sur de Chile,
que establecen alianzas con tribus araucanas. En 1820 atacan Pergamino, Salto y
Rojas, al grito de ¡Viva Fernando VII! También Miguel Carrera, en su campaña
anarquista, asuela nuestro territorio con tribus chilenas.
Entre esos
realistas sobresalen los hermanos Pincheira, que establecen su base de
operaciones en Malargüe. Recién serán vencidos en 1831 por un ejército chileno
de dos mil hombres al mando del general Bulnes que cruza la cordillera para
batirlos.
El avance de la
Frontera
Antes de 1810 el
Marqués de Sobremonte inicia un avance paulatino al sur. Son el resultado de
esa iniciativa las fundaciones de los fuertes de San Rafael en el sur mendocino
y de la Carlota y Río Cuarto en Córdoba. El primer pueblo traspasando el Salado
es creado por el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Durante la
gobernación de Martín Rodríguez se construyen fuertes en Tandil y Azul y
estancieros como Ramos Mejía habían cruzado el Salado con acuerdo con los
caciques.
La Campaña de
Rosas es incompleta, el general Pacheco llega a la confluencia de los Ríos
Neuquén y Limay, pero no se dejan guarniciones permanentes ni tampoco sobre el
Colorado. Rosas ha permanecido en el campamento de Bahía Blanca, sus órdenes
son claras: indio argentino prisionero, a las estancias para que aprenda a
trabajar; indio chileno apresado: ejecutado.
La decisión de
Rosas de admitir el ingreso de Calfucurá, emigrado de Chile por su colaboración
con los realistas, nadie la ha podido explicar. Al poco tiempo de radicarse en
Carhué, ejecuta la matanza de tehuelches y de borogas, tribu también
proveniente de Chile llegadas a la Argentina unos años antes. Algunos de los
sobrevivientes no dudarán, años después, en colaborar con las tropas argentinas
en sus combates contra el señor de Salinas Grandes.
Rosas en su
segundo gobierno implementa el “negocio pacífico”: comprar seguridad a cambio
de provisiones y regalos. Periódicamente parten caravanas con ganado vacuno y
caballadas, yerba, tabaco, aguardiente, uniformes, algo de dinero. Se evitan
grandes malones en Buenos Aires, persisten los pequeños y algunos grandes en
las provincias vecinas.
Las guerras
civiles llevan a algunos oficiales derrotados a refugiarse en las tolderías
como fue el casos de Manuel Baigorria y el de los hermanos Saá, del bando
unitario. Desertores, matreros y negociantes pululan en los toldos. Calfucurá
recibe los diarios de Buenos Aires y tiene escribas para leer y redactar su
correspondencia. Muchos de esos blancos participan en los malones como lo harán
algunos caciques junto a las fuerzas del gobierno.
¿Genocidio?
El escritor
anarquista Osvaldo Bayer instaló la idea de un genocidio, verdadera
banalización de una palabra que describe horribles masacres para eliminar a un
pueblo por su raza o por su fe.
Mal se puede
hablar de genocidio cuando hubo combates feroces y victorias indígenas sobre
ejércitos mandados por el gobierno como sucedió con columnas al mando del
general Hornos y otra con la jefatura de Mitre.
En la batalla de
San Carlos de Bolívar, en marzo de 1872, el general Rivas enfrentó a Calfucurá,
con una división de 695 soldados y 940 indios conducidos por los caciques
Cipriano Catriel y Ignacio Coliqueo. Calfucurá contaba con 3500 hombres, una
parte traída desde Chile y a su jefatura sumaba a Namuncurá y a Epumer, hermano
de Mariano Rosas. Venían de un malón contra los pueblos de 25 de mayo y 9 de
julio, con 150 mil vacunos y 500 cautivos. Las cargas de Cipriano Catriel
fueron importantes para lograr el triunfo sobre Calfucurá.
Mitre en su
presidencia entregó numerosas tierras a caciques amigos como Coliqueo. En la
defensa de Bahía Blanca se destacaban Ancalao, Linares, Gauyquil, y todos
recibieron tierras. Otro de los beneficiados fue el jefe boroga Rondeau. Esa
política fue continuada por Roca. En el caso de los Ancalao, les fueron
permutadas sus 7 mil hectáreas en Bahía Blanca en la segunda presidencia del
general Roca al necesitárselas para construir la base naval de Puerto Belgrano.
En compensación obtuvieron 120 mil hectáreas en Norquinco, entre Río Negro y
Chubut.
La Constitución
Nacional, en el inciso 17 del artículo 17, reconoce la preexistencia de estas
poblaciones y el derecho al respeto a las tierras otorgadas. Algunas
comunidades, a partir de la provincialización de los territorios nacionales,
han sufrido avances sobre sus tierras y el gobierno nacional está en mora desde
1994 en cumplir con el mandato constitucional.
Aclaración
Los descendientes
de las tribus amigas, como los que enfrentaron al gobierno hasta la rendición
en 1884 de Namuncurá, no tienen vinculación con estos atentados vandálicos que
aterrorizan a los pobladores. Desde mediados del siglo pasado, han emigrado
numerosos araucanos, por razones económicas o para eludir a la justicia chilena
aprovechando la falta de puestos de control en numerosos pasos fronterizos. En
estos nuevos residentes está la raíz del conflicto, que se ha acentuado desde
la guerra de las Malvinas. Resulta llamativa que la sede de un movimiento
promotor de un estado mapuche se ubique en la ciudad británica de Bristol.
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