UN PRÓCER RIOPLATENSE
DESCONOCIDO
Por Ogueta Ezequiel
Ex Subsecretario de Estado
Instituto de
Investigaciones,
1-9-2019
Si
le preguntamos a cualquier argentino -con la posible excepción de profesionales
de la historia- quien fue el jefe de San Martín, Belgrano, Alvear, Brown,
Pueyrredón, Rondeau, Artigas, Álvarez Thomas, Viamonte, Soler, Dorrego, en fin,
la lista de próceres que le fueron subordinados puede ser larga, deben ser muy
escasos quienes den la respuesta correcta. Para abreviar el suspenso, esa
persona fue el Brigadier General Don Francisco Xavier de Viana y Alzaibar. Un
nombre que para la mayoría es desconocido.
¿Cómo es posible que
Francisco Xavier de Viana sea virtualmente ignorado? No lo recuerda ninguna
calle argentina, aun cuando las hay dedicadas a personajes, en mi concepto, con
muchos menos méritos. No ya un monumento: ni siquiera conocemos hoy sus rasgos,
no se conserva un retrato que lo recuerde.
Tampoco en Uruguay, donde
nació: solo lo recuerda una pequeña calleja de tierra de la localidad de Pajas
Blancas, en las cercanías de Montevideo.
Sin embargo, con solo
mencionar que fue uno de los primeros marinos rioplatenses graduados en la
Escuela Naval de Cádiz, que había participado en acciones de guerra marítima,
que conociese casi todos los mares del mundo. Véase que fue dos veces
gobernador de las Islas Malvinas. Que ya Capitán de Fragata pide su
transferencia al ejército y se le asigna la misión de proteger la frontera
norte de la Banda Oriental de portugueses e indios, teniendo bajo su comando a
quien fuera su condiscípulo, el héroe nacional del Uruguay, José de Artigas.
Que es el segundo en el comando de la defensa de Montevideo frente a las
invasiones inglesas. Quien tras adoptar el bando de la Revolución de Mayo es
Comandante en Jefe del Ejército y quien recomienda al Primer Triunvirato
nombrar al general San Martín en el ejército patriota. Que es nombrado a
comienzos de 1813 Gobernador de Córdoba del Tucumán, que entonces abarcaba
también el Cuyo. Que culmina su actuación pública como Ministro de Guerra y
Marina del Director Supremo Posadas primero y de Alvear después.
Muy reconocido sobre todo
por sus contemporáneos. Quien ha participado en batallas navales tan
impresionantes y tremendas como la del Gran Sitio de Gibraltar el 13 de
septiembre de 1782. Quien ha dado la vuelta al mundo y cruzado la línea ecuatorial
once veces y el Cabo de Hornos tres, navegado los hielos al sur de la Tierra
del Fuego y atravesado el Cabo de Hornos. El que ha soportado las condiciones
extremas de dos años como Gobernador de Malvinas. El que a los cuarenta años de
edad soporta las campañas en los inhóspitos bosques de la frontera
luso-brasileña y las centenas de kilómetros a caballo. Que es herido como
segundo comandante de la defensa de Montevideo ante las invasiones inglesas.
Con una enorme capacidad de trabajo, que se trasunta en las centenas de
documentos, cartas, instrucciones, directivas que se conservan en los Archivos
Nacionales de Argentina y de Uruguay con su firma.
Vástago de una familia
poderosa y rica, se va desprendiendo de sus bienes hasta quedar sin fortuna.
Primero al servicio del Rey de España y luego independentista de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, deja de lado familia y bienestar para servir a su
patria.
Las
instituciones militares argentinas le deben mucho a Viana, pues intervino en la
organización de los ejércitos y de los regimientos de las Provincias Unidas.
Tanto con los Triunviratos, primero y con los Directores Supremos, después, el
rol de Viana durante el primer lustro de la Revolución de Mayo, junto con sus
compañeros, fue fundamental para afirmarla, preparar las bases para la
independencia y la liberación total de España.
En efecto, Viana fue quien
ambos Triunviratos eligen como Jefe del Estado Mayor Militar de las incipientes
Provincias Unidas del Río de la Plata, primero y luego los dos primeros
Directores Supremos designados por la Asamblea del año XIII, Gervasio de
Posadas y Carlos de Alvear, lo nombrarán su Secretario de Guerra y Marina.
Viana fue nombrado Jefe del
Estado Mayor Militar el 16 de noviembre de 1811 y estuvo en tal función hasta
el 22 de febrero de 1813.
Cuando San Martín, en la
fragata inglesa Jorge Canning llega al puerto de la Ensenada acompañado por
“oficiales facultativos y de crédito, que desesperados de la suerte de España
quieren salvarse y auxiliar a que se salven estos preciosos países”, entre
otros Carlos de Alvear, Zapiola, Holmberg y Arellano, se presenta ante
Francisco Xavier de Viana, jefe del Estado Mayor Militar “ofreciendo sus
servicios en obsequio de la justa causa de la patria”. “Las noticias extrajudiciales
que se tienen de este oficial -escribe Viana al elevar su solicitud al
Triunvirato- lo recomiendan a ser colocado en un destino en que sus
conocimientos en la carrera le faciliten ocasión de poderse emplear con la
ventaja que puede producir su instrucción”.
El 17 de marzo, San Martín
presenta el plan “bajo cuyo pie deberá formarse el Escuadrón, el que habría de
constar de dos compañías, cada una con setenta soldados montados y seis
desmontados, además de cuatro sargentos, ocho cabos y un trompeta”. Dos días
después, San Martín propone el uniforme que llevarán los granaderos y ese mismo
día Rivadavia le comunicaba a Viana: “Se han expedido despachos del Teniente
Coronel de Caballería a don José de San Martín, de Sargento Mayor a don Carlos
de Alvear y de Capitán a don Matías Zapiola, para que el primero levante un
Escuadrón de Granaderos de a Caballo y al efecto se le previene a V.S. que con
aquellos oficiales y extrayendo de los Dragones de la Patria diez o doce
hombres y los Cabos y Sargentos sobrantes agregados al propio cuerpo, se forme
la base de creación del expresado Escuadrón, bajo los principios y maniobras de
la nueva técnica francesa de caballería, proponiendo Vs. S. los oficiales que
crea dignos para ocupar los empleos con que ha de dotarse a aquel cuerpo”.
O sea que es Viana quien
recluta a San Martín, así como a Alvear, Zapiola, Chilabert, Arellano, Vera,
Holmberg y quien establece la formación del escuadrón de Granaderos a Caballo.
En esa época Alvear, San
Martín y otros constituyen la Logia Lautaro, la organización secreta creada
para dar impulso a la Revolución, sostener el ideal emancipador y la
independencia, organizar constitucionalmente la América, darle unidad política
y militar y establecer una estrategia general para desplazar a los españoles
del poder. Por supuesto, Viana también la integraba. De los dos centenares de
los principales protagonistas de los sucesos de la segunda década del siglo XIX
en la región del Virreynato del Rio de la Plata, una proporción muy alta, cerca
del 40%, por lo menos unos 80, eran miembros de la logia.
Que los realistas
continuaran dominando Montevideo era para el Triunvirato un problema mayor. La
provincia Oriental era la más relevante del Virreinato, después de Buenos
Aires. El Triunvirato le asignó tanta importancia a la reincorporación de la
provincia Oriental a las Provincias Unidas que, en su Acuerdo del 21 de abril
de 1812, en vista de la grave situación y el tremendo peligro que implicaba
Montevideo en manos realistas, decide enviar a ese frente no solo la mayor
parte de sus fuerzas militares, sino además poner toda la acción en la
Provincia Oriental en manos del Presidente de turno del Triunvirato, que en la
práctica era la cabeza del Poder Ejecutivo, en ese momento D. Miguel de
Sarratea, como General en Jefe del Ejército de Oriente y Capitán General de la
Banda Oriental del Paraná Para secundar al Presidente del Triunvirato
-Sarratea- lo acompaña su Jefe del Estado Mayor, Viana. Ambos fueron
trasladados a la bahía de Maldonado el 1 de mayo de 1812 en el queche Hiena de
la flota de Buenos Aires.
La Logia Lautaro y la
Sociedad Patriótica, encabezadas por Alvear y San Martín –que a menos de un año
de su llegada a Buenos Aires ya tenían una participación significativa-
exigieron avanzar hacia la independencia y encabezaron un golpe de estado con
el Batallón de Arribeños y el Regimiento de Granaderos a Caballo, comandados
respectivamente por los coroneles Francisco Ortiz de Ocampo y San Martín. El 8
de octubre de 1812, a los siete meses de haber llegado a Buenos Aires, llevaron
sus tropas a la plaza principal -hoy de Mayo- y exigieron a la Asamblea un
cambio de gobierno.
Evidentemente los
componentes de este Segundo Triunvirato tenían ideas más liberales e
independentistas que el anterior, con las que Viana comulgaba plenamente, pues
de otra forma no lo hubieran confirmado en un cargo de tan alta
responsabilidad.
Durante todo el año 1812
Viana, en su carácter de Jefe del Estado Mayor del Ejército, primero en
dependencia del Primer Triunvirato y luego del Segundo, tuvo dos tremendas
responsabilidades: la organización de los ejércitos denominados Auxiliares,
primero el del Norte, para efectuar la segunda campaña auxiliadora al Alto Perú
y algo después, el de la Banda Oriental, para reanudar las acciones destinadas
a liberar Montevideo y toda la provincia Oriental del dominio español.
A partir de junio y hasta
fin de 1812 se sucede una nutrida correspondencia entre Viana y Artigas,
Sarratea y otros que incluye, por ejemplo, órdenes sobre las banderas del
ejército para señales, información del ramo de hacienda, estado de las fuerzas,
armamento, artillería y municiones, órdenes de marcha, disposiciones sobre
ganado y caballada para el ejército, sobre comisiones al personal, sobre
vestimenta y útiles, sobre carretas, sobre resistencias a las órdenes, sobre
deserciones, sobre traslados, ascensos, castigos y dimisiones.
Ya el 23 de junio comenzaban
a manifestarse los desentendimientos de Artigas con Sarratea. En efecto, éste,
en otro informe con esa fecha, señala los saqueos de ganado y caballos y la
incorporación forzada de soldados que las tropas de Artigas efectuaban en todos
los pueblos de Entre Rios y Corrientes, así como la desobediencia a sus órdenes,
que habían desacreditado al Gobierno, que se habían entendido con el Gobierno
del Paraguay (pasando por encima de sus mandos naturales) y que las tropas de
Artigas estaban desquiciadas en cuanto al servicio activo –militar- y su
administración económica.
Artigas reconoce a Sarratea
el 16 de julio de 1812, pero simultáneamente devuelve sus despachos por los
cuales le habían nombrado el 23 de octubre de 1811 Jefe del pueblo oriental en
armas y el 15 de noviembre de 1811 designado, por el Triunvirato, teniente
gobernador, justicia mayor y capitán de guerra del departamento de Yapeyú.
Como consecuencia de la
actitud más agresiva contra los españoles en Montevideo que caracterizaría al
Segundo Triunvirato, una de las primeras medidas adoptadas por aquel fue
establecer el Segundo Sitio de dicha ciudad (20/10/1812) a cargo del ejército
de Oriente, comandado por Rondeau y bajo supervisión directa de Sarratea y
Viana.
Las fuerzas militares de
Artigas no se habían sumado aún al sitio por la negativa de éste de integrarlas
al ejército de Oriente, poniéndose en posición de rebeldía.
El ejército de Oriente
primero expulsó a los realistas de Colonia del Sacramento y luego logró sitiar
por completo Montevideo, que era abastecida por el río. El sitio continuó.
Artigas interceptaba la
correspondencia enviada de Buenos Aires al ejército sitiador y le dificultaba
la movilidad y subsistencia de las tropas robándoles caballos, bueyes y
ganados.
Tras recibir Artigas órdenes
de marchar al sitio de Montevideo, hacia donde se dirige por un largo rodeo por
el interior de la provincia, tras atravesar el rio Negro y ya en la arenosa
costa del río Yí, afluente de aquel, el 25 de diciembre de 1812 o sea el mismo
día –posiblemente las cartas se han cruzado- le envía a Sarratea la carta
llamada por él mismo: “precisión del Yi”, que en definitiva dice que no
obedecerá al Gobierno de Buenos Aires, que se niega a obedecer su mando y que
se vaya, que se retire del territorio oriental.
A pesar de que la actitud de
Artigas estaba clara, el Triunvirato seguía intentando no romper con él y
convencerlo de que se uniera al ejército de las Provincias Unidas.
No obstante la ausencia de
Artigas del sitio de Montevideo, este continuaba y tanto Sarratea como Viana
estaban al pie del cañón, en el sitio mismo. O sea que tenían que lidiar al
mismo tiempo con los realistas y con Artigas.
Tuvo lugar entonces la
Batalla de Cerrito el 31 de diciembre de 1812 (el nombre de la batalla refiere
a una loma cercana al Cerro situado en el lado oeste de la bahía de Montevideo)
y fue el enfrentamiento entre el ejército de Oriente que fue victorioso ante
las fuerzas realistas que resistían en Montevideo. Estas últimas superaban en
número a las sitiadoras, así como en municiones y armamento.
El gran coraje exhibido por
Rondeau en esta batalla le valió el ascenso a general; días después
reemplazaría a Sarratea al mando del ejército sitiador y luego sería destinado
a comandar el Ejército del Norte.
Artigas rechaza entonces la
autoridad y exige su desplazamiento de ambos sus jefes, Sarratea y Viana. Lo
inconcebible fue que el Segundo Triunvirato aceptó la renuncia de ambos y
colocó en su reemplazo a Rondeau, que para peor fue famoso por ser un jefe
débil. Sin duda Artígas era un jefe militar y político de la Banda Oriental
fuerte, respetado por su gente –la clase rural media y media baja oriental y
los indios, no por las más ilustradas y pudientes de Montevideo- y según se
vería confirmado posteriormente, con pocos escrúpulos. En efecto, logró con
esta maniobra desplazar a sus jefes, que claramente debían imponer orden y
organización en las fuerzas militares cuya primera responsabilidad era echar a
los realistas de Montevideo. No participó de la única batalla relevante, que
fue la del Cerrito. Luego se incorporó al sitio supuestamente bajo las órdenes
de Rondeau, no llegó a quedarse en él hasta el final, y finalmente no tuvo
actuación ninguna en la derrota de los realistas y su expulsión de Montevideo
por parte de Alvear.
Artigas habrá visto en la
personalidad de Rondeau las características de débil carácter ya comentado que
le permitirían dominarlo, fingiendo una posición subalterna.
El 22 de febrero de 1813
retornaban a Buenos Aires Manuel de Sarratea, Francisco Xavier de Viana, junto
con otros oficiales que Artigas quiso sacarse de encima: cuanto oriental que
tuviera alguna relevancia y osara poner en duda su autoridad y mando.
Los realistas en Montevideo,
a pesar de todo, siguieron resistiendo el asedio. Contaban con las murallas y
con su flotilla, que les permitían abastecer la plaza incursionando en las
costas de los ríos, sin tener resistencia por cuanto el gobierno de Buenos
Aires carecía de flota.
Seguramente Rondeau habría
de arrepentirse y mucho de la sedición que encabezó, junto con Soler, frente a
sus jefes Sarratea y Viana, pues Artigas poco después le hizo la vida difícil.
La presencia de Artigas en
el Sitio de Montevideo duraría solo once meses, pues el 20 de enero de 1814 se
volvió a retirar, sin que el aporte de sus tropas, estimadas en 4.000 hombres,
hubiera servido de mucho para doblegar la resistencia realista.
No era ya obedecer el mando
de Sarratea y Viana lo que le molestaba, sino el de Rondeau. También le debe
haber incomodado que un año después Viana le estuviera nuevamente como superior
en su cargo de Secretario de Estado de Guerra y Marina.
Asamblea del Año XIII
La acción más relevante que
se produjo en el ámbito de la Revolución de Mayo con posterioridad a la
constitución del primer gobierno patrio el 25 de mayo de 1810, fue la
instalación de la Asamblea del Año XIII, por influjo principal del partido
morenista, de la Logia Lautaro y el esfuerzo personal de Alvear.
Si bien la Asamblea del Año
XIII no pudo cumplir en tiempo con dos cometidos, declarar la independencia y
establecer la constitución –posiblemente lo hubiera logrado, de no haber sido
interrumpida su labor por los sucesos de 1815-, su labor y resultados fueron
extraordinarios y estableció varios objetivos fundamentales para el desarrollo
institucional, social y del derecho en el Río de la Plata, tales como la teoría
de la representación política; el principio de la soberanía del pueblo; la
libertad de las provincias rioplatenses; el uso de varios símbolos patrios; la
libertad de vientres de las esclavas; puso fin al tráfico de esclavos; eliminó
los mayorazgos; suprimió los títulos de nobleza; derogó el servicio personal de
los indios; abolió la Inquisición; declaró la libertad de cultos; reemplazó al
poder ejecutivo colegiado, el Triunvirato, por el Directorio; promulgó el
Reglamento de Justicia, creando las Cámaras de Apelaciones; suprimió la
práctica de la tortura; proclamó la libertad de imprenta; ordenó realizar un
censo nacional; otorgó franquicias para el comercio, etc.
Pocos días después de
instalada la Asamblea, el 3 de febrero de 1813 ocurrió el Combate de San
Lorenzo cuando el coronel D. José de San Martín, al comando del Regimiento de
Granaderos a Caballo, recientemente creado y organizado por el por impulso
inicial de Viana como Jefe del Estado Mayor.
Durante el ejercicio del
Comando en Jefe del Ejército por Viana, aunque este se encontraba instalado en
el frente Oriental, se obtuvieron tres grandes victorias patriotas: las de
Belgrano en las importantes batallas de Tucumán (25/09/1812) y de Salta (20/02/1813)
y la ya mencionada de San Martín en San Lorenzo, que sin ser una acción militar
significativa, tuvo bastante trascendencia política e histórica. También se
habilitó el segundo sitio de Montevideo, que llevaría –ya siendo aquel
Secretario de Guerra y Marina- a su liberación de los realistas. Es llamativo
hoy como las máximas autoridades civiles y militares se comprometían al máximo,
en los frentes de batalla. Pensando en Napoleón, posiblemente fuera la consigna
de la época. Pero también en nuestro caso, tanto Sarratea, presidente del
Triunvirato, como su Comandante en Jefe del Ejército, acompañaban las acciones
desde la primera línea del frente oriental.
Gobernador de Córdoba del
Tucumán
Viana fue entonces designado
Gobernador de Córdoba del Tucumán, pero antes de asumir, el 25 de junio de 1813
estaba en Santa Fe, y desde allí eleva al Gobierno un preciso y coherente plan
estratégico de operaciones para la defensa del territorio de las Provincias
Unidas ante la posible llegada de una expedición española que contaría con el
apoyo de la corte de Portugal. Ningún otro militar o político rioplatense
hubiera estado entonces en capacidades técnicas para redactar un plan similar
ni tampoco la clara visión de la política internacional, como lo hizo Viana.
El coronel Viana es
designado Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán el 4 junio de 1813; sucedió al teniente coronel don Santiago
Carrera y lo ejerce durante ocho meses.
En su administración creó
escuelas populares en la campaña y presentó al Ayuntamiento un plan de estudios
y un reglamento para las escuelas que mereció la aprobación de los capitulares.
También surgieron rivalidades entre el gobierno nacional, por él representado y
las autoridades locales representadas en el cabildo cordobés. Una importante
medida de Viana como gobernador fue crear el cargo de Jefe de Policía, que
desempeñaría una persona de su confianza, encargado de mantener el orden,
función que recaía en el Alguacil Mayor del Cabildo. La labor de esta persona
se recompensaría con el pago de un sueldo que se obtenía del impuesto que se
cobraba a las carretas que circulaban por el centro de la ciudad, siendo el
primero en desempeñar el cargo el Gral. Pedro Nolasco Grimau, que además
desempeñaba la función de gobernador sustituto cada vez que la máxima autoridad
provincial salía de campaña al interior provincial.
Viana había emitido
Instrucciones a los Jueces de Campaña que en su artículo 20 disponía:
“Formarán puntual Razón de
todo el vecindario, haciendas, y giro que tengan del modo que crean más
conveniente para adelantarlo; de los caminos mas principales, y estado en que
se hallan, de los que sean de herradura, y puedan ponerse expeditos para ruedas
de los terrenos y situación más análoga para formar poblaciones; de las
personas más pudientes y capaces de entender en cargos, y comisiones de este
Gobierno.”
En enero de 1814 una de la
últimas actuaciones de Viana como Gobernador fue la fundación del pueblo de
Fraile Muerto sobre las márgenes del Río Segundo -luego denominado San Jerónimo
y por último, a partir de 1872, Bell Ville.
Viana ejerció la gobernación
de Córdoba del Tucumán hasta su designación como Secretario de Estado en el
Departamento de Guerra y Marina el 1º. de febrero de 1814.
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