en el nuevo billete de $500
Por Gregorio A.
Caro Figueroa
Foro Patriótico
Manuel Belgrano, 10-6-2022
El 26 de mayo
pasado, publiqué en Facebook un ligero apunte de divulgación sobre la imagen de
Remedios del Valle, incluida al lado del general Manuel Belgrano en el nuevo
billete de $ 500.
El 95% de quienes
leyeron este texto periodístico coincidieron con su contenido, información y
cuestionamiento que se desprende del mismo. A observaciones constructivas de
historiadores, que advirtieron omisiones, se añadieron insultos y agresiones,
infaltables sustitutos de argumentos.
A la primera
observación de la doctora Sara Mata, miembro de la Academia Nacional de la
Historia, se añadieron las de Gabriel C. Miguel, Mariana Marincovich y de
Florencia Guzmán, del CONICET, autora de una detallada investigación sobre
Remedios del Valle, que se publicó en 2016 en la revista francesa “Nuevo Mundo.
Mundos Nuevos”.
REMEDIOS EN
DICCIONARIOS
Fue Sara Mata
quien me informó sobre aquel trabajo de Florencia Guzmán, a quien se lo pedí,
la que añadió ese texto en PDF en mi Facebook. Conocí a Florencia en 1990 en la
revista “Todo es Historia”, donde publicó su primer artículo sobre los afro argentinos
en el Noroeste argentino.
También Gabriel
Miguel y Mariana Marincovich llamaron la atención de documentos sobre Remedios
del Valle publicados en 1980 por el Instituto Nacional Belgraniano, el libro “Formación castrense de los hombres
de armas de Belgrano”, capítulo VII.
La advertencia que
hice sobre el escaso, y casi nulo conocimiento del papel de Remedios, fuera del
ámbito de lectores de historia, también está en el texto de Florencia Guzmán
cuando señala, generalizando, que: “la literatura histórica ha reparado muy
poco en el papel desempeñado por las mujeres” en aquel período de la Guerra de
la Independencia, y también después.
La publicación de
textos sobre mujeres argentinas comenzó a adquirir interés desde comienzos del
siglo XX en artículos publicados en periódicos y libros Desde hace años,
historiadores varones y mujeres, porteños y provincianos, de diversas
corrientes de opinión y distintos enfoques, vienen trabajando para enmendar esa
parcial omisión.
En 1907, la
educadora salteña Benita Campos, nacida en 1867, comenzó a editar la revista
“Güemes” que publicó como directora y redactora durante catorce años. La mayor
parte de las colaboraciones de esa revista provenía de mujeres. Desde ese
publicación impulsó la erección de un
busto a Güemes en la escuela que lleva su nombre y promovió la del
monumento a éste, el que se inauguró en 1931.
A lo que se añaden
otros antecedentes, como el libro de Benjamín Villafañe sobre mujeres del
Noroeste argentino (1953) y el diccionario “Mujeres salteñas” de Roberto G.
Vitry que incluye 440 entradas con biografías de mujeres. Señalar la escasa
producción no debe equivaler a afirmar una presunta total ausencia que
autorizaría a conceder carácter fundacional al interés por el tema de las tres
últimas décadas.
EL FANTASMA DE LA
“HISTORIA OFICIAL”
A las referencias
a Remedios en documentos de Belgrano, las del general La Madrid en sus
“Memorias”, escritas en 1841 y publicadas en 1895, se añade el reconocimiento
de Bartolomé Mitre quien incluye y elogia a Remedios en su “Historia de
Belgrano”, editada en 1857.
Mención que
reconoció como valioso rescate de Rosario, por parte del general Mitre, un
escritor como Pacho O’Donnell en artículo publicado en el diario “La Nación” en
abril de 2010. Lo admitió un “revisionista histórico”, que formó parte de un
extinguido instituto cuyo propósito fue escribir historia en clave
populista.
La más elocuente,
apasionada y mejor fundamentada reivindicación de Remedios fue la que hizo el
doctor Tomás de Anchorena en una sesión de la Honorable Junta de Representantes
de la Provincia de Buenos Aires a mediados de 1828. Texto que reproduce
Florencia Guzmán en página 9 de su minucioso trabajo sobre Remedios.
El testimonio de
Anchorena fue decisivo para que se aprobara su solicitud de pago de una
pensión, reconociéndole el rango de Sargento Mayor de Caballería le había sido
otorgado en 1829, en virtud del cual, en 1830 a los efectos de cobrar esa
pensión, se la incluyó en la planta de cargos de la Plana Mayor.
Las palabras de
Anchorena, apellido estigmatizado por pertenecer a la elite, agrietan los
prejuicios de las narraciones que, en nombre de lo “inclusivo”, imponen
versiones “políticamente correctas” del
etiquetado y las discriminaciones.
NOMBRAMIENTO O
CONDECORACIÓN
No trataremos aquí
en detalle la asignación del grado militar a Remedios. Para comprender su
alcance hay que remitirse al criterio que, con claridad, Pueyrredón y Belgrano
expusieron por escrito cuando se otorgó, con carácter honorífico, el grado de
Coronela a la altoperuana Juana Azurduy de Padilla.
En julio de 1816
desde Tucumán, Belgrano se dirige a Pueyrredón, Director Supremo para
informarle que “la amazona” Juana Asurdui de Padilla, que “hacía trabajos
marciales”, había “arrancado una bandera de las manos del abanderado”. Esta y
otras acciones la hacían merecedora de reconocimiento.
Reconocimiento que
Juana Azurduy no tardó en recibir cuando Pueyrredón, por aquel “varonil
esfuerzo y bizarría” y su apoyo a “las duras fatigas de la guerra”, aprobó la
iniciativa de Belgrano para “condecorarla con el Despacho de Teniente Coronel
Partidarias de los decididos del Perú”.
En 2016 en su
libro sobre Juana Azurduy, publicado en Sucre, el historiador Norberto Benjamín
Torres, añade: “Este documento indica claramente que el Despacho de Teniente
Coronel de Juana Asurdui es una “condecoración”, no así un “nombramiento”,
concediéndole después “las gracias, exenciones y prerrogativas que por ese
título le correspondían”.
En otro comentario
en este sitio, mencioné algunos autores de esos aportes y destaqué la temprana
apertura a la historia de la mujer de Félix Luna y de María Saénz Quesada y,
ahora, de Eliana de Arrascaeta, desde las páginas revista “Todo es Historia”, a
lo largo de sus 55 años y en colecciones de libros dedicados al tema.
A lo que se añade
la incorporación de mujeres historiadoras a la Academia Nacional de la
Historia. Al nombre de la entrerriana
Beatriz Bosch, miembro de la ANH fallecida a los 101 años, se añaden otros y a
ellos, el próximo martes 14 de este mes, se sumará el de la doctora Beatriz
Bragoni.
Algunas autoras
que denuncian el borrar y hacer invisible a mujeres, hoy parecen esgrimir esa
misma tijera para podar nombres de historiadoras e historiadores que desde hace
un siglo aportan estudios sobre la historia de mujeres.
HISTORIA Y NOVELA
HISTÓRICA
La explícita
reivindicación de Guzmán al enfoque histórico “racial y de género” no le impide
reconocer que: “En el Río de la Plata, las mujeres de todas las clases sociales
cumplieron un rol primordial durante la experiencia revolucionaria y también
durante la militarización”.
Opinión que
difiere de interpretaciones clasistas y belicistas del papel de las mujeres de
esa época. En estos años se intenta desdibujar o minusvalorar a la mujer
esposa, madre, formadora y columna de la familia.
La escritora Ana
Gloria Moya, nacida en Tucumán y radicada en Salta, en “Cielo de tambores” su
novela sobre Rosario del Valle, a la que llama “María Kumbá” “Cielo de tambores” (2002), imagina una
respuesta suya a Viamonte, cuando éste reencuentra a Remedios en Buenos Aires
pidiendo limosna en la calle, lo que era injusto por haber sido ella soldado de
la independencia: “Ahí largué la carcajada porque soldado jamás fui. Yo fui la
Tía María para todos mis mozos, para mi Ño General” (por Belgrano).
“Cielo de
tambores”, recuerda que, en 1810, Rosario se presentó a Belgrano en Buenos
Aires para ofrecer acompañarlo al Paraguay: “Buen día su excelencia, voy con
usté. Los oficiales y el Señó Generá van a necesitar de quien les lave y les
planche. ¡Ah, y también sé manejá el fusil!”.
ERRORES Y
OMISIONES
Pasemos a los
errores y omisiones que cometí en mi primer apunte al mencionar diccionarios.
Errores y omisiones no se justifican, menos en historia. Pero en un artículo
periodístico se pueden explican y se deben corregir. En este caso rebrotó la
inercia de la inmediatez periodística espoleada por la hora de cierre. Aquí
señalo el origen de errores y omisiones, de los cuales me disculpo.
En las primeras
consultas, de más de media docena de diccionarios históricos – biográficos, la
búsqueda se dirigió a la letra “D”. En varias entradas en “D” están apellidos
Del Valle (Aristóbulo); Del Valle (Iberlucea); Del Valle (Juan Antonio Cruz) o
los compuestos Del Río o Del Villar.
Después, en la
segunda búsqueda busqué en la letra “V”. En uno de los primeros diccionarios
históricos, el de Enrique Udaondo editado en 1938, en página 1078 se incluye:
“Valle, María del”. Según Udaondo, pese al contundente testimonio a su favor de
Tomás Anchorena –secretario de Belgrano- “la pobre señora no pudo gozar de la
pensión; vivió y murió en la miseria”.
Udaondo menciona
el boceto que trazó en 1932 Carlos Ibarguren en el primer capítulo de su libro
“En la penumbra de la historia argentina”, páginas 11 a 17. En esa obra,
Ibarguren recuerda que, siendo presidente del Consejo Nacional de Educación
durante el gobierno del general Agustin P. Justo, el ingeniero Octavio Pico
impuso el nombre de "María Remedios del Valle". Este es otro caso en
el que, dos miembros de la elite conservadora, rescataron la memoria de
Remedios.
En 1938 comenzaron
a publicarse los tomos de la obra de Jacinto Yaben “Biografías argentinas y
sudamericanas”, en cuyo tomo V y en la letra “V”, se refiere a Remedios,
biografía que Guzmán considera la más completa hasta entonces.
Esa biografía no
está en el tomo VI del “Diccionario Histórico Argentino” (1954) de
Piccirilli-Romay y Gianello. En el caso del “Diccionario Biográfico de Mujeres
Argentinas”, de Lili Sosa de Newton, el nombre de Remedios no se incluyó en su
primera edición de 1967, la que consulté, se está en la edición de 1972.
Por último, en “La
Gran Enciclopedia Argentina” (1963) de Diego Abad de Santillán, está en el tomo
VIII, página 300, dentro de la entrada “Valle, Aristóbulo del, junto a otros
siete personajes de apellido Del Valle.
No está en “Tomas
de razón de despachos militares, cédulas de premios y retiros”, que publicó el
Archivo General de la Nación donde aparecen 42 personas de apellido Valle o Del
Valle. Allí hay un sola mujer: Juana Valle, que hace donativos en 1793.
Pero si está en
esos diccionarios biográficos escritos y editados en Buenos Aires, Remedios, no
está mencionada en diccionarios biográficos de Salta de Miguel Solá, Fernando
Figueroa y Roberto Vitry. No recuerdo que la mencione Bernardo Frías en su
“Historia de Güemes”. No figura entre siete personas de apellido
"Valle" incluidos los doce tomos de “Güemes Documentado”.
Tampoco en
jujeños: Benjamín Villafañe (1953); Teófilo Sánchez de Bustamante (1957) y
"Jujuy. Diccionario General", tomo IV, obra en 12 tomos dirigida por
Antonio Paleari. No lo está calificados historiadores tucumanos: Carlos Páez de
la Torre, Sara Peña de Bascary , Elena Perilli de Colombres Garmendia o Ramón
Leoni Pinto.
RECONOCIMIENTO,
TRECE AÑOS DESPUÉS
Sus biógrafos
dicen que murió en noviembre de 1847, con poco más de 60 años. Si, como consta,
se incorporó a las fuerzas comandadas por Belgrano en 1810, ese año tenía 37.
De acuerdo a los documentos hasta ahora encontrados su actuación comenzó en
1810 y concluyó a finales de 1813, hasta las derrotas de Vilcapugio y
Ayohuma.
"Recién se
vuelve a saber de ella en el año 1826, cuando inició la gestión para que se le
concediese una pensión por los servicios prestados", explica Florencia
Guzmán en su investigación sobre Remedios. Recién trece años después,
reapareció en papeles que presentó para tramitar una pensión, que alivió sus
penurias.
Pero esas otras
menciones no autorizan a imaginar que un segmento más o menos amplio de
lectores, conocieran su trayectoria. Mucho menos, que lo hayan hecho en los
últimos veinte años, pese a que algunos datos suyos están en Wikipedia, sitio
discutible como fuente confiable.
QUIENES FUERON
"LAS RABONAS”
Flora Tristán
nació en París en 1803 y murió en 1844. Fue hija del coronel español Mariano
Tristán y Moscoso, sobrina del general realista Pío Tristán, abuela de Paul
Gauguin y precursora de la defensa de los derechos de la mujer fundadora de la
Unión Obrera, directora y redactora de ese periódico identificado con el
socialismo utópico.
En 1833 embarcó a
América, llegó a las costas peruanas, se trasladó a Arequipa donde fue a
reunirse con Pío Tristán para exigirle la entrega de propiedades y bienes que
allí dejó su padre Mariano Tristán. Flora está allí desde enero hasta julio de
ese año. Regresa a Francia desairada por su tío, con las manos vacías pero
repleta de experiencia.
Dos años después,
en 1835, Flora publicó en París la primera parte de su libro "Peregrinaciones
de una paria". Durante su corta permanencia en Perú, Flora conoció,
preguntó, se informó, tomó apuntes y escribió ese magnífico testimonio.
Uno de ellos es el
que describe las tareas que cumplieron "las rabonas", mujeres que
acompañaban las marchas de las tropas. Flora escribió:
"Las rabonas
están armadas. Cargan sobre mulas las marmitas, las tiendas y en fin todo el
bagaje. Arrastran en su séquito a una multitud de niños de toda edad. Hacen
partir a sus mulas al trote, las siguen corriendo, trepan así las altas
montañas cubiertas de nieve y atraviesan los ríos a nado llevando uno y a veces
dos hijos a sus espaldas.
"Cuando
llegan al lugar que se les ha asignado se ocupan primero en escoger el mejor
sitio para acampar. Enseguida descargan las mulas, arman las tiendas, amamantan
y acuestan a los niños, encienden los fuegos y cocinan. Si no están muy
alejadas de un sitio habitado van en destacamento en busca de provisiones.
"Se arrojan
sobre el pueblo como bestias hambrientas y piden a los habitantes víveres para
el ejército. Cuando los dan con buena voluntad no hacen daño alguno, pero
cuando se les resiste se baten como leonas y con valor salvaje triunfan siempre
de la resistencia...Estas mujeres proveen a las necesidades del soldado, lavan
y componen sus vestidos...Viven con los soldados, comen con ellos, se detienen
donde ellos acampan, están expuestas a los mismos peligros y soportan aún
mayores fatigas...
"Cuando se
piensa en que, además de llevar esta vida de penurias y peligros cumplen los
deberes de la maternidad, se admira uno de lo que puedan resistir", hasta
aquí la descripción de Flora Tristán.
Por su parte, el
general Gregorio Aráoz de La Madrid que escribió en sus "Memorias" su
recuerdo de Remedios, aludiendo al apoyo de mujeres a las tropas, escribió en
términos críticos, parciales e injustos:
"Como no
había yo permitido que siguiera a la división desde Tucumán, una sola mujer
pues no sirven estas sino para montar los mejores caballos de los soldados,
distraer a estos, consumirles sus vestuarios y merodear en las marchas cuanto
encuentren a mano separándose de los caminos, di una fuerte orden a la
división, prohibiendo que siguiera mujer alguna,(...) más como podía haber
entre ellas algunas mujeres legítimas dispuse que estas quedaran a cargo del
gobierno (...) y que se les pasara una pequeña pensión a cuenta del haber de
sus maridos hasta mi regreso, pues fueron muy pocas".
TRASFONDO DEL
TEMA
De forma (mal)
intencionada los que criticaron mis opiniones lo hicieron apoyándose en un
supuesto falso. Para ello me adjudicaron la intención no solo de negar su
existencia, sino de desmerecer a Remedios, descalificarla y hasta
condenarla.
De este modo,
eludieron el interrogante que expuse. No se trataba de negar su existencia ni
su trayectoria sino de preguntarse si, quienes eligieron y decidieron incluirla
al lado del General Belgrano, deberían conocer
y seguir criterios que rigen, en
la mayoría de países, en materia de imágenes en billetes, los que tienen un
valor añadido: lo que representan las imágenes en ellos impresas.
Se trata de
aplicar y conocer los criterios de valoración no sólo de méritos, ejemplaridad,
capacidad, trayectoria y conocimiento, reconocimiento y aceptación del
personaje en sus respectivos países. El billete tiene, además, un valor
simbólico. Se dijo que es texto abierto y circulante de historia y de cultura
de un país.
Incluyen rostros
de personajes que encarnaron valores morales. No elegidos, y tampoco o
excluidos, solo por su condición o trayectoria política, militar, social,
científica, educativa o cultural.
“Cada cultura es,
en gran medida, lo que es específico de su galería de personajes", son sus
“representantes morales” que “asumen existencia corpórea en el mundo social”,
señala MacIntyre.
El rechazo,
condena y derogación del mérito incluye la abolición no ya de las diferencias
sociales, económicas o de educación, sino de principios universales que
personas y sociedades asumen como elementos básicos de la convivencia, erosiona
los fundamentos de una nación, degrada la educación, la calidad institucional e
intoxica la convivencia social.
Del mismo modo que
hay personajes meritorios que no son reconocidos, los hay reconocidos que no
fueron meritorios. Remedios es un personaje meritorio. Corresponde un
reconocimiento. Pero el modo elegido, en un billete al lado del general
Belgrano no es el adecuado.
Caben pocas dudas
que su imagen está siendo usada como mensaje, de modo muy poco disimulado, no
para honrarla y, a través de ella, hacer visible a la mujer en nuestra
historia.
Su imaginado
rostro en este billete, en el mismo rango y en pareja con el general Belgrano,
el apelar condición de mujer, mulata, pobre y colaboradora en escenarios
bélicos, son ingredientes de los que se nutren las manipulaciones político –
ideológicas.-
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