por
Alfredo Nobre Leite
Informador
Público, 28-1-20
Con
respecto a la profusa y detallada manifestación sobre la relación de San Martín
con Juan Manuel de Rosas, el director del diario "La Gazeta Federal",
Leonardo Castagnino, expresa, entre otros conceptos, que: En el itinerario
político de San Martín hay una contradicción madre, una antinomia abismal que
se agitó de su propia personalidad; comienza su aventura americana con un
juramento formal en las logias inglesas -extracto ya del fuerte capitalismo
protestante- y concluye legándole su sable a Rosas, la flor y nata de la
reacción antimasónica de los católicos criollos; no se ha dilucidado con
demasiada generosidad ese conflicto que, como toda contracción, es clave
interesante en la pesquisa del carácter humano, el "nicepoint" del
negocio, como dirían nuestros sospechosos amigos los ingleses" (sic)
(Steffens Soler, p. 27).
Al
respecto, según el ex presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, general
Diego Alejandro Soria, la Logia Lautaro, era de naturaleza militar y política,
y que por la época que la fundó San Martín, tenía que ser necesariamente
secreta y que, por lo tanto, el Libertador no era masón -tampoco lo fue el
general Maniel Belgrano-, aunque la masonería sostenga lo contrario.
El
general San Martín era devoto de Nuestra Señora del Carmen, generala del
Ejército de los Andes, a la que pedía la intercesión en todas las batallas y
entregó su bastón de mando.
Ser
católico y masón es contradictorio y opuesto, y nadie puede serlo so pena de
traicionar a la Iglesia. La iglesia viene condenando a la masonería desde el
28-4-1738 con la encíclica ·"In eminente" de Clemente XII. Reitera y
recuerda el 1-7-1914 que "no han sido abrogada la excomunión ni las penas
previstas". Y en canon 1734 establece que "los fieles que pertenecen
a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden
acercarse a la Santa Comunión, es decir que están excomulgados (aclaración del
26-11-1981 que lleva las firmas del Pontífice y del cardenal Ratzinger).
En
1987, el a la sazón miembro de número de la Junta de Historia Eclesiástica
Argentina, señor Patrico Maguire, afirma que "las falsedades y las
columniosas imputaciones, es decir la supuesta integración masónica de San
Martín, tuvieron su comienzo en falsedades arrojadas por un presuntuoso
católico liberal, José Manuel Estrada, obnubilado por su odio a Juan Manuel de
Rosas, odio que transfirió a San Martín, por el sostenimiento de su régimen por
San Martín y el legado de su gloriosa espada por su valentía con que supo
defender el país contra los avances del imperialismo. Estrada escribió un
librito titulado "La política liberal bajo la tiranía de Rosas",
donde defendía el liberalismo y en esa línea calumniaba a San Martín. Basado en
ese libro, el general Bartolomé Mitre, que era masón con el grado 33, lo
reafirmó.
Es
precedente puntualizar que las logias masónicas, en esa época, todos los años
extendían un informe sobre los miembros de la masonería, pudiendo aclarar el
historiador católico Patricio Maguire, de la Sacra Academia de Historia de la
Iglesia, que solicitó la confirmación a las grandes Logias de Londres y
Edimburgo, Escocia, recibiendo la confirmación de que San Martín no figuraba
como masón en sus registros.
Espero
que el señor Leonardo Castagnino dé por satisfecho que San Martín era ferviente
católico, que no traicionó a su Dios, Nuestro Señor Jesucristo; y que no se
olvide que los masones tienen la pésima costumbre de apoderarse de nuestros
próceres, como hicieron con San Martín y Belgrano.
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