y la incierta
leyenda negra española
Por: Laura Martin
Crítica
revisionista, 7-10-20
A Fray Bartolomé
de las Casas se le ha bautizado como Apóstol de las Indias, el nuevo san Pablo,
y es tal su popularidad –se le considera pionero de la defensa de los Derechos
Humanos- que cuesta, a estas alturas, saber a ciencia cierta qué hay de mito y
qué hay de realidad. La extraordinaria fama internacional de De las Casas se
fundamenta en pasiones políticas y no en méritos objetivos. He aquí un análisis
punto por punto de veracidad de las bondades que le atribuyen a este personaje.
Leyenda: Fray
Bartolomé de las Casas viaja a América a defender a los indios.
Realidad:
Bartolomé de Las Casas no sólo no pretende viajar a las Indias para defender a
sus nativos sino que durante la primera década que vivirá allí llevará el mismo
estilo de vida que sus compatriotas.
Se embarca hacia
las Indias en 1502 acompañando a Nicolás de Ovando, tercer gobernador nombrado
por los reyes Católicos. La expedición llega a la isla La Española (actual
Santo Domingo), y allí permanece hasta 1512. Participa activamente en las
guerras de su gobernador contra los indios, cuya misión es organizarlos en
poblados, en convivencia con los españoles, comenzar la evangelización, y que
trabajen recibiendo un jornal por ello. Las Casas, por sus servicios como
soldado, recibe recompensas en tierras, oro y siervos.
Leyenda: Fray
Bartolomé es el pionero en denunciar la situación en Indias.
Realidad: Fueron
otros clérigos y otras órdenes quienes pidieron un trato más justo para los
nativos, a diferencia de Bartolomé de las Casas que se resistió a ello.
Cierto es que
Colón propuso la venta de esclavos a los Reyes Católicos. La reina Isabel se
indignó ante tal propuesta y ordenó poner en libertad a los indios, a los que
nombró vasallos del reino al igual que cualquier otro español. Vasallos de la
Corona, libres, con los mismos derechos y deberes que cualquier cristiano. Pese
a esto, era harto complicado controlar a algunos españoles encomendados en las
Américas que no seguían las órdenes reales.
Fray Antonio
Montesinos, respaldado por el rey Fernando, fue el primero en enfrentarse a los
que desobedecían las directrices de los reyes Católicos y pretendían a los
indios como siervos. Todo aquello que después vendería Las Casas como propio no
sería más que una repetición de las denuncias de Montesinos, solo que aderezado
por sus propios delirios, invenciones y exageraciones.
Fernando el
Católico, a instancias de Montesinos, nombró una comisión formada por personas
de la máxima confianza del fraile para que preservaran los siguientes
principios: los indios habrían de ser tratados como libres, instruidos en la
fe, que hicieran un trabajo moderado y siempre retribuido, que tuvieran casa y
hacienda propia y que vivieran en comunicación con los españoles. Conforme a
estos principios se redactaron las leyes de Burgos del 27 de diciembre de 1512.
Al año siguiente -el 28 de julio de 1513- añadieron al respecto cuatro leyes
más en las que se moderaba el trabajo de las mujeres y se prohibía el trabajo
de los niños.
Las Casas
disfrutaba durante esos años de las encomiendas recibidas por Ovando, y no
quiso, como religioso, participar de la nueva práctica de los dominicos en la
isla La Española: habían decidido negarse a confesar a cualquier español que
tuviese indios encomendados. Confesión que negaron al mismo Las Casas porque
tenía labranzas con indios.
En 1512 fray
Bartolomé emigró a Cuba, donde no había en toda la isla más clérigo que él. De
modo que será tarea suya predicar para el Gobernador, Diego Velázquez, y a su
segundo, Pánfilo de Narváez. De Velázquez recibió un repartimiento de indios,
que empleó para sacar oro de las minas y para el trabajo en granja.
Leyenda: Fue
hombre humilde y cabal que realizó su labor a la sombra.
Realidad: No es
hasta 1514 que se plantea, de golpe, sin evolución ni causa aparente, que el
trato que está dando a sus indios es injusto. Decide renunciar a los siervos y
a su hacienda. Pese a que en sus memorias afirma haber abrazado la pobreza en
silencio, en secreto, el 15 de agosto de 1514 en la fiesta de la Asunción, en
presencia de todas las autoridades, da un discurso vanagloriándose de su acto,
se impone como modelo, proclama su renuncia a la encomienda, y afirma que nadie
se salvará si no siguen su ejemplo.
Todos los
presentes quedaron admirados de su condición de bondad e incluso santidad,
según los escritos de la época, aunque ningún español de Cuba liberó a sus
indios. Pero Fray Bartolomé se mostró satisfecho pues le admiraban por su gesto
y tenían en estima. Según Menéndez Pidal, las Casas entra en un ritmo de
interpretación sistemática paranoide de todo escrito, sagrado o no. Según su
interpretación, toda norma ética resalta lo demoniaco de la naturaleza del
español. No hay grises, no hay mezcla entre el bien y el mal. Deja de
distinguir entre cristianos y decide que cualquier trato con los indios es
injusto y tiránico, fuera el que fuere el realmente ejercido. Después de
erigirse como el nuevo apóstol del rigorismo moral continúa un año más en la
isla de Cuba, sin convertir a ningún español ni lograr que emularan sus pasos.
Decide ir a
Castilla. Embarca el 6 de octubre de 1515 con Montesinos, que le da una carta
de recomendación para el Rey. Las Casas ya tiene pasaporte para entrar en la
Corte. En diciembre de 1515 llega a Plasencia. El Rey Fernando está postrado
enfermo (muere el 23 de enero de 1516) así que fray Bartolomé solo logra ser
recibido por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, presidente de los asuntos de
Indias en el Consejo Real, al que Las Casas acusa -por despecho por no haber
sido recibido por el rey- de soberbio e indiferente, y de hacer caso omiso de
sus quejas, en contradicción con la opinión de los demás religiosos con los que
se reunió para hablar de la situación de los indígenas.
La leyenda: El
plan de reforma de Cisneros está basado en las ideas de Fray Bartolomé
Realidad: Muerto
Fernando el Católico, Las Casas tuvo que entenderse con el Cardenal Cisneros.
Presentó una cada vez más larga relación de crueldades cometidas por los
españoles en Cuba, La Española, Jamaica y San Juan. Cisneros había percibido de
los dominicos su preocupación por los derechos de los indios. Los franciscanos,
por su parte, defendían una postura más paternalista de los españoles hacia los
nativos. Pese a ser franciscano también, Cisneros optó por una tercera salida,
los frailes jerónimos, y los envió en 1516 a reformar el gobierno de Indias. En
aquellas fechas Las Casas no pertenecía a ninguna de las tres órdenes, y
Cisneros le confirió un cargo de consejero, para mirar por el bien tanto de los
indios como de los españoles. Fray Bartolomé alardeará de haber proporcionado
al cardenal la base para la reforma, y añade en sus textos que recibió también
un título de Protector universal de todos los indios de las Indias. No consta.
Y tales fueron las desavenencias con los jerónimos, que fue destituido de su
puesto, hecho que Las Casas oculta, afirmando sin embargo que fue él quien
renunció.
Leyenda: Fue un
fiel cronista de lo que ocurrió en Indias
Realidad: En todos
los escritos de Fray Bartolomé no hay datos concretos, sólo descripciones
imprecisas, aderezadas de horrores que no aclara ni dónde ocurrieron, ni
cuándo, ni perpetradas por quién. Lo único que se saca en claro es que el
español –cualquiera- parece tener como labor principal en el Nuevo Mundo la
tortura y la matanza de indios.
No sólo describe
salvajadas acontecidas en las tierras adonde él viajó, sino que narra con
vehemencia las que, afirma, se perpetraron donde jamás estuvo ni fue testigo.
Inventa un genocidio indígena, que, según va escribiendo, tiene una cifra de
víctimas diferente. Al principio, doce millones de muertos, luego asciende el
número de víctimas a 15 millones, y finalmente asegura que se pudieron contar
hasta 24 millones de muertos. Cifras que proporciona y cambia arbitrariamente
en la misma obra. Sobra decir que es física y demográficamente imposible. Tanto
por la velocidad de la matanza como porque en la América Precolombina se estima
que la población apenas superaba los 13 millones de habitantes. Claro que
también decía Las Casas que en Santo Domingo había visto 30.000 ríos y que el
borde norte de la isla era más grande que toda Portugal.
Leyenda: Predicó
con el ejemplo y actuó desinteresadamente ayudando a los indios
Realidad: Las
Casas denunció que todo el dinero originario de las Américas era fruto del robo
a los indios. Sin embargo, no dudó en aceptar 100 pesos oro al año como
procurador de los mismos. Ni medio millón de maravedíes al año por ejercer como
obispo para ellos. Ni la pensión de trescientos cincuenta mil maravedíes que se
le designaron al perder el obispado. Nunca ejerció la caridad. No aprendió su
lengua, no tenía un contacto de igual a igual con ellos, nunca hizo por
educarles ni enseñarles algo de provecho. Entre sus congéneres no tenía
especial buena fama. Fray Toribio de Motolinia, clérigo misionero, llegó a
escribir en carta al emperador Carlos V que Las Casas era un hombre bullicioso
y pleitista, injuriador, “yo conozco a De Las Casas quince años (..) y siempre
está escribiendo procesos y vidas ajenas, buscando los males y delitos”.
Leyenda: Se
postuló contra todo tipo de violencia.
Realidad: La única
violencia que denunció y generalizó -exagerando e inventando las cifras- fue la
que ejercieron algunos españoles contra algunos indios. Nunca mostró horror
ante las costumbres nativas, los sacrificios humanos de las religiones
precolombinas, las decapitaciones, la
extracción de los corazones de los niños y las prácticas antropófagas. En su
visión del mundo, los indios eran ángeles pacíficos y los cristianos demonios
destructores.
No sólo eso. En
1531 propone ante el Consejo de Indias que para liberar a los indios de sus
trabajos deberían traerse, desde áfrica, a 4000 negros. Tan buena idea le
parece que en 1542 vuelve a insistir en la introducción de esclavos negros en
las Indias.
En definitiva, no
hay que despreciar la labor de defensa a los indios en las Américas y el
intento de que se aplicaran las justas leyes contra la esclavitud que habían
promulgado los Reyes Católicos. Pero ni fue el único español que procuró el
bienestar de los indios, ni fue un ejemplo de humildad y caridad, ni son
ciertas las barbaridades relatadas, ni es justo que un hombre tan polémico y
unos datos tan inexactos generaran una leyenda negra que España lleva siglos
arrastrando en su historia.
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