CAMBIOS MUSEOGRÁFICOS EN LA CASA HISTÓRICA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL



      JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TUCUMÁN

   San Miguel de Tucumán, 21 de julio de 2015


La Dirección Nacional de Patrimonio y Museos últimamente realizó la renovación museográfica de las salas del principal monumento  histórico del país: el Museo Casa Histórica de la Independencia Nacional. Para concretar el nuevo guión no se consultó a ninguna institución tucumana dedicada a los estudios históricos, como es la Junta responsable de esta nota.

Cada museo tiene su temática y el de éste es el Tucumán de la época de la Independencia, el que brindó las condiciones sociales y políticas para que sesionara el Congreso que declaró a nuestra patria nación soberana desafiando una difícil situación de grandes peligros externos e internos: La amenaza de una expedición lanzada desde España para acallar movimientos independistas y la división entre las entonces llamadas Provincias Unidas del Río de la Plata. ¿Cumple la renovación museográfica ese principal requisito? Veamos:

En la antes llamada Sala Virreinal, o del Antiguo Régimen, se ha creado un sector dedicado a los pueblos originarios más apropiada para un museo de Antropología. En ella se ha ubicado al Coronel Bernabé Aráoz, un personaje arquetípico y paradigmático del Tucumán de las dos primeras décadas del siglo XIX, decisivo para la concreción de las grandes gestas tucumanas de ese tiempo: la Batalla de 1812 y la Declaración de la Independencia en 1816, cuando era Gobernador de la Provincia. También participó en la Batalla de Salta. Su retrato se exhibe sin dato biográfico alguno, entre un enorme cartel sobre Tupac Amaru y otro del Imperio Español.

Por la renovación museográfica se ha creado uno que podemos definir como “museo para leer” en vez de “museo para contemplar” pues los megaploteos ocupan la mayor parte de las salas en detrimento de lo que fue el estilo de la exhibición tradicional: objetos relacionados con personajes y con el momento histórico y social del Congreso. Es un hecho lamentable puesto que al patrimonio de la Casa Histórica -integrado mayormente por donaciones realizadas por tucumanos- es extraordinario. Está compuesto por más de 700 piezas representativas de aquella época heroica, entre ellas una espléndida colección de objetos de plata labrada y trabajada a martillo, pinturas cuzqueñas, mobiliario de madera tallada y cuero repujado, producción típica de la carpintería tucumana que abasteció el territorio nacional. 

No están exhibidos retratos como el de doña Agüeda Tejerina de Posse, pintura de Amadeo Gras, ejemplo sobresaliente de civismo, que difundió una conmovedora proclama dirigida a las mujeres tucumanas pidiendo contribuciones para armar una milicia que ayudara a la defensa de Buenos Aires atacada por las invasiones inglesas. Tampoco el célebre general Gregorio Aráoz de Lamadrid, guerrero en las batallas de Tucumán y Salta, patriota de una valentía extraordinaria esta su retrato. Otros ejemplos podrían darse de piezas patrimoniales guardadas en depósito en vez de ser mostradas a la población para su goce e instrucción.

Este Museo es de la  Casa donde se declaró la Independencia, pero también fue una casa de familia típica de aquel entonces; por lo tanto, debe mostrar al visitante como era la vida en esos tiempos, quienes la habitaron, quienes fueron sus propietarios exhibiendo sus retratos y/o piezas museales que les representen. Entre los propietarios se debe recordar al doctor Nicolás Laguna precursor de la independencia, diputado por Tucumán a la Asamblea del Año XIII, dos veces gobernador de la Provincia.

Igualmente, el patrimonio de la Casa cuenta en su acervo con objetos que permiten apreciar los cambios que provocaron las guerras de la independencia en las que Tucumán desempeñó papel protagónico: espuelas de plata con sus cadenas, de hierro con ataujía y nazarenas; bala de cañón; bayoneta, fusil marca T.W Seer, capturado a los ingleses. Todos ellos son piezas auténticas,  sin embargo hoy tienen prioridad las réplicas.

También debe mostrar el Museo los tiempos que siguieron a la Declaración de la Independencia, las guerras civiles, la promulgación de la Constitución, la Organización Nacional. En grandes carteles se mencionan los hechos, pero no se exhiben objetos auténticos sobre los mismos a pesar de que los hay. Por ejemplo: los impertinentes de Juan Bautista Alberdi, -redactor de las Bases de nuestra Constitución- su traje de niño, el ejemplar de su obra que le perteneció. El espléndido bastón de marfil y oro que fue del General Justo José de Urquiza acompañado de la nota en la que dice que con el “juró como primer Presidente Constitucional respetar y hacer respetar la hermosa carta de la República”.

El Congreso que declaró la Independencia el 9 de julio de 1816 también debió dar una Constitución a la nación naciente, pero eso ocurrió en 1853. Y  aún debió pasar un tiempo más hasta la Organización Nacional con la capitalización de Buenos Aires y otras medidas que moldearon la Argentina moderna,  tarea en que dos tucumanos desempeñaron trascendental papel: Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca. De estas etapas históricas el museo cuenta con ilustrativo patrimonio, pero no está exhibido.

Los museos deben exhibir su acervo, es lo que corresponde hacer en estas instituciones pues es lo que conmueve al visitante, lo que lleva a la interpretación y al estudio del hecho histórico. Con los cambios realizados, los megacarteles, los pocos retratos y objetos  que se exhiben, no bastan para cumplir este propósito.

El despojo al Salón de la Jura de la Independencia es una afrenta a los hombres que la declararon. Los retratos de los congresales han sido colocados en la parte posterior de ámbito, en doble fila y algunos sobre las puertas. Originalmente, desde la inauguración del templete que  protegía el salón, construido en 1902, estuvieron colocados a lo largo de sus muros como reviviendo la presencia de los diputados que se reunieron en él a partir del 24 de marzo del año 1816, para trabajar día a día ubicados en sillas  y mesas prestadas por el vecindario. Actualmente gran extensión de esos muros está vacía y, para limitar el acceso del público, se ha colocado un burdo caño pintado de blanco. Podemos decir que el salón ha sido desjerarquizado.

Pero lo que más asombra al visitante y hasta casi suena a sarcasmo, es la incorporación de un retrato del caudillo uruguayo José Gervasio de Artigas, hombre de tendencia localista y segregacionista. Intentó formar una federación compuesta por Uruguay, Santa Fe, Entra Ríos, Corrientes y Misiones en contraposición de la postura de quienes propugnaban la unidad nacional. No apoyó la realización del Congreso al extremo de que, en abierta manifestación a su rechazo, ni Uruguay ni las provincias dominadas por él enviaron diputados que las representaran. Afortunadamente en el Congreso primaron quienes sostenían la importancia de la unión nacional; como escriben los historiadores Carlos A. Floria y César García Belsunce fueron los hombres más representativos de sus respectivas provincias, valiendo este juicio tanto en su relación a su capacidad intelectual como a su prudencia política… recobraron la visión nacional para superar sus enfoques localistas y así hicieron posible un hecho tan magno como fue la Declaración de la Independencia el 9 de Julio de 1816, rodeados del apoyo del pueblo tucumano que, habiendo colmado las galerías y patios de la histórica Casa, desbordó hasta la calle en su incontenible entusiasmo.

Por todo esto, que es una síntesis de las arbitrariedades históricas, museológicas y museográficas que han ocasionado los cambios, es que la Junta de Estudios Históricos de Tucumán opina que debe reconsiderarse la medida que los dispuso y dar nuevamente al Museo de la Casa Histórica de la Independencia Nacional la jerarquía que le corresponde y mostrar el desempeño de Tucumán en la construcción de la nación.

Sara Peña de Bascary       
 Prof. Elena Perilli de Colombres 
Lic.. Teresa Piossek Prebisch

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