El primer
empréstito, Rosas y las Malvinas
Por Norberto Jorge Chiviló (*)
Hace seis años
atrás, el 7 de mayo de 2006, salió publicado en el matutino "La
Prensa" un artículo del Dr. Omar López Mato, titulado "Tras un manto
de neblinas", en el cual decía “…Rosas intentó cambiar las islas por los
bonos del empréstito Baring, pero Manuel Moreno, el hermano de Mariano y
representante argentino ante la corona británica, se hizo el desentendido y dio
largas al asunto que nuestros nacionalistas han olvidado reiteradamente”.
Como desconocía en
ese momento la dirección particular del Dr. López Mato y su correo electrónico,
le remití una carta en contestación al domicilio del matutino, con el pedido
que le fuera entregada. Nunca recibí respuesta, pero conociendo ahora al Dr.
López Mato, estimo que dicha carta no le fue dada, pues de lo contrario me
hubiera contestado.
En la respuesta
que él me remitió últimamente y publiqué en la edición N° 21 de este periódico
(pág. 6), con el título "Otra Vuelta de Obligado", refiriéndose a
Rosas, dice: "¿Nada hizo, ni un amague, para reafirmar nuestra soberanía
sobre las Malvinas o en los canales fueguinos? Y ya que hablamos de las
Malvinas, ¿por qué no tocamos el tema de la oferta de Rosas de cambiar las
islas por la deuda del Baring Brother, o la propuesta realizada en 1848, de
ceder a la misma Casa Baring la explotación exclusiva de todo el litoral
atlántico? ¡¡¡Ofreció territorio nacional por plata que la nación no había
recibido!!!"
Recojo el guante y
voy a tocar el tema propuesto por López Mato, de Rosas y las Malvinas. En otra
edición se analizará el tema de los canales fueguinos y la forma en que nuestro
vecino, Chile, se adueñó de los mismos y a instancias de quién lo hizo.
Como el lector
apreciará, no soslayamos el análisis ni la discusión sobre ningún tema, ni
ocultamos nada, porque no hay nada que ocultar, sino todo lo contrario, solo
nos guía e interesa la verdad histórica.
Pero para abordar
el tema de Rosas y las Malvinas, como en todos los temas, es necesario conocer
sus antecedentes -como siempre tratamos de hacerlo en este periódico-, y
ubicarnos en el tiempo y lugar histórico, porque así es, como, a mi entender,
debe analizarse la historia, ya que hacer afirmaciones al voleo no ayudan a
esclarecer los temas, sino ocurre lo contrario, se confunde a la gente que
carece de la información suficiente.
El empréstito de
la Baring Brothers & Co.
Durante el
gobierno de Martín Rodríguez al frente de la provincia de Buenos Aires y a
instancias de su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia se autorizó por ley
del 28 de noviembre de 1822 la contratación de un empréstito con la finalidad
de construir un puerto en Buenos Aires, dotar de agua corriente a la ciudad y
fundar tres pueblos en la frontera.
Su contratación se
efectivizó el 1° de julio de 1824 con la banca inglesa Baring Brothers &
Co., por 1.000.000 de Libras esterlinas ( £ ), a un interés del 6% anual.
De las £
1.000.000, por las cuales Buenos Aires quedó endeudada, solo se
"recibió" la cantidad de £ 560.000, ya que al monto originario se le
descontaron “comisiones” (hoy diríamos: coimas y mordidas) e intereses cobrados
por adelantado, etc. Ese empréstito fue un verdadero fraude, como bien lo saben
hacer los ingleses, contando siempre con miserables auxiliares nativos, en
nuestro caso el Señor Rivadavia y quienes lo secundaban.
El pago de la
deuda estaba garantizada con la totalidad de las tierras públicas de la
provincia.
Estos préstamos
que se hicieron por Inglaterra, por intermedio de distintas bancas, a las
jóvenes repúblicas americanas recientemente independizadas de España, ya que
Buenos Aires no fue la única (las otras fueron: Méjico, Perú, Chile, Colombia,
Centro América), tuvieron por finalidad convertir a Inglaterra en acreedora y
así lograr la dominación económica de estos nuevos países y su sometimiento al
imperio inglés.
En realidad el préstamo
no hubiera sido necesario, pues las cuentas fiscales de la Provincia daban
superávit y con haber subido un poco los derechos de importación y prohibida la
salida de metálico, los fondos se hubieran conseguido.
En el libro "Congrés de Verone", publicado en
1838, su autor el vizconde Chateaubriand -Ministro del monarca francés Luis
XVIII- dirá: "De 1822 a 1826, diez empréstitos han sido hechos en
Inglaterra en nombre de las colonias españolas. Montaban estos empréstitos a la
suma de 20.978.000 libras. Estos empréstitos habían sido contratados al 75%.
Después se descontó dos años de intereses al 6%. En seguida se retuvo 7.000.000
de libras de gastos varios inespecificados. Al fin de cuentas Inglaterra ha
desembolsado una suma real de 7.000.000 de libras, pero las repúblicas
españolas han quedado hipotecadas en una deuda de 20.978.000 libras."
Pero eso no es
todo, ese importe no vino en metálico, sino en una ínfima cantidad, con lo cual
se podría haber empleado en su inversión en lo que el gobierno quisiera, sino
que lo fue a través de documentos a descontarse por los comerciantes ingleses
de Buenos Aires. Roberto de Lafèrrere, dice acerca de la suma recibida: “…fue
una suma irrisoria, como que la operación real consistió principalmente en
emitir documentos de crédito sobre los comerciantes ingleses de la plaza:
ingleses de nacionalidad, pero con capitales formados o acrecidos en el país.
Los ingleses, pues, nos prestaron lo nuestro y después nos lo cobraron con
intereses como si fuera de ellos”. Vemos así, que en realidad los argentinos
nos prestamos a sí mismos y como el lector apreciará, hicimos un “gran
negocio”.
Como ya manifesté,
en garantía de dicho “préstamo”, se hipotecó todo el territorio de la
Provincia, pero incomprensiblemente, después y durante la
"presidencia" de Rivadavia, la garantía se extendió a todo el
territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Así el Dr. Salvador
María del Carril que era su ministro de Hacienda por nota del 27 de abril de
1826, dice: “Comunico a los señores Baring Brothers y Cía. que tomaba medidas
para asegurar el servicio, haciéndoles notar que el empréstito estaba ahora
garantido por todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.”
Al margen, diremos
que con el dinero obtenido no se construyó el puerto, ni se instaló sistema
alguno de aguas corrientes, ni se fundó ningún pueblo, y prácticamente nada se
hizo, ni siquiera fue destinado a proveer de armamento ni al sostenimiento de
las tropas argentinas en guerra contra el Imperio del Brasil.
Anualmente, debían
abonarse los servicios de esa deuda. Cuando Dorrego fue Gobernador, para hacer
frente a esos pagos, debieron venderse las fragatas “Asia” y “Congreso”, que se
estaban alistando en Inglaterra, para intervenir en la guerra que en esos momentos
nuestro país sostenía contra el Brasil.
Raúl Scalabrini
Ortiz, afirma: "Los servicios de este empréstito se cumplieron hasta el 1°
de julio de 1827 y permanecieron suspendidos hasta 1857, con excepción de
varias mensualidades pagadas por Rosas en los años 1846, 1850 y 1851 y que en
total sumaron según las cuentas de Woodbine Parish £ 43.965."
La agresión
norteamericana en la isla Soledad
Durante el primer
gobierno de Rosas, el 31 de diciembre de 1831 se produjo un atentado a la
soberanía que nuestro país ejercía en las islas Malvinas, por la fragata de
guerra estadounidense "Lexington" al mando del Cap. Silas Duncan. La
agresión, que consistió en un ataque armado y el saqueo contra el asentamiento
argentino de la isla Soledad, fue en represalia por el apresamiento de tres
goletas estadounidenses que se encontraban cazando focas sin haber abonado los
derechos de pesca a las autoridades argentinas. Ese artero ataque originó la
protesta de nuestro gobierno a la potencia del norte. El reclamo argentino fue
rechazado y el cónsul estadounidense fue expulsado de Buenos Aires,
interrumpiéndose así las relaciones diplomáticas entre estos países.
El representante
del país del norte aconsejó a sus autoridades declararan la guerra al nuestro,
cosa que no ocurrió.
La usurpación de
las Malvinas
Finalizado el
mandato de Rosas como Gobernador de la Provincia, el 17 de diciembre de 1832,
fue sucedido en el cargo por el Brigadier General Juan Ramón González Balcarce.
A los pocos días,
esto es el 3 de enero de 1833, se produjo el atropello inglés en nuestras islas
Malvinas, cuando fuerzas inglesa que arribaron con la corbeta "HMS
Clio" -al mando del capitán John James Onslow-, poderosamente armada con
18 cañones, desalojaron a la pequeña guarnición argentina que allí se
encontraba y se establecieron en el lugar, usurpando así el territorio
nacional. Se imponía el "derecho" del fuerte y poderoso.
Ninguna
responsabilidad podemos atribuir al Gobierno de Balcarce por este hecho, sino a
la política imperialista inglesa, quien utilizará a partir de allí esas islas
como punto de recalada y abastecimiento de sus naves que surcaban todos los
mares del mundo y sobre todo teniendo en cuenta que las islas se encontraban en
un lugar estratégico del Atlántico Sur, cercanas al Estrecho de Magallanes y al
Cabo de Hornos, lugar de paso hacia el Océano Pacífico.
El gobierno de
Balcarce protestó inmediatamente por tal usurpación al encargado de negocios
británico en Buenos Aires, efectuando también los reclamos pertinentes por
intermedio del Ministro argentino acreditado ante la Corona británica, Dr.
Manuel Moreno.
Es necesario
aclarar que ocho años antes, esto es en 1825, se había firmado un tratado de
amistad y comercio entre nuestro país y la nación inglesa y sin que nada lo
justificara, se produjo después el atropello británico que estamos comentando,
a la joven república americana, ocupando sin derecho parte de su territorio
insular.
A fines de 1836
exige al gobierno inglés una respuesta al reclamo que había hecho Moreno dos
años y medio antes y a fines de diciembre de 1841 el gobierno argentino vuelve
a reclamar al inglés.
Durante todo su
gobierno, Rosas en sus mensajes anuales a la Legislatura hacía referencia a la
cuestión Malvinas, manifestando la confianza en recuperar aquél territorio y
ratificando también los derechos que nuestro país tenía sobre las islas,
derechos que decía, nunca serían abandonados.
También en alguno
de dichos mensajes como por ejemplo el que corresponde al 27 de diciembre de
1837, hizo referencia al empréstito: "... pesa sobre el gobierno la
dificultad de sus compromisos con el empréstito de Inglaterra. Las
reclamaciones de aquellos acreedores no pueden dejar de ser atendidas, si
presentadas con dignidad vienen niveladas por los principios de una justicia
distributiva. El gobierno desea con vehemencia arribar a una transacción, que
en sí misma presente la posibilidad de su exacto cumplimiento. Para conseguirlo
no omitirá ninguno de los medios que sugieran su razón y la prudencia".
La situación
internacional
En el mundo de
aquél entonces, Inglaterra era la primera potencia, ya que con su marina
dominaba todos los mares -y por ende las rutas marítimas- y quien dominaba los
mares dominaba el comercio y así también se lo impedía a las potencias
contrarias. Fue también la primera potencia industrial y allí la necesidad de
obtener materia prima para sus industrias y también la necesidad de colocar sus
productos manufacturados. Construyó un gran imperio -especialmente durante el
siglo XIX-, con dominios y colonias esparcidas por los cinco continentes. Sus
buques necesitaban lugar de amarre y abastecimiento en las largas rutas
marítimas que debían surcar.
Cualquier pretexto
era válido para intervenir en otros países, ya para lograr ganancias
territoriales, establecer colonias, o bien obtener beneficios para su comercio.
Muchas veces y como ocurrió en nuestro país se valieron de partidos políticos,
en nuestro caso los unitarios, quienes los alentaron en sus empresas
colonialistas o actuaron como sus auxiliares.
Francia que le iba
a la saga, era la segunda potencia de la época. Los franceses, habían visto
herido su orgullo nacional con la derrota de Napoleón y la caída del Primer
Imperio que el sardo había creado, pero sus gobernantes después de la
restauración monárquica, quisieron reverdecer viejos laureles y para ello era
necesario promover nuevas conquistas y al igual que los ingleses no escatimaron
esfuerzos para lograrlo, para ello intervinieron principalmente en el sudeste asiático
-Indochina- , en Argel, Méjico, Sudamérica, etc.
Cualquier pretexto
era suficiente para que esas potencias justificaran una intervención. Así en el
caso de Méjico, el simple robo de unos pasteles a un panadero francés originó
la intervención francesa, produciéndose la "guerra de los pasteles".
Francia reclamó exorbitantes indemnizaciones a los mejicanos, llegando al
bloqueo naval de Veracruz y al bombardeo y ocupación de la fortaleza de San
Juan de Ulúa.
La situación en
Sud América
Ambas potencias -Inglaterra
y Francia- también intervinieron en Sud América.
Así los franceses
alentaron las ambiciones expansionistas del Mariscal Andrés de Santa Cruz,
presidente de la Confederación Perú- Boliviana, quien pretendía la anexión de
las provincias norteñas argentinas y también ayudaba a los unitarios en su
lucha contra Rosas.
En la región del
Plata, los franceses también crearon problemas a los dos países ribereños, la
Argentina y el Uruguay.
Con diversas
excusas que ya hemos mencionado en otras ediciones de este periódico,
dispusieron en marzo de 1838, el bloqueo del río de la Plata contra nuestro
país y también intervinieron en las cuestiones domésticas uruguayas,
promoviendo la caída del presidente constitucional uruguayo Manuel Oribe en
octubre del mismo año y su reemplazo por Fructuoso Rivera, subvirtiéndose así
el orden constitucional del hermano país, estableciéndose en Montevideo y
convirtiendo a dicha ciudad prácticamente en una colonia francesa. Para todo
ello contaron con el concurso de los exiliados unitarios en Montevideo.
En marzo de 1839,
Rivera incentivado por los argentinos exiliados en Montevideo, declaró la
guerra a la Confederación Argentina.
El conflicto que
nuestro país mantuvo con Francia por el bloqueo, duró prácticamente dos años y
medio, hasta que se firmó el tratado Arana-Mackau el 21 de octubre de 1840. (ER
N° 17, pág. 1y sgtes.)
Pero el gobierno
de Rosas no solo debió vérselas con los franceses, sino también existía un
conflicto interno con el partido unitario, y con Rivera, ayudados ambos por los
galos, que le impedían al gobernante porteño poder abocarse en forma tranquila
a gobernar el país.
Así los franceses
alentaron levantamientos internos, como el de los ganaderos del sur de la
provincia, mal llamados de "Los libres del Sud", en el año 1839 (ER
N° 13, pág. 12), promovieron la invasión del "Ejército Libertador",
al mando del Gral. Juan G. Lavalle, entre otros hechos.
En Febrero de
1843, Oribe al mando de tropas uruguayas y argentinas, puso sitio a la ciudad
de Montevideo, convertida en una verdadera fortaleza, pero los sitiados
recibían refuerzos y abastecimientos por el río, por lo que el 1°de abril,
Brown al frente de la escuadra de la Confederación, la bloquea también por
agua.
Decimos que
Montevideo se convierte en una fortaleza, ya que desembarcan tropas francesas e
inglesas con artillería con el pretexto de defender a sus connacionales, pero
que en la realidad todo ello se traduce en una toma de posición a favor de uno
de los bandos en pugna, interviniendo así de lleno en las luchas civiles.
El comodoro inglés
John Brett Purvis, jefe de la escuadra inglesa con asiento en Sudamérica, tampoco guarda la neutralidad debida y toma
partido por Rivera y los unitarios argentinos. Considera a Brown como súbdito
británico y con la fuerza se opone a las acciones que Brown había emprendido
contra los riberistas y al bloqueo, desconociendo el derecho de nuestro país al
mismo, como lo establecía el derecho de gentes de la época. La oposición de
Purvis era por "no reconocer el gobierno de S. M. B. (Su Majestad
Británica) a los nuevos pueblos de Sudamérica como potencias marítimas
autorizadas para el ejercicio de tan alto e importante derecho como el
bloqueo".
A fin de evitar
confrontaciones que pudiera derivar en una guerra con las potencias
extranjeras, Rosas ordenó el retiro de la escuadra naval.
Esa era en
apretada síntesis, la situación histórica delicada en que se encontraba la
Confederación Argentina, en aquellos momentos.
El reclamo de los
bonistas ingleses
Durante su
gobierno al frente de la Confederación, Rosas se vio impedido de abonar los
servicios de la deuda del empréstito Baring, porque debió ocuparse, entre otras
cuestiones, de mantener numerosos ejércitos para enfrentar todas las agresiones
externas e internas hacia la Confederación, como así también a los bloqueos a
los que fue sometida.
Los bonistas
-bonholders- presionaban al gobierno inglés para que reclamaran al argentino y
obtuviera el cobro compulsivo de la deuda, la que se encontraba garantizada con
todo el territorio de la ese entonces Confederación Argentina, como dijimos más
arriba por la irresponsabilidad de Rivadavia.
En el año 1838, se
produce el bloqueo francés. En ese año, el Ministro Arana en nota confidencial
que había mandado a Manuel Moreno, le pidió que cuando hiciere el reclamo ante
la Corona británica "respecto a la ocupación de las islas Malvinas y
entonces explorará con sagacidad sin que se le pueda trascender ser idea de
este gobierno si habría disposición en el de S.M.B. a hacer lugar a una
transacción pecuniaria, que sería para cancelar la deuda pendiente del
Empréstito Argentino.”
"Entraba bien
-dice Domingo Sierra- en la forma de ser de Rosas un ofrecimiento que no lo
comprometiera, pero que podría comprometer al gobierno británico, si forzado
por los tenedores de títulos del empréstito, aceptaba la propuesta, para lo
cual tenía que admitir la soberanía argentina sobre las Malvinas".
El gobierno, trata
de ganarse el apoyo de los "bonoleros" como Rosas llama a los
bonholders, esto es los tenedores de bonos del empréstito, manifestando la
imposibilidad de cumplir con el pago de las rentas del empréstito debido a los
menores ingresos de aduana, como consecuencia del bloqueo.
En Inglaterra se
formó un Comité de tenedores de títulos de Buenos Aires, denominado Committee
of Buenos Ayres bonholders, quienes presionaron al gobierno a fin de que
exigiera al gobierno francés del cese del bloqueo, que indirectamente los
perjudicaba. Lord Palmerston, Ministro inglés, exigió así en 1840 el cese del
bloqueo francés, lo que finalmente ocurrió.
Pero terminado el
bloqueo y como los pagos aún no se reiniciaban, el comité de bonistas y la Casa
Baring nombraron de común acuerdo a Frank Palicieu Falconet (o Falconnet), para
que se traslade a Buenos Aires y reclame al gobierno argentino y ejecute las garantías, para lograr el cobro
de lo que se les adeudaba. Es la época en que los acreedores de los países
imperialistas pretenden cobrar las deuda al amparo de los cañones de sus barcos
y en el Río de la Plata, justamente había una presión naval inglesa muy fuerte.
Así en el año 1842
llega a Buenos Aires, para cumplir su misión el representante designado, Sr.
Falconet.
El "ofrecimiento"
de Rosas
En el año 1880, el
gobierno norteamericano, por intermedio de su representante diplomático
acreditado en Buenos Aires, solicitó al gobierno argentino le hiciera conocer
una amplia información sobre la historia financiera, económica y monetaria de
nuestro país.
Ese trabajo fue
encomendado al Dr. Pedro Agote, quien presentó un año más tarde el documento
oficial "Informe sobre la deuda pública", en el que por primera vez
se hizo público el hecho de que Rosas intentara cancelar el empréstito, con sus
servicios adeudados que en esos momentos ascendía a la astronómica suma de
1.900.000 libras, dando en pago las islas Malvinas.
Alfredo Ortiz de
Rozas, dice: "Los pagos se habían suspendido por quince años. La deuda
ascendía a 1.900.000 libras o sea 9.500.000 pesos fuertes, que, al cambio de la
época equivalía a una suma mayor de 200.000.000 de pesos moneda corriente; es decir, que la deuda sobrepasaba el monto
total del presupuesto de gobierno en casi cinco veces, pues, en 1842 era de
43.000.000 de pesos moneda corriente".
En su informe,
dice Agote: “Quiero hacer constar en este documento destinado a un gobierno
extranjero, que los gobiernos de Buenos Aires y de la Nación no han perdido
nunca de vista esta obligación, y que en medio de las guerras civiles y
nacionales, que los han afligido en largos períodos de su existencia agitada,
jamás han olvidado este compromiso de honor que, reconocido alternativamente
por uno u otro, han cumplido como les ha sido posible, ofreciendo testimonios
de honradez y desprendimiento de que no hay ejemplo en la historia de pueblo
alguno que les aventaje” y continúa: “La relación histórica del empréstito
inglés de 1824 es una prueba espléndida de esta verdad; y al consignarla en las
páginas que siguen, cumplo un deber patriótico, al mismo tiempo que ofrezco un
ejemplo de honradez republicana, que debe servir de regla para medir en todo
tiempo y circunstancia, los compromisos nacionales.”
Dice el Dr. Agote
que el gobierno de Rosas había encomendado a su ministro Manuel Insiarte hacer
el ofrecimiento a Falconet. y dice: “En desempeño de su encargo el ministro
Insiarte manifestó a aquel señor (Falconet) en nota de 17 de febrero de 1843,
las dificultades con que había tropezado el gobierno para hacer este servicio, y
le anunció, en testimonio del deseo que le asistía de hacer un arreglo con los
acreedores, haber autorizado al Ministro Argentino en Londres para hacer al
gobierno de su Majestad Británica la proposición de ceder las islas Malvinas en
pago de la deuda” y agrega Agote y resaltamos nosotros: “Esta nota abunda en
consideraciones acerca de los derechos de la República a aquellas islas, y la
confianza que tiene de que ellos sean reconocidos por el gobierno británico.”
Note el lector que
la nota mencionada hace referencia "acerca de los derechos de la República
a aquellas islas" o para decirlo en otras palabras, a los derechos de
soberanía que nuestro país tenía sobre las islas y agrega "y la confianza
que tiene de que ellos sean reconocidos por el gobierno británico.”
Por un lado el
gobierno argentino ofrecía una posibilidad al pago de la deuda con la cesión de
las islas Malvinas, ...pero por el otro el gobierno británico debía reconocer
los derechos argentinos sobre ellas. Nadie da en pago algo que no es propio.
Por el lado
contrario -el inglés- si aceptaba el ofrecimiento argentino, estaba
reconociendo que las islas eran argentinas, lo que era imposible para los
ingleses, pues nadie recibe en pago algo que le es propio.
Entonces, ¿fue una
jugada magistral de Rosas?
En ningún momento
existió acto alguno de Rosas que significara renuncia alguna a la soberanía
argentina sobre las islas, sino todo lo contrario y prueba de ello es que el
gobierno británico en el litigio que tiene con el nuestro sobre la soberanía de
las islas nunca invocó este hecho como demostrativo de una renuncia a la
soberanía de nuestro país.
Cabe señalar que
las notas cursadas por el gobierno argentino a su representante ante la Corte
inglesa, Dr. Manuel Moreno, se le solicita: "Que en conformidad a sus
instrucciones demande del Gobierno de S.M.B. una indemnización por el derecho
de las Islas Malvinas, y que entre en ésta el empréstito y sus rentas vencidas
y por vencer…" O sea reclame por las indemnizaciones que les eran debidas
a nuestro país por la usurpación de las mismas y con ello se abone la deuda.
Moreno contesta
que ha hallado tantas dificultades “que en verdad nos hace pensar que aunque la
idea de esta transacción es absolutamente justa y razonable en su fondo, no hay
al presente ninguna probabilidad de hacerla practicable. Mientras este Gobierno
(el inglés) niegue la Soberanía de las islas a la República, como lo ha hecho
hasta ahora, no hay medio de inducirlo a indemnizaciones por la cesión de aquel
Dominio.”
Según Agote,
Falconet no acepta el ofrecimiento argentino “por no ofrecer la cuestión
pendiente de las islas Malvinas un resultado pronto y favorable, habiendo el
Ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, Lord Aberdeen, rechazado todo
reclamo a este respecto.”
Insiarte insiste
en el ofrecimiento reiterando la legitimidad de los derechos de nuestro país a
las islas "cuya cesión a los prestamistas ingleses era el medio más pronto
y eficaz para cubrir esta deuda”.
Debemos destacar
que ofrecimiento oficial al gobierno británico nunca existió y parece que
tampoco hubo una exploración o insinuación "sagaz".
En 1844, Rosas
sabía que se acercaba una intervención franco inglesa y se ofreció a Falconet
el pago de $ 5.000 mensuales, a fin de que los bonoleros cobraran parte de la
deuda. La cifra era exigua, pero mejor cobrar algo, antes que nada. Los
tenedores de bonos cobraron la remesa, los bonoleros y la casa Baring Brothers
mandaron al Gobierno de Buenos Aires una nota de reconocimiento.
A raíz del nuevo
bloqueo anglofrancés de 1845, el 2 de octubre, Rosas remitió un oficio a la
legislatura. dando cuenta de la determinación adoptada. "... que el
injustificable bloqueo... con infracción al derecho de gentes... ha venido a
reducir en su mayor parte los ingresos del Tesoro Público, privando así al
gobierno de los recursos que tenía destinados para la mensualidad asignada en
cuenta del empréstito... El gobierno ha considerado indispensablemente
necesario suspender desde el 1° del corriente la entrega mensual..." La
Legislatura aprobó la suspensión "hasta que concluída dignamente la
defensa de la independencia de la Confederación Argentina y desembarazado el
estado de los compromisos que va a crear el injusto bloqueo... pueda continuar
aquel pago en la forma acordada..." Como es fácil de imaginar, ello causó
un revuelo en Londres e hizo que parte de la población y de los medios
periodísticos se opusieran a la intervención armada y presionaran a un pronto
arreglo con el gobierno argentino, lo que finalmente sucedió.
Algunos autores
(Pacho O'Donnell, Sierra, Rosa, etc.) que tratan el tema, afirman que Rosas,
con astucia utilizó la cuestión en beneficio de nuestros intereses. Por un
lado, alegando la real y verdadera disminución de las rentas de la Aduana, como
consecuencia de los bloqueos a los que fue sometida la Confederación Argentina
y a las guerras que debió sostener, manifestando la imposibilidad de abonar la
deuda, presionando así a los bonistas ingleses para que a su vez estos lo
hicieran sobre el gobierno británico para solucionar cuanto antes otras
cuestiones con el gobierno argentino –como así sucedió años después–, cuando
después de Obligado presionaron a su gobierno, para firmar la paz con la
Argentina. Rosas así trató de alargar el
asunto y sacó partido de la situación.
La herida en el
sentimiento argentino
En el año 1939,
Roberto de Lafèrrere, escribió: "Los que, en nombre del espíritu nacional
–la inmensa mayoría de los argentinos– reclamamos la reivindicación de nuestros
derechos a las Malvinas, no nos hemos detenido nunca a considerar las ventajas
positivas que nos aportaría su reintegración al país. Esas tierras tienen para
nosotros un valor ante todo sentimental, es decir principalmente vinculado al
sentimiento de la dignidad argentina, ofendida por los piratas ingleses con un
acto inicuo de despojo por la fuerza. Es en el despojo donde reside el agravio,
y es el agravio lo que subleva el sentimiento nacional y lo ha movido, tantas
veces, a exigir una reparación, desgraciadamente imposible, por ahora".
"Así pues,
los argentinos hemos hecho de las Malvinas una cuestión, no de conveniencia,
sino de honor. No hicimos la misma cuestión, aunque también se lastimasen
nuestros sentimientos, cuando al adoptar la política del arbitraje admitieron
nuestros gobiernos ceder otros territorios, en virtud de laudos adversos, a los
vecinos que los habían puesto en litigio. Hemos sido dañados, sin duda, por esa
política de debilidad y de transacción, pero no ofendidos. Es una política
desventurada, no deshonrosa, que acatamos por voluntad propia, no por
imposición extraña".
"Si la Gran
Bretaña desagraviase a la dignidad nacional, y, reconociendo los derechos
argentinos a las Malvinas y la sinrazón de su atropello, buscara deshacer el
entuerto, podríamos honorablemente aceptar negociaciones para llegar a un
acuerdo de voluntades. Tal vez hoy, convertidas las Malvinas, por una tradición
de 100 años, en el símbolo de la nacionalidad humillada por el extranjero,
ningún acuerdo posible sería aceptable. Pero si la cesión de las Malvinas a
Inglaterra significase mañana la liberación del país de la tenaza inglesa, que
ha subordinado nuestros gobiernos a sus capitales por medio de la política
conquistadora de los empréstitos en Londres, no creo que ningún argentino, ya
lavada la ofensa, mantuviese una postura sentimental que nadie, por otra parte,
adoptó hace un año cuando fue entregada Yacuiba a los yanquis de Bolivia".
Otro ofrecimiento
Efectivamente, en
los años 1848 y 1849 en sus anuales mensajes a la Legislatura, Rosas hace
mención al ofrecimiento que se hizo a los accionistas de la Baring Brothers
"a comprar de este Gobierno, por quince años, con privilegio exclusivo, el
derecho de disponer del huano y exportarlo de todas las islas y costas
patagónicas; también el salitre, otras sales, barrilla, yeso, metales y la
pesca de anfibios; debiendo entregarse la cantidad que abonen al Gobierno, en
cuenta de pago del empréstito de Inglaterra y siendo obligación de los
empresarios hacer respetar a nombre del Gobierno de la Confederación, el
usufructo que por el término que se estipule, les conceda".
En el mensaje del
año 1848, daba cuenta de "los ataques contra la soberanía de la
Confederación que prosiguen cometiendo en las costas patagónicas, en las Islas
del Huano y en las otras de ese litoral, buques mercantes con bandera de
naciones amigas, especialmente con la de la Gran Bretaña, como el de haberse
establecido una población inglesa en el Estrecho de Magallanes".
Evidentemente el
ofrecimiento que se hace a los accionistas, además de tratar de solucionar el
pago del empréstito, tiene por finalidad el ejercicio y reconocimiento de la
soberanía argentina sobre el litoral atlántico.
En el mensaje del
año siguiente hace extensivo la propuesta a la extracción del "carbón
mineral y otras clases de combustibles", delimitando también la zona de la
costa atlántica que sería desde Bahía Blanca hasta el Estrecho de Magallanes.
No vemos que ello
hubiere sido lesivo a la soberanía nacional, sino todo lo contrario.
La reafirmación de
los derechos argentinos durante el gobierno de Rosas.
No solo López
Mato, achaca a Rosas que nada hizo para reafirmar los derechos argentinos sobre
las Islas Malvinas, ya que también lo hacen otros escritores antirrosistas, lo
cual, no es cierto y ello es demostrativo que por el afán de atacar a Rosas, se
desconocen y ocultan hechos históricos incontrastables.
Está demás afirmar
que en aquellos momentos nuestro país no estaba en condiciones de recuperar
aquellos territorios por la fuerza, sobre todo por ser Gran Bretaña la
principal potencia marítima, sino también porque nuestro país estuvo
constantemente acosado por bloqueos, invasiones, intentos de disgregaciones territoriales
y presiones de todo tipo, no solo de potencias extracontinentales -Francia e
Inglaterra- sino también por los gobiernos de países limítrofes, apoyadas por
aquellas y que contaban con el concurso entusiasta del otro partido político
que dividía a los argentinos, el partido unitario.
Es interesante
saber que se les enseñaba a los estudiantes sobre este tema. El diplomático
francés Alfred de Brossard, que fue secretario del Conde Waleska, enviado en
misión diplomática por Francia ante la Confederación Argentina en 1847, que
residió en Buenos Aires, escribió un libro titulado “Considérations historique
et politiques sur les Republiques de la Plata dans leurs rapports avec la
France et l’Anglaterre” (Consideraciones históricas y políticas sobre las Repúblicas
del Plata en sus relaciones con Francia e Inglaterra), que fue publicado en
París en 1850 y aquí en Argentina, se editó noventa y dos años mas tarde (1942)
con el título “Rosas visto por un diplomático francés”, en el cual, Brossard,
refiriéndose a la instrucción y a los exámenes que debían rendir los alumnos
durante la época de la Confederación, dice: “Estos exámenes son públicos, tiene
lugar anualmente, durante ocho días consecutivos, mañana y tarde, y versan
sobre todas las materias de la enseñanza. Son precedidos o seguidos de
discursos o, para hablar mas exactamente, de ampliaciones pronunciadas por los
profesores sobre diversos temas, pero por lo general en el sentido de la mayor
gloria de la joven América y de la política del general Rosas. Así una de las
cuestiones mas largamente tratadas en el programa de geografía, es ésta:
«Demostración de los derechos perfectos de la Confederación Argentina sobre el
Paraguay, sobre la costa patagónica y las islas Malvinas; derechos injustamente
rebatidos y desconocidos por las potencias europeas»”. O sea que a los alumnos
se les enseñaba sobre los derechos que a la Confederación Argentina les
correspondía sobre las Islas Malvinas y la costa patagónica, entre otros
territorios. Vemos así la importancia que el gobierno de la Confederación
asignaba a estos temas territoriales.
Cabe señalar
también que durante su gobierno, Rosas mantuvo latente la cuestión Malvinas, a
la que periódicamente se refería en sus mensajes anuales a la Legislatura,
manteniendo así el reclamo de soberanía ante el atropello inglés por la
ocupación de aquellas islas.
No solo eso, sino
también los reclamos que fueron efectuados. Así, en la protesta del 10 de marzo
de 1842, presentada por el gobierno de la Confederación al de Gran Bretaña se
expresa en forma terminante: “las Provincias Unidas, no pueden ni podrán jamás,
conformarse con la resolución de S.M.B. que califica de injusta y contraria a
sus derechos, y en consecuencia el Gobierno de las Provincias Unidas formula
esta protesta y le da todo el valor que en el presente y en cualquier otra
ocasión puedan tener”. Como se ve, esta nota es de un valor extraordinario y
evidencia la preocupación de aquél gobierno argentino por todo lo que
significaba afirmar los derechos de soberanía sobre las islas Malvinas.
También el
gobierno rosista por intermedio de Felipe Arana, dispuso que se realizaran
investigaciones en archivos españoles, especialmente el de Simancas, a fin de
obtener datos y documentación a los fines de apoyar la tesis argentina sobre la
soberanía de Malvinas.
La cuestión
después de Caseros
Dice el
historiador Vicente Sierra "Fue Juan Manuel de Rosas el gobernante que con
más tesón y durante más tiempo mantuvo la afirmación de los derechos argentinos
sobre las Malvinas. Pasaron luego por la primera magistratura del país Urquiza,
Derqui, Sarmiento, Mitre, Avellaneda; ninguno de ellos se ocupó del asunto.
Solo en 1884, siendo presidente de la República el general Julio A. Roca, al
recibir una reclamación del ministro británico en Buenos Aires, Mr. Edmundo
Monson, porque en algunos mapas del país figuraban las islas Malvinas como
formando parte de la Nación Argentina, pidió antecedentes sobre el asunto,
oficialmente olvidado. Para el estudio de la cuestión se recurrió a un legajo
"Importante sobre Malvinas", de puño y letra de Rosas, en el que se
encontró toda la documentación oficial sobre el debatido problema. Dicho legajo
estaba en poder del Dr. Adolfo Saldías, quien lo entregó al general Roca, el
cual, dada la gravedad de los hechos volvió a reclamar en defensa de los
derechos argentinos ante la corte de Londres, posición que el país ha mantenido
desde entonces, con el mismo tesón que se ha procurado que no se enseñe en
ninguna escuela ni colegio la actuación de Rosas en el problema..."
Aquí se ve la
"importancia" que le dieron al tema los primeros gobiernos
“constitucionales”, pero nadie cuestiona a aquellos “Presidentes”, por tan
desinteresada actitud sobre el tema. O en realidad tales gobernantes eran
coherentes con lo que pensaban y hacían, como Sarmiento, para quien el problema
de la Argentina era su "extensión" y propugnaban una Argentina
"achicada".
Nótese la
importancia que el gobierno de Rosas había dado al asunto de Malvinas, con la
formación de ese legajo con todos los antecedentes que se disponían y que
avalaban los derechos argentinos sobre las islas, además de contar el mismo con
notas y comentarios manuscritos de Rosas.
Domingo F.
Sarmiento, cuando se encontraba expatriado en Chile, escribía el 28 de
noviembre de 1842 en el diario “El Progreso” en una actitud antipatriótica -y
esto sí que es así-: “… La Inglaterra se estaciona en las Malvinas, para
ventilar después el derecho que tenga para ello… y seamos francos, no obstante
esta invasión de la Europa sobre nosotros nos sea perjudicial y ruinosa, es
útil a la humanidad y al comercio…” (¡siempre el comercio!)
Conclusión
Todo argumento es
bueno para tirarle a Rosas achacándole supuesto antipatriotismo, pero del
verdadero antipatriotismo de su enemigos... ¡ni una palabra!
El primer empréstito fue cancelado
recién en 1904 y se abonó 8,64 veces más de su valor.
Cabe aquí
transcribir las palabras que Don José de San Martín, le dirigiera al
Restaurador: "jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse
de ninguna concesión humillante presidiendo Usted a sus destinos".
*Publicado en el
Periódico El Restaurador - Año VI N° 23 - Junio 2012 - Pags. 4 a 11.
Fuentes:
Fitte, Ernesto J.
"Crónica de Rosas", Ed. Fernández Blanco, 1975.
Lafèrrere, Roberto
de. “El Nacionalismo de Rosas”, Ed. Haz, Bs. As., 1953.
Mabragaña, M.
"Los Mensajes - Historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina
redactada cronológicamente por sus gobernantes - 1810-1910", Tomo I
1810-1839, Tomo II 1840-1849. Publicación autorizada por la Comisión Nacional
del Centenario.
O'Donnell Pacho.
"Juan Manuel de Rosas. El maldito de la historia oficial". Ed.
Planeta, 2002.
Ortiz de Rozas,
Alfredo. "Rosas, las Malvinas y nuestras desmembraciones territoriales".
Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, N°
13, octubre de 1948.
Rosa, José María.
"Historia Argentina, Tomo V, La Confederación (1841-1851)". Editorial
Oriente.
Saldías, Adolfo.
"Historia de la Confederación Argentina", Editorial Oriente.
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Raúl. "Política británica en el Río de la Plata". Clarín, La
biblioteca argentina, 2001.
Sierra, Vicente.
"Historia de la Argentina, Tomo VIII, Epoca de Rosas, Primera
Parte,1829-1840". Editorial Científica Argentina, 1969.
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