las ofensivas
contra la imagen de Julio A. Roca
Rosendo Fraga
Infobae, 25 de
Julio de 2021
A fines del año
pasado, el intendente de Río Gallegos, Pablo Grasso, del Frente de Todos, hizo
retirar el monumento que recordaba a Julio A. Roca en una avenida central de la
ciudad.
Se encontraba allí
desde 1941 y conmemoraba cuando, a comienzos de 1899, ejerciendo la Presidencia
de la Nación por segunda vez, visitó la ciudad en su viaje para encontrarse con
el presidente chileno, Federico Errázuriz, en el Estrecho de Magallanes. El
objetivo era crear un canal directo de comunicación y generar un gesto
simbólico para neutralizar el riesgo de guerra entre los dos países, que
entonces planteaban los conflictos limítrofes no resueltos.
En el monumento
está la efigie de cuerpo entero de Roca, vestido de civil, con imágenes
esculpidas del encuentro y de símbolos de la paz a sus espaldas. Ante las protestas
que generó la remoción del monumento en concejales opositores y vecinos, la
Intendencia primero dijo que había sido para repararlo. Frente a la reiteración
de las críticas, luego sostuvo que era un retiro transitorio para permitir la
ampliación de la avenida donde estaba ubicado el monumento. La escultura habría
quedado en un depósito municipal, sin más explicaciones.
Néstor Kirchner
llegó a la Intendencia de Río Gallegos en 1987 y ejerció la gobernación entre
1995 y 2003, y luego, a partir de ese año, la presidencia. Su esposa lo hizo
luego dos períodos consecutivos, entre 2007 y 2015. Durante este largo periodo,
nunca intentaron remover la estatua de Roca, aunque en la primera década del
siglo XXI se intensificó la campaña para sacar nombres e imágenes que
simbolizaran y recordaran al dos veces presidente electo de la Nación, quien
estableció las bases del Estado nacional, en lo político, educativo, económico,
territorial y militar.
Meses después, el
intendente de Bahía Blanca, Héctor Gay, del PRO, dispuso quitar el nombre de
“Conquista del Desierto” a un parque de la ciudad, que tiene 74 hectáreas.
Estableció para ello que el nuevo nombre fuera elegido en una consulta popular
por los vecinos de la zona, la que tuvo lugar en julio. El nombre más votado
fue el de “Julio A. Roca” y el segundo “Conquista del Desierto”, es decir, que
siga como está. Por orden decreciente, los siguientes nombres fueron Raúl
Alfonsín, Barranca de los Loros y César Milstein.
El intendente, en
principio, se ha negado a aceptar el resultado de la consulta popular que él
mismo convocó. El 16 de julio no llegó a reunirse el jurado, integrado por
cuatro funcionarios, tres de Juntos por el Cambio y uno del Frente de Todos,
para reconocer el resultado. El representante de esta última fuerza política
decidió retirarse por no estar de acuerdo con la metodología utilizada. El
concejal de Juntos por el Cambio, Marcos Streitenberg, dijo que el proyecto
volvía al Concejo Deliberante para que se revean algunas cuestiones y así
seguir avanzando.
La extensión del
Estado nacional a la Patagonia fue obra del primer gobierno de Roca, así como
el inicio de la presencia nacional en la Antártida, al finalizar el segundo.
Desde esta perspectiva, no tendría lógica el cuestionamiento a su figura en
esta amplia región. Ni en Bahía Blanca ni en Río Gallegos hay grupos de pueblos
originarios que reclamen la propiedad de tierras.
Los dos hechos no
parecen conectados entre sí en cuanto a su origen, pero en alguna medida
reflejan la vigencia de una campaña que en realidad apunta a cuestionar la
creación del Estado argentino.
La decisión del
intendente de Río Gallegos ha sido argumentada con planteos contradictorios y
formalmente carentes de intencionalidad política, los que han sido poco claros.
En cambio, el proyecto del intendente de Bahía Blanca -que paradójicamente
pertenece a una fuerza de centroderecha y gobierna una ciudad socialmente
conservadora- sí tuvo argumentos de tipo político.
Pero lo más
importante es que en ambos casos hubo críticas de los vecinos, que en Bahía
Blanca se manifestaron concretamente a través de una consulta popular que
expresó la voluntad de optar por el nombre de Roca. En los dos casos, las
respectivas autoridades municipales están a tiempo de corregir lo hecho hasta
ahora, y sería bueno que lo hagan.
La Historia puede
generar interpretaciones diferentes, pero remover nombres o monumentos no es
una forma de discutirlo, sino al contrario, es la manera de intentar imponer un
relato hegemónico.
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