Invitación a
brindar por un patriota olvidado
EL PRIMERO QUE SE
ATREVIÓ A SER ARGENTINO
por Eduardo Rosa
Periódico El
Restaurador - Año V N° 17 - Diciembre 2010 - Pag. 10
El 2 de diciembre
de 1810 llega un jinete a Buenos Aires, Es un oficial trayendo una bandera
española y la noticia de la victoria de Suipacha. Era la primera victoria
militar luego de la "desobediencia" del 25 de Mayo. No hubo festejos,
solo algarabía popular en la calle. Pero la noche del 5 se hizo una comida en
el cuartel de Patricios que habría de tener una inesperada repercusión.
Se ha hecho una
leyenda de esos incidentes triviales aprovechados para una derivación política.
Es erróneo pensar que el centinela de la entrada le impidiese expresamente el
acceso a Moreno. Moreno no asistía jamás a fiestas ni convites, y al sarao
podían ir los militares en actividad o retirados con sus familias. Al volver de
su trabajo en la Fortaleza, que prolongaba hasta altas horas de la noche, le
chocó encontrar en las Temporalidades un centinela, y quiso averiguar por sí
mismo si se le impedía la entrada. El centinela lo rechazó, porque Moreno no se
dio a conocer, pues hubiera bastado que dijese ser Secretario de Guerra de la
Junta para que aquél, por lo menos, entrase a pedir órdenes.
El 6 de diciembre
de 1810 la Junta de Gobierno aprobó el “decreto de supresión de honores”
redactado por Moreno.
Este decreto
comenzaba con: “La Junta Soberana a nombre del Señor D. Fernando VII”. Y lo
fundaba en que al hallarse “privada la multitud de luces necesarias para dar su
verdadero valor a todas las cosas, reducida por la condición de sus tareas a no
extender sus meditaciones más allá de sus primeras necesidades... confunde
inciensos y homenajes con la autoridad”.
El decreto
suprimía los honores del Presidente, se quitaban ventajas oficiales y se
eliminaba a las señoras de las distinciones de sus maridos y se prohibía que a
los actos oficiales se impidiese la entrada.
¿A quién se debe
dejar pasar a un convite? Cuando el teniente coronel Marcos Balcarce pregunta
–después del decreto de supresión de honores– sobre quienes deben dejar pasar
los centinelas, Moreno responde que “a los ciudadanos decentes”, y al requerir
–con malicia– mayores precisiones para reconocerlos, Moreno, le responde “se
reputará decente toda persona blanca que se presente vestida de fraque o
levita”.
Y se establecía
que el capitán de húsares retirado Atanasio Duarte, había incurrido en un
delito por el cual debería perecer en un cadalso, al “ofender con un brindis
excesivo la probidad del Presidente” (Saavedra), pero “en atención a su estado
de embriaguez se le conmutaba la pena por destierro perpetuo de la ciudad,
porque ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debe tener
impresiones contra la libertad de su patria”.
¿Qué grave delito
había cometido el capitán Atanasio Duarte?
Siempre se dijo
que haber proclamado la monarquía, pues en el famoso brindis ofreció a Cornelio
Saavedra la corona de Emperador de América.
En 1810 reino e
independencia eran sinónimos. El mismo
Himno Nacional lo repite aún hoy: “Ya su trono dignísimo abrieron...”. Lo que
sí podemos asegurar es que el decreto que condenaba a Duarte no era un decreto
republicano, pues estaba encabezado con la fórmula habitual: “La Junta Soberana
a Nombre del Señor don Fernando VII”.
Pero Duarte
cometió evidentemente un delito tan grave que Moreno –hombre de leyes– entendía
que le correspondía “perecer en un cadalso”. Un delito mucho más grave que
opinar a favor de la monarquía en un medio republicano, que de ninguna manera
puede llevar al cadalso.
El delito que
Moreno le imputaba era el de lesa majestad por conspirar contra los derechos de
Fernando VII.
Al brindar
ofreciendo la corona a Cornelio Saavedra, se la estaba quitando a Fernando VII.
El capitán merecía
por lo tanto el “cadalso”, como lo mandaban las leyes españolas vigentes.
Aquello de “tener
impresiones contra la libertad de su patria” no puede entenderse como contrario
a la nacionalidad naciente. La patria en 1810 no era la República Argentina,
pues aún no se había declarado la independencia; la patria era Fernando VII, el
rey cautivo, contra cuya libertad “tenía impresiones” el capitán Duarte.
¿Quiere decir
entonces que Duarte fue el precursor de la independencia Argentina, y Moreno no
era partidario de esta independencia?
... Lo primero es
exacto; pero no así lo segundo. Moreno también era partidario de la
independencia, como Duarte y casi todo el mundo.
Pero Duarte dijo a
gritos una verdad que no convenía decir sino en voz baja.
Por eso lo
condenaron.
Tal vez la jugada
de Moreno estaba basada en que Saavedra no firmaría un decreto tan notoriamente
injusto. Y en ese caso Saavedra podría ser acusado de complicidad en un delito
tan grave.
Pero el jefe de
gobierno no cayó en la trampa y firmó.
Moreno salió de la
Junta el 18 de diciembre, precisamente por la conmoción popular producida por
su decreto, que se interpretó –equivocadamente– a favor de la dependencia de
España.
Y que además,
menospreciaba la opinión pública al tenérsela como “privada de luces”.
¡Y ni Moreno ni
nadie puede resistir la enemistad de las señoras, despojadas del derecho a ser
tratadas igual que sus maridos!
Saavedra pudo
entonces levantar la pena a Duarte; pero no lo hizo, tal vez para no
comprometerse.
¿Qué fue de Duarte
después de aquella noche famosa?...
Cumplió
resignadamente su destierro en San Isidro, olvidado por Saavedra que nada hizo
por él y también por los demás gobiernos que nunca le levantaron la injusta
pena.
¿Quién era DUARTE?
Nuestro Capitán de
Húsares no fue un héroe. No le cabe un gramo de bronce.
Era humano,
valiente y transparente. Transparente como una copa de cristal.
Y como una copa de
cristal, para apreciar su belleza hay que llenarla de vino y mirarla al
trasluz.
Atanasio era nada
más que un hombre.
No un hombre de
luces pero sí, definitivamente un caballero de su época.
Valiente hasta la
temeridad, buen amigo y sobre todo un hombre enamorado de su tierra.
¿Y que entendía
Duarte por su tierra?
La historia no lo
especifica, pero nos da indicios.
El primero y más
revelador es que en el famoso Brindis corona a Saavedra "Emperador de
América". Sobrepasa los límites administrativos del virreinato.
Y su castigo
muestra la forma de pensar de los intelectuales, cuando Moreno achica la patria
con su frase: "Ningún habitante de Buenos Aires....".
Allí tenemos
enfrentados los dos conceptos de patria grande y patria chica.
Duarte era nacido
en Maldonado (hoy Uruguay), hijo de un venezolano ("Hijo de la gloriosa
independencia de Caracas") y de una brasilera ("del pueblo más
inmediato a nuestros campos"). -Una gaúcha seguramente -.
Así es como se
filiaba en sus escritos este auténtico primer iberoamericano.
Peleó cerca de
Montevideo durante las invasiones inglesas y se lo menciona como quien trajo
una vaca desde tras las líneas para mitigar el hambre de nuestros combatientes.
Así que lo podemos
pintar como un buen soldado preocupado por sus amigos.
Y allí, si
tejiésemos leyendas, tenemos material para no solo hacerlo el heraldo del vino,
sino también el del asado.
¿Qué pensaba
Duarte?
No es mucho lo que
se pide que piense un militar, y él no era una excepción.
Se sabe que su
hermano se unió a Artigas en ese bellísimo rincón Oriental que es la Fortaleza
de Santa Teresa.
Pero de Atanasio
solo hemos podido recoger sus escritos cuando debió defenderse de la acusación
de antipatriota por suponerlo incurso en la conspiración de Álzaga de 1812.
Del 25 de mayo nos
llega este poco épico relato:
"... me
enfermé de almorranas hasta el día lunes que se empezó a tratar la instalación
de la junta, que llegó a mi casa don Agustín Talavera armado de espada y
pistolas... y sin atender al cruel achaque que padecía, me tiré de la cama y
abrazando al dicho Talavera no pude decirle más expresión que "Viva
nuestra Feliz América del Sur.... y me dirigí al cuartel”.
Atanasio era amigo
de Domingo Frech, y seguramente lo secundó cuando French, Berutti y "los
infernales" controlaron la plaza ejerciendo presión patriótica para que
"los principales y sanos" no hiciesen lo que hoy llamaríamos un
"gatopardismo".
Atanasio, primario
y de sangre caliente peleaba frecuentemente en los despachos de bebidas con los
partidarios de los españoles.
Oigámoslo:
"Hallándome
una noche en la trastienda del mercader gallego Rosendo al tiempo que cuatro
europeos se hallaban jugando a la biscambra... uno de los cuatro, Juan Salces
tenía una charretera de plata en el hombro derecho y preguntándole si lo habían
hecho teniente, por haberlo visto el día anterior soldado, me contestó con una
bofetada en la cara diciéndome que él merecía más esa charretera por ser
español que yo las dos mías... le di tanto guantón en la boca, cara y narices
que quedó hecho un monstruo... y saliendo a la calle desafíe a todos gritando
que un criollo valía más que una docena de Sarracenos y ellos no se atrevieron
a salir..."
En otra ocasión…
"... Entré al
café de los Catalanes vestido en cuerpo de particular y con una mala varita en
la mano (su forma de decir que no estaba de uniforme ni armado) y observé que
todos los mozos y amos estaban vestidos de Miñones tirando cohetes e insultando
a cuantos patricios estaban en él y como lo hicieron conmigo arremetí para
ellos sin armas y se me presentaron siete u ocho armados con machetes sables y
garrotes, y tomándoles el palo los arrollé a todos y los metí dentro de un
cuarto diciéndoles que si todavía no creían que un americano valía por siete de
ellos... a estas voces vino uno de los patrones llamado Desiderio, insultándome
de palabra, al que de un empujón tiré patas arriba y la partí la cabeza contra
el aljibe...”
Eso nos pinta a
nuestro héroe, que definitivamente no es de bronce, pero es querible como un
buen amigo.
Atanasio era
primario, y como un niño, decía y hacía las cosas sin prudencia.
La patria le debe
un desagravio a quien declaró POR PRIMERA VEZ la independencia en voz alta, y
supo aguantarse el castigo orgullosamente.
Invitamos a todos
los Argentinos a que el 5 de diciembre, fecha en la que se cumplirían 200 años
de aquel primer brindis público por nuestra patria naciente, en cualquier lugar
donde estemos, olvidemos nuestras diferencias y levantemos una copa en su
recuerdo.
CAPITÁN DE HÚSARES
ATANASIO DUARTE ¡BRINDAMOS A TU MEMORIA!
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