la épica del combate de la Vuelta de Obligado
y la bandera argentina agujereada por una metralla
Por Adrián Pignatelli
Infobae, 18 de noviembre de
2019
Un anciano almirante
Bartholomew James Sullivan, que había combatido en Obligado como capitán se
presentó un día de 1883 en el consulado argentino en Londres. Deseaba devolver
una bandera argentina que había tomado ese día. Aseguró que lo hacía como un
homenaje y con admiración por el coraje demostrado por los defensores.
A mediados de marzo de 1997,
el presidente Jacques Chirac visitó nuestro país con el propósito de afianzar
el intercambio comercial entre ambos países. En el último día de su visita, en
un acto en la residencia de Olivos, devolvió al país una bandera argentina, que
tenía en su centro una estrella federal, que había sido capturada en la misma
acción. De la ceremonia participaron Granaderos, Patricios y los famosos
Colorados del Monte, que le obsequiaron al mandatario francés un cinto pampa.
Sin embargo, existen más
banderas argentinas capturadas, por lo menos en Francia.
El combate
Entre 1845 y 1850 una
escuadra anglo-francesa bloqueó el Río de la Plata –los franceses habían
realizado un primer bloqueo entre 1838 y 1840- impidiendo el paso de los barcos
hacia Buenos Aires o a los puertos de la Confederación, con excepción de
Montevideo.
Los europeos argumentaban
que la existencia del Uruguay estaba amenazada por el sitio que sufría. En
realidad estaban siendo afectados sus intereses comerciales que además ya
tenían en mente navegar los ríos interiores de nuestro país para comerciar, algo
que el gobernador Juan Manuel de Rosas, a cargo de las relaciones exteriores de
la Confederación Argentina, impedía.
Todo estallaría el 20 de
noviembre de 1845 cuando la flota anglo-francesa pretendió forzar el paso
navegando por el río Paraná. Habían partido de Montevideo el 17, y del
imponente convoy de modernos buques de guerra, algunos a vela y otros a vapor,
fuertemente artillados, iban 92 buques mercantes con un importante cargamento
para comerciar.
La defensa estuvo a cargo
del general Lucio Mansilla. Atravesó el río, a la altura del Paso del Tonelero,
con 24 barcazas que estaban unidas entre sí por tres gruesas cadenas de hierro.
De un extremo, las cadenas estaban amarradas al bergantín Republicano, apoyado
por otras dos embarcaciones.
De la costa bonaerense, se
habían colocado cuatro baterías, compuestas por viejos cañones, algunos de
ellos de corto alcance, apoyadas por alrededor de 500 soldados de infantería.
Otros tantos eran de caballería e infantes de marina. Sobre una de las costas,
10 pequeñas barcazas incendiarias estaban listas para ser lanzadas río abajo
contra la flota enemiga.
El recodo que hacía el río
obligó a la flota -que había avistado las cadenas-a detenerse. Algunos barcos,
por precaución, anclaron alejados de las baterías argentinas. En la mañana del
20 los enemigos iniciaron el ataque contra las defensas, con sus poderosos
cañones que disparaban proyectiles explosivos, mientras otros barcos se dirigían
hacia las cadenas para cortarlas.
Mansilla, temprano, había
arengado a sus tropas: “¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el
tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra república, sin
más título que la fuerza con que se creen poderosos!”
El intercambio de disparos
de artillería fue muy intenso. Algunos barcos debieron alejarse por estar
demasiado averiados. Cuando el Republicano agotó sus municiones, su capitán
decidió volarlo.
Al mediodía, las cadenas aún
no habían sido cortadas. Un barco a vapor intentó arrastrarlas sin éxito, hasta
que de una balsa un grupo de ingleses con un martillo y un yunque las
rompieron.
Mientras tanto, las baterías
eran destruidas por el fuego enemigo. A las tres de la tarde, las fuerzas argentinas
habían agotado las municiones. Entonces, desembarcaron 325 infantes de marina
que fueron rechazados por los argentinos, a punta de bayoneta y a arma blanca.
En esa acción, cayó herido
el propio Mansilla. Los infantes debieron retroceder, pero de una nave francesa
desembarcaron más fusileros y los defensores comprendieron que nada más podían
hacer. Quedaron en el campo 250 argentinos muertos y 400 heridos, mientras que
los atacantes sufrieron 26 muertos y 86 heridos.
Los buques debieron
permanecer más de un mes en el lugar para ser reparados por el importante daño
que habían sufrido.
Luego de muchas idas y
vueltas diplomáticas, se firmó un tratado mediante el cual los ingleses
reconocían la soberanía argentina sobre sus ríos interiores y su derecho a
solucionar sus problemas con el Uruguay sin la intervención extranjera. Francia
demoró en acordar, pero finalmente lo hizo.
Hasta los opositores a Juan
Manuel de Rosas reconocieron y alabaron dicha acción. José de San Martín, desde
su exilio de Gran Bourg, había tomado casi como una afrenta personal el bloqueo
al Río de la Plata, que lo llevaría a decir “que los argentinos no somos
empanadas que se comen con el solo abrir de boca”. En su testamento, le legaría
el sable corvo a Juan Manuel de Rosas por la defensa de la soberanía ante el
bloqueo.
Una bandera en París
El
Hotel de Inválidos es una construcción monumental, construida por orden del rey
Luis XIV en 1670 para alojar a heridos de guerra y a veteranos que no tenían ni
hogar ni familia. Es un edificio de 196 metros de largo, que se
alza imponente en la ciudad de París. Desde 1905, se convirtió en museo y es
uno de los más importantes del mundo en lo que a historia militar se refiere.
En
ese imponente conglomerado, se encuentra la Iglesia de San Luis. Su
construcción se inició en 1677 y si se demoró en erigirla fue por la especial
dedicación que el monarca francés le dedicó. En su cripta descansan, desde
1840, los restos de Napoleón Bonaparte y de algunos generales que hicieron
historia en Francia.
En
la nave central de la iglesia cuelgan distintas banderas y estandartes. Sobre
el lado izquierdo, con el número 32, hay una bandera argentina, que los
franceses capturaron en la histórica jornada de Obligado. Mudo testigo de
semejante acontecimiento, pueden apreciarse los agujeros producidos por la
metralla.
¿Si hubo otras? Más allá de
la que devolvió Chirac, Infobae no pudo confirmar la versión de que existe otra
bandera que habría sido tomada como souvenir por un soldado alemán durante la
Segunda Guerra Mundial y una última que habría terminado desintegrándose por su
deterioro.
A lo largo de los años,
sucesivas excavaciones en el lugar de la batalla, dejaron al descubierto miles
de objetos, como parte de las cadenas, proyectiles y hasta restos del bergantín
Republicano. Esos objetos pueden contemplarse en el museo local. Como homenaje,
el 20 de noviembre es el Día de la Soberanía Nacional.
La bandera que aún resta
recuperar es la que se exhibe en la Iglesia de San Luis, silencioso testigo de
que “los argentinos no somos empanadas que se comen con el solo abrir de boca”,
como había escrito San Martín.
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