Maipú:
la batalla que aseguró la independencia de
Chile y consagró a San Martín
Juan Marcelo
Calabria y Roberto Colimodio
Infobae, 6 de
Abril de 2022
Las bajas
patriotas ascendieron a unos 1000 hombres y las realistas, al doble, con 3000
prisioneros y una cantidad significativa de armamento capturado
El 25 de marzo de
1818 el Libertador de América José Francisco de San Martín ingresaba en la
ciudad de Santiago de Chile, luego de trabajosas jornadas a partir de la
derrota sufrida por el ejército patriota en Cancha Rayada. Una vez en la
capital ante la multitud expectante y temerosa proclamaba: “El ejército de la
Patria se sostiene con gloria al frente del enemigo. Los tiranos no han
avanzado un punto de su atrincheramiento. La Patria existe y triunfará, y yo
empeño mi palabra de honor de dar un día de gloria a la América del Sur”.
Con la mirada en
el horizonte de la libertad, el líder americano inspiraba a los pueblos tras
sus pasos y empeña su palabra de honor en la culminación de la obra que había
comenzado al dar inicio a “la gran empresa cuyana” desde Mendoza y a la que ha
decidido consagrar su vida.
Luego del 19 de
marzo los días se volvieron febriles y los preparativos para un enfrentamiento
decisivo se aceleraron. El Ejército Unido logró rehacerse y gracias a los
esfuerzos desplegados por el propio San Martín, O’Higgins, Las Heras, Freire,
Guido, Rodríguez y demás jefes, oficiales y tropa consiguieron reunir una
fuerza de más de 5.000 hombres y 21 cañones con la que el General en Jefe
planeaba avanzar sobre el enemigo y librar la batalla decisiva. El libertador
consideraba que no se debía dar tiempo al enemigo de capitalizar el triunfo
obtenido en Cancha Rayada.
Al decir de Mitre:
“Contando con el triunfo, el general de los Andes supo infundir a todos su
confianza, dio instrucciones detalladas a sus jefes en vísperas de la batalla.
Entre ellas, recomendaba a los jefes de caballería tomar siempre la ofensiva,
por ser esta la índole del soldado americano, y llevar a su retaguardia un
pelotón de veinticinco hombres para sablear a los que volvieran la cara y
perseguir al enemigo”.
Por último les
decía: “Esta batalla va a decidir la suerte de toda América, y es preferible
una muerte honrosa en el campo del honor a sufrirla por manos de nuestros
verdugos. Yo estoy seguro de la victoria con la ayuda de los jefes del ejército,
a los que encargo tengan presente estas observaciones”.
Al amanecer del 5
de abril, San Martín, informado de las tácticas enemigas, quiso “cerciorarse
por sus propios ojos del error estratégico y concertar sus movimientos tácticos,
(para ello) se vistió con un poncho y un sombrero de campesino y, acompañado
por su inseparable ayudante O’Brien y el ingeniero D’Albe, seguido de una
pequeña escolta, se dirigió a gran galope al ángulo truncado de la Loma
Blanca. Desde allí, pudo observar a la distancia de 400 metros con el auxilio
de su catalejo, la marcha de flanco que en perfecto orden ejecutaban las
columnas españolas a tambor batiente y banderas desplegadas, al posesionarse
de la lomada triangular fronteriza prolongando su izquierda sobre el camino de
Valparaíso. ‘¡Qué brutos son estos godos!’”, exclamó con esa mezcla de
resolución y buen humor que lo caracterizaba.
Y agregó: “Osorio
es más torpe de lo que yo pensaba”. Dirigiéndose luego a sus acompañantes,
les dijo: “El triunfo de este día es nuestro. ¡El Sol por testigo!”, según
relató el mismo Mitre.
A media mañana el
ejército argentino - chileno rompió marcha y poco antes del medio día la
artillería patriota rompió fuego y poco después se inició el ataque. La
lucha duró varias horas y finalmente el ejército realista fue diezmado por
completo. Maipú significó la primera victoria decisiva de la lucha por la
Independencia, y así como la Batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812
salvó la Revolución de Mayo, sin duda Maipú abrió la puerta a los futuros
triunfos patriotas en todo el continente. En ese momento, la figura de
estratega de San Martín alcanzaba uno de sus instantes sublimes, pero sobre
todo resaltaban las condiciones de líder: aquel que logra capitalizar las
vicisitudes y ve en los obstáculos y crisis la oportunidad de resurgir y jugar
el todo por el todo. Recordemos que este triunfo se logró a tan sólo dos
semanas de la sorpresa de Cancha Rayada donde el ejército patriota quedó
reducido a casi la mitad de su fuerza y sin embargo la decisión, actividad y
trabajo desplegados en los días posteriores permitieron obtener los resultados
de ese 5 de abril de 1818.
Las dificultades y
vicisitudes golpearon al Libertador, sin embargo su preparación, ímpetu,
valentía, habilidades y competencias desarrolladas durante los años de
preparación en España y los de liderazgo en América forjaron su carácter y
dispusieron su mente para tomar decisiones claves, en el tiempo justo, con la
claridad y visión que las circunstancias demandaban. Así San Martín demostró
ser “el hombre justo en el momento indicado”.
El 27 de abril,
desde Salta, Martín Miguel de Güemes, como muchos otros, al conocer el
triunfo de Maipú, le escribía a José Francisco en los siguientes términos:
“No es esta la primera vez que dirijo mis justos respetos a V.E., aunque con el
desconsuelo de que la pluma y no la lengua sea el intérprete, cuando aquella
no es bastante a explicar los conceptos de un alma agradecida. Las armas de la
nueva Nación manejadas por la diestra mano de V.E., repiten sus triunfos dando
mayor timbre al valor americano, y sirviendo de terror y espanto al orgulloso
peninsular. Muy pronto verá este que el estandarte de la libertad flamea aún
en sus mismos muros, que supone impenetrables. Ya, pues, que la suerte no ha
querido que al lado de V.E. tenga mi espada una pequeña parte en la venturosa
gloria del día 5 del actual, quiera al menos dar acogida al amor y respeto con
que tengo el honor de felicitar a V.E. y acompañarle desde aquí, en el objeto
de sus complacencias, Dios guarde a V.E. muchos años”.
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