Nuevo Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano





Fue designado Eduardo Emanuel García Caffi  como Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, por Decreto 1918/2012, que lleva la firma de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner; del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina y el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.

PRESIDENCIA - 17 DE OCTUBRE

Antecedentes

Eduardo García Caffi
Invitado Especial Gran Jurado Premios Konex 1995: Música Popular

Nació el 28/05/1953. Músico, cantante, baterista, compositor y director de orquesta. De destacada trayectoria en la cultura nacional tanto en ámbitos académicos, como en la función pública y en los medios de comunicación. Estudió psicología en la UB.. Se formó musicalmente con Alberto Alcalá, Juan Carlos Cirigliano y Juan José García Caffi.
A principios del ’70 integró el grupo Industria Nacional.

Asesor y organizador de actividades musicales dentro de instituciones oficiales. Miembro del Consejo Consultivo de Cultura de la Cancillería. Secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires (1993-96). Director de la Orquesta Sinfónica Nacional (PK) (1990). Director del Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega (PK).
Asesor de la Cámara de Senadores de la Nación y de la Secretaria de Medios de la Nación. Secretario de Cultura de la Provincia de Buenos Aires (1999-2002).
Director de Radio Nacional (PK) (2007-09).
Fundador de Compromiso Solidario, asociación civil sin fines de lucro para la educación y la ayuda social (1990). 

La Presidente se equivoca sobre San Martín




Aseguró que fue masón


Hace pocos días, un grupo de alumnos de una escuela primaria de Córdoba visitó la Casa Rosada y, luego de recorrerla, fue recibido por la Sra. Presidente de la Nación.

Durante la charla, la Sra. Cristina de Kirchner, que estaba de muy buen humor, les preguntó a los niños si sabían lo que es la Masonería; luego de lo cual aportó una breve explicación en la que les enseñó que la Iglesia y los masones no se llevan muy bien.

El tema surgió porque les mostraron a los alumnos cordobeses unas pinturas que están siendo descubiertas en el Patio de las Palmeras, y que habrían sido tapadas con 7 cm de pintura (parece excesivo) durante el gobierno del Gral. Uriburu (1930-1932), por contener, posiblemente, signos masónicos que no agradaron al  ultra católico gobierno de aquel Presidente, Cristina dixit.

Durante su improvisada clase, la Primer Mandatario dijo a los chicos que San Martín era masón. Lo habría sido, si se hubiera sido masón por sólo pertenecer a la Logia Lautaro.

Aunque hay autores católicos como Carlos Steffens Soler (San Martín en su conflicto con los liberales), que afirman que nuestro héroe máximo hizo juramento formal en las logias inglesas, uno de sus biógrafos más importantes, Ricardo Rojas, en El Santo de la Espada, dice "no hay ningún documento para probar que San Martín haya sido masón".

Cabe agregar el testimonio de dos ex-presidentes de la República, que desempeñaron, además, el cargo de Gran Maestre de la Masonería Argentina. Bartolomé Mitre escribió: "La Logia Lautaro no formaba parte de la masonería y su objetivo era sólo político". Lo mismo opinaba Domingo F. Sarmiento.

Como no estamos en condiciones de tomar partido en esta discusión histórica, les dejamos un trabajo referido al tema que puede verse AQUÍ:



 (Publicado por Página Católica)  

Segundo centenario de la batalla de Tucumán



Belgrano y la Batalla de Tucumán

La batalla de Tucumán tiene un significado especial en la causa de la Revolución, dado que frenó la avanzada realista, y es el primer acto del triunfo argentino del norte, del cual el segundo es la batalla de Salta. Más allá de la trascendencia que tuvo la batalla librada en Tucumán el 24 de septiembre de 1812, desde el punto de vista político, también es significativa desde el aspecto militar.

El 24 de septiembre de 1812 Belgrano venció en la batalla de Tucumán, librada en el campo de las Carreras. Con su victoria detuvo el avance de las tropas del virrey del Perú que pretendían sofocar la Revolución de 1810.
  Las batallas de Tucumán y Salta, son las únicas de carácter campal dadas contra los españoles en el territorio argentino. Y esto les da a esos triunfos un significado singular. 1.

Nos referiremos a la batalla de Tucumán. Resulta de sumo interés, el testimonio que aporta el general José María Paz en sus Memorias, acerca de la retirada de Belgrano del norte, después de hacerse cargo de los restos del ejército patrio derrotado en el Desaguadero. Belgrano se retiraba desde Jujuy, en dirección a Tucumán, hacia fines de agosto de 1812. El ejército contaba con sólo 1.500 hombres, casi desorganizado y desprovisto de todo. Por detrás venía en su persecución, el general Tristán, destacado por Goyeneche con un ejército español de más de 3000 hombres.

A pesar que las avanzadas del ejército realista venían picando peligrosamente la retaguardia del ejército patriota, Belgrano se mantuvo sereno y valiente. Con su actitud logró que sus soldados no cayeran en el pánico. En esas circunstancias adversas, era cuando Belgrano mostraba su verdadera estatura moral. Según Paz: “jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada adversión a los que opinaban tristemente sobre ella”. 2

El valor de Belgrano se reflejaba en su actitud: “era siempre en el sentido de avanzar sobre el enemigo, de perseguirlo; o si era éste el que avanzaba, de hacer alto y rechazarlo”. 3 El triunfo premió a los tropas patriotas en la acción de Las Piedras, el de septiembre de 1812, contra las avanzadas realistas del coronel Huici.

Es importante señalar que Belgrano desobedeció la orden del Triunvirato que le ordenaba trasplantar a Córdoba la fábrica de fusiles que funcionaba en Tucumán, y desmantelar, desguarnecer y abandonar enteramente Tucumán, para establecerse en Córdoba, frente a la avanzada realista. La desobediencia de Belgrano selló la suerte de nuestras provincias del Norte, dado que obedecer las órdenes del Triunvirato, que sólo atinaba a salvar la Capital y su gobierno, hubieran significado la pérdida del norte argentino. Belgrano se debió enfrentar a los enemigos realistas y a las órdenes del gobierno, que actuaba de una manera egoísta. Con su actitud, Belgrano salvó la causa de la Revolución. Y éste es el enorme mérito de esta batalla.

Belgrano simuló tomar un camino que se dirigía a Santiago del Estero, sin tocar en Tucumán. Así, el prócer se propuso engañar a Tristán que creyó que Belgrano abandonaba Tucumán, con lo cual, descuidó las más elementales precauciones de orden militar, dando lugar a la captura en Trancas, de Huici. Belgrano se detuvo con sus tropas en La Encrucijada, lugar cercano a la ciudad de Tucumán, y despachó para Tucumán a Juan Ramón Balcarce, “dándole las más amplias facultades para promover la reunión de gente y armas y estimular al vecindario a la defensa”. 4

El vecindario tucumano respondió con entusiasmo al pedido de Balcarce, y el Cabildo envió una diputación a Belgrano, para persuadirlo a quedarse en Tucumán, y con todo el apoyo de este pueblo, organizar la defensa y presentar combate al invasor. Belgrano consiguió que se le otorgara dinero y gente en cantidad apreciable, por lo cual se dirigió a la ciudad de Tucumán, decidido a enfrentarse con el enemigo. Belgrano contó con doce días para organizar sus tropas. Su plan consistía, como dice Mitre en “esperar al enemigo fuera de la ciudad, apoyando su espalda en ella”, y después, “en caso de contraste, encerrarse en la plaza”. Para lo cual, cuenta Paz que en ella “se fosearon las bocacalles y se colocó la artillería” que no iba a llevarse a la acción. 5.
Los vecinos principales se ocuparon en alistar gente de la campaña para engrosar el ejército, también reunieron caballadas y proporcionaron reses para el mantenimiento de los defensores.

Llegaron contingentes reducidos de Catamarca y Santiago. Así se formaron los cuerpos de caballería de las provincias del Norte, llamados Decididos. Muchos de estos soldados tuvieron que improvisar hasta sus lanzas con cuchillos enastados en palos y tacuaras.
El ejército invasor tuvo que soportar el vacío y el silencio que hallaron a lo largo del camino. Eran hostilizados por las partidas criollas y el 23 de septiembre, el general Tristán, tuvo la máxima sorpresa, al avistar la ciudad de Tucumán y advertir la presencia de Belgrano y su ejército en ella.

El 24 de septiembre se encontraron el ejército realista y el patriota en la batalla de Tucumán, y a pesar de que el ejército realista contaba con 4000 hombres y el patriota con sólo 2000, la suerte sería favorable para los patriotas. Según palabras de Paz, “es el de Tucumán uno de los combates más difíciles de describirse, no obstante el corto número de los combatientes”. Continúa: “Que la izquierda y centro enemigos fueron arrollados; nuestra izquierda fue rechazada y perdió terreno en el desorden, en términos que el comandante Superí estaba prisionero por una partida enemiga, que luego tuvo que ceder a otra nuestra que la batió y lo represó. El enemigo, por consecuencia del diverso resultado del combate en sus dos alas, se vio fraccionado, a lo que se siguió una gran confusión”. 6

Desde el punto de vista estrictamente militar, la batalla se reduce a lo que refiere Paz. Porque lo que sigue, que acaba en victoria, se debió a distintos factores: religiosos, populares, psicológicos, naturales, etc.

A mitad de la batalla, ocurrió algo sobrenatural que contribuyó a desbandar las tropas realistas y a llenarlos de pánico. Fue un vasto huracán que llegó furioso del sur. Según el relato de Marcelino de la Rosa, a quien se lo contaron protagonistas de esta batalla: “El ruido horrísono que hacía el viento en los bosques de la sierra y en los montes y árboles inmediatos, la densa nube de polvo y una manga de langostas, que arrastraba, cubriendo el cielo y oscureciendo el día, daban a la escena un aspecto terrífico”. 7

Otro factor muy importante, además del viento y de las langostas, fue la acción de la caballería gaucha, tucumana en su mayor parte, del ala derecha. Esta llevó su carga sobre el enemigo, de un modo formidable. La caballería enemiga de Tarija, al verlos llegar, se asustó y huyó. Ni la infantería española pudo contenerlos : pasaron por encima y, cuando se dio cuenta, los encontró a su retaguardia. La caballería gaucha al llegar a los bagajes y las mulas enemigas, cargadas de oro y de plata, se dispersaron y se dedicaron a despojar de todo esto a nuestros enemigos. A pesar de las críticas de Paz, quizás esta actitud contribuyó a acobardar al ejército enemigo y a hacerlo retirar, dándose por vencido.

Después del encuentro de los dos ejércitos, reinó la confusión. La infantería patriota quedó dueña del campo de batalla, pero, viéndose sola, se replegó sobre la ciudad., y entró en ella para acantonarse y preparar su defensa. bajo el mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez, mientras Tristán con el resto de su ejército llegó hasta la goteras de Tucumán, donde se estacionó como sitiándola. Belgrano, acompañado del coronel Moldes y algunos soldados, fue hasta el Rincón, sin saber los resultados de la acción. Paz va a ser quien se encuentre con Belgrano y le informe que en la ciudad se encontraba fuerte toda su infantería, con lo que Belgrano, conociendo el triunfo de la caballería tucumana, supo de su triunfo.

Tristán tuvo una actitud indecisa. Pero en la tarde del 25, se convenció de que no tomaría la ciudad, y vio que era amenazado de afuera por columnas patriotas que en torno a Belgrano se irían engrosando, por lo que se dio por vencido y esa misma noche emprendió la retirada en dirección a Salta.

Según el historiador Vicente Fidel López esta batalla fue “la más criolla de todas cuantas batallas se han dado en el territorio argentino”. Y eso es para él, “lo que la hace digna de ser estudiada con esmero por los oficiales aplicados a penetrar en las combinaciones con que cada país puede y debe contribuir de lo propio a la resolución de los problemas de la guerra”. 8

Sobre su trascendencia, dijo Mitre: “Lo que hace más gloriosa esta batalla fue no tanto el heroísmo de las tropas y la resolución de su general, cuanto la inmensa influencia que tuvo en los destinos de la revolución americana. En Tucumán salvóse no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la independencia americana. Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del gobierno, se retira (o si no se gana la batalla), las provincias del Norte se pierden para siempre, como se perdió el Alto Perú para la República Argentina’’. 9

Fuente: Instituto Nacional Belgraniano


1-Véase : MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, la batalla del pueblo. En: Manuel Belgrano, los ideales de la Patria. Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 1995, p.59.
2-MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p.59.
3- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 59.
4- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 61.
5- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op.cit., p. 62.
6- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit.,p. 63.
7- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 63.
8-MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 65.
9-MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 65.

Discurso





 Del Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano 
Grl Br (VGM) Diego Alejandro Soria
en el Acto de Homenaje al Padre de la Patria
el 17 de Agosto de 2012

En este 17 de agosto, en todos los rincones de nuestra patria los argentinos nos congregamos nuevamente para rendir homenaje al compatriota más grande de la historia, en el día dedicado por la Nación a recordar su figura en el aniversario de su entrada en la inmortalidad.

Este año tenemos un motivo especial para honrar al Padre de la Patria, porque se cumplió el bicentenario de su regreso a su tierra natal, hecho trascendental para el desarrollo del proceso de la emancipación nacional y sudamericana.

San Martín, militar de carrera por vocación, se incorporó siendo un niño al ejército de la Madre Patria, en cuyas filas luchó por sus derechos y su libertad. Pero cuando ya con la jerarquía de teniente coronel se enteró de la Revolución de Mayo, dejó todo para ponerse al servicio de la causa de la independencia. Es conveniente tener siempre presentes las palabras con las que explicó su decisión: “Supe la revolución en mi país y al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía no tener más que sacrificar al deseo de contribuir a su libertad”.

Fue San Martín el gran propulsor de la declaración de la independencia y con su plan estratégico continental, que cristalizó en la campaña de los Andes, llevó los principios de la Revolución de Mayo a los países hermanos, a los que emancipó en su gesta libertadora.

El general San Martín es un arquetipo del soldado. Fue un militar competente, formado en el ejército español, en el que se hacía un culto del valor, del honor, del cumplimiento del deber y de la caballerosidad, y en el que adquirió una vasta experiencia en combate.

San Martín llegó a Buenos Aires en marzo de 1812 y ofreció sus servicios al gobierno, que le encomendó la creación de un escuadrón de caballería. El gran biógrafo del héroe, el general Bartolomé Mitre escribió: “El primer escuadrón de Granaderos a Caballo fue la escuela rudimentaria en que se educó una generación de héroes. En este molde se vació un nuevo tipo de soldado animado de un nuevo espíritu…, empezando por un regimiento para crear el tipo de un ejército y el nervio de una situación. Bajo una disciplina austera que no anonadaba la energía individual, y más bien la retemplaba, formó San Martín soldado por soldado, oficial por oficial, apasionándolos por el deber y les inculcó ese fanatismo frío del coraje que se considera invencible, y es el secreto de vencer”.

Las páginas más brillantes de la carrera de San Martín son las de la organización y ejecución de la campaña de los Andes. Movilizó todos los recursos humanos y materiales de Cuyo para formar el Ejército de los Andes y lo hizo sin desatender el gobierno. Esa fuerza debía afrontar un desafío inmenso: cruzar la cordillera y vencer a los realistas en Chile. San Martín formó y dirigió personalmente la instrucción de su ejército y adoptó todas las previsiones para realizar una campaña ejemplar. Le prestó particular atención a dos campos de la conducción completamente descuidados en la época: los que hoy llamamos logística e inteligencia.

Solo su sólida formación militar y su capacidad como conductor le permitieron a San Martín desarrollar con éxito la campaña de los Andes, cruzando la cordillera en tres semanas a un costo muy pequeño, y derrotar al enemigo en la batalla de Chacabuco, dando de ese modo la independencia a Chile.

La organización y conducción de la expedición libertadora al Perú confirman sus condiciones.

Algo en lo que sobresalió netamente el Libertador fue en su liderazgo, basado en su ejemplo personal por su vida austera, su valor en combate demostrado suficientemente en San Lorenzo y Chacabuco, su rectitud, justicia y magnanimidad porque era severo en el mando, pero sabía perdonar, y por la preocupación por el personal a sus órdenes, desde velar por sus condiciones de vida y escuchar al simple soldado que quisiera hablar con él, hasta evitar en lo posible el combate; para él sus hombres no fueron nunca carne de cañón.

Pero aunque San Martín fue fundamentalmente militar, las circunstancias lo llevaron a ejercer el gobierno en Cuyo y después en Perú, y allí se mostró como un gran estadista.

Un aspecto al que le prestó especial atención fue el de la educación. En diferentes ocasiones expresó: “La educación forma el espíritu de los hombres. La naturaleza, el genio….”. “… Esos tiernos retoños, dirigidos por una mano maestra, formarán algún día una Nación, culta, libre y gloriosa”… “Sin educación no hay sociedad. Y los hombres que carecen de ella pueden muy bien vivir reunidos, pero sin conocer la extensión de sus deberes y derechos que los ligan, en cuya reciprocidad consiste su bienestar”.

Entre las medidas dictadas durante su gobierno en el Perú podemos mencionar:

La libertad de los hijos de esclavos nacidos a partir del día de la independencia, con los mismos derechos que el resto de los ciudadanos.

La abolición del tributo que pagaban al gobierno del Rey y los servicios personales a que eran obligados los indígenas.

Aseguró la independencia del poder judicial y el correcto funcionamiento de los tribunales.

Estableció la libertad de imprenta expresando en el primer artículo del correspondiente decreto que todo individuo podía publicar libremente sus pensamientos sobre cualquier materia, sin estar sujeto a ninguna previa censura, aprobación o revisión.

También previó la pena de muerte para los funcionarios corruptos.

Y como nexo entre su desempeño como militar y estadista, encontramos su desobediencia cuando no cumple la orden del Director Supremo de empeñar su ejército contra los caudillos federales del litoral, para ser fiel a su promesa de no desenvainar su sable contra sus compatriotas por razones políticas, así como sus gestiones ante los mismos caudillos para terminar con los enfrentamientos intestinos.

Generoso y fraterno, abrazó la causa americana con el único objetivo de redimir pueblos y respetar sus decisiones al recuperar su soberanía. Y si para ello debió enfrentar a una monarquía española que había perdido el rumbo histórico, lo hizo sin que eso significara romper con la sangre que le venía de sus mayores ni con la tradición. Y al hacer la guerra, la empeñó limitándola en sus efectos destructores, realizándola con la sumisión de la espada a la inteligencia.

Este San Martín es el modelo, el ejemplo que los argentinos podemos ofrecer al mundo y no resulta difícil hacerlo porque para ello no es preciso ocultar nada ni justificar actitudes o situaciones poco edificantes.

Quiero terminar estas palabras repitiendo lo que expresara el gran educador José Manuel Estrada sobre el Padre de la Patria:

"Fue grande en las fatigas marciales y en el fragor de los combates; pero no lo admiréis sobre su pedestal guerrero de pendones debelados y rotos atambores. Es más grande en aquel día, cuyo igual no ha vuelto a brillar para la América, en que abdica ante los representantes del Perú el poder de que le invistieran el prestigio de su nombre y la gratitud de los pueblos. Es más grande cuando niega su espada a la guerra civil y su pecho a la ambición. Es más grande, cuando en la víspera de la última lid cede a Bolívar el último laurel. Es más grande, en fin, por sus inmolaciones patrióticas, por su elevación moral, por la virtud de vencerse a si mismo, y perderlo todo por la Patria, menos su gloria por ser nuestra”.

Grl. Br. VGM D. Alejandro Soria

SAN MARTÍN: NI MASÓN NI LIBERAL





Es común leer dos afirmaciones referidas al General José de San Martín: que integró la masonería, y que fue liberal. Con motivo de celebrarse, el 25 este mes, el 230º aniversario del nacimiento del prócer máximo de la Argentina, nos parece conveniente enfatizar, categóricamente, que San Martín no tuvo jamás ningún vínculo con la masonería, ni profesó la ideología liberal.

Como las autoridades masónicas efectuaron, en plena Catedral de Buenos Aires (“por primera vez en la historia”), un homenaje a quien denominan “el Más Ilustre Iniciado”, es oportuno recordar que la masonería argentina adoptó una actitud desdeñosa hacia San Martín, hasta 30 años después de su muerte. Cuando llegan a Buenos Aires los restos mortales del Libertador, la masonería no participa en los homenajes, pues no lo consideraba uno de los suyos. La primera ocasión en que se sostiene que el general era masón y no católico, fue el 22-6-1883, con motivo del debate por la enseñanza primaria, por boca del diputado Emilio Civit. A partir de entonces, comenzará la leyenda urdida por la masonería argentina, sosteniendo, también, que la Logia Lautaro era una sociedad masónica, contradiciendo a dos Grandes Maestres: Mitre y Sarmiento, que afirmaron lo contrario.

Consideramos que no se ha destacado suficientemente el aporte extraordinario que realizó Patricio Maguire para terminar, definitivamente, con las dudas sobre este tema[1]. Dicho investigador consultó directamente a las autoridades de las Grandes Logias de Inglaterra, Irlanda y Escocia. Recibió respuesta por escrito de las tres, que coincidieron en que la logia Lautaro nunca estuvo registrada en dichas instituciones, y que San Martín no figura en los archivos como miembro. Maguire recibió las comunicaciones respectivas en 1979 y 1980, publicándolas de inmediato.

Curiosamente, el Dr. Terragno también conoció esa información, en la misma época, por una nota del Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida de Inglaterra, que afirma poseer, agregando, “que si alguien no figura en esos registros es porque nunca fue miembro de la masonería inglesa”. Lamentablemente, dió a conocer ese valioso dato, 19 años después de haberlo obtenido.

Es preciso difundir estas pruebas documentales de que el Libertador no fue masón, pues no se trata de una cuestión baladí, dado que la religiosidad del prócer ha sido demostrada, y que es incompatible la pertenencia a la masonería con el catolicismo; de lo contrario, como alertaba Aragón hubiera sido “infiel al uno o a la otra”, quedando en duda su honorabilidad.

Ideología liberal

Como también se afirma a menudo que San Martín era liberal, es necesario esclarecer este otro infundio. Según parece, el vocablo liberalismo, fue usado por primera vez en lengua castellana hacia l8l0 y fue adoptado en España por los partidarios de la Constitución de Cádiz, adversos al absolutismo de Fernando VII, sin ninguna manifestación de oposición al cristianismo. Explica el P. Castellani: “Lo que había de bueno en el liberalismo de antaño, de l820 a l860, consistía en una especie de ímpetu juvenil contra un montón de cosas que tenían que morir; a saber, el absolutismo de los reyes, inventado por los reyes protestantes; el despotismo demasiado cerrado de los Gremios y Corporaciones medievales y una decadencia de la Religión, que originó en Inglaterra el deísmo y en Francia el filosofismo. Así que toda la juventud europea a principios del siglo pasado [XIX] se conmovía con ese grito de Libertad, y sabía lo que significaba esa palabra ambigua, que no lo era para ellos; lo que no sabían era lo que estaba detrás. Se sentían apretados, estrechos y cansados y al decir ¡Libertad! decían queremos salir de esto.” 

Esto, eran las miserias de la Corte borbónica, que Napoleón resumía así: la madre era adúltera, el padre consentido, el hijo traidor.

Incluso el vocablo liberal, según el diccionario de la Real Academia Española, define a quien obra con liberalidad, virtud moral que consiste en distribuir uno generosamente sus bienes sin esperar recompensa. En cambio, el mismo diccionario, define al liberalismo como “sistema político-religioso que proclama la absoluta independencia del Estado, en sus organizaciones y funciones, de todas las religiones positivas”. Estas acotaciones semánticas, sirven para distinguir entre aquella persona que, por distintos motivos, reivindica el nombre de liberal, simplemente, de quien adhiere explícitamente a la ideología liberal, con conocimiento pleno de su contenido.

Nada en la actuación pública de San Martín, ni en su vida privada, permite sostener que profesara la ideología liberal; por el contrario, se expresó negativamente sobre ella, en varias de sus cartas. La ideología liberal, tal como ha sido definida por sus autores principales - Locke, Montesquieu, Rousseau, Stuart Mill- es incompatible con el cristianismo. Así lo aclara el Papa Pablo VI, en la Octogesima adveniens:

“Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder....” (26).

Esta posición se mantiene invariable en la Iglesia, desde hace dos siglos.

El Papa León XIII (Enc. Libertas, l888) analizó tres grados posibles de liberalismo, y los consideró igualmente condenables. Explica el Prof. Caturelli:

“Tanto el liberalismo extremo (ateo), como el liberalismo moderado (deísta), como el liberalismo muy moderado (“cristiano”), admiten una zona (el orden temporal) de autosuficiencia del hombre: el primero porque niega la existencia de un orden trascendente al temporal: el segundo porque lo ignora y el tercero porque lo separa. En el orden práctico, viene a resultar lo mismo.”

Esta aclaración es necesaria, porque algunos autores sostienen que San Martín fue un católico liberal; así lo hace el Dr. Cuccorese, académico sanmartiniano, quien considera que no incurrió en contradicción, pues el liberalismo recién fue condenado por la Enc. Quanta Cura, en l864, l4 años después de la muerte del Libertador. Debemos discrepar, puesto que los Papas comenzaron a cuestionar las ideas liberales, incluso antes de la Revolución Francesa. Por ejemplo, en la Alocución de Pío VI, el 9 de marzo de l789, y en la Carta del mismo Papa, de l79l, a los obispos de la Asamblea Nacional. Pero con respecto al liberalismo católico, recordemos que esta actitud ya se advierte cuando Talleyrand, Obispo de Autun, celebra misa en el campo de Marte, con trescientos sacerdotes adornados con la escarapela tricolor. La primera expresión teórica respectiva, aparece cuarenta años después con Lamennais -sacerdote apóstata- y su periódico L Avenir, que defienden precisamente el liberalismo católico, siendo esta posición condenada por Gregorio XVI, en la Enc. Mirari vos, promulgada en l832, mientras San Martín vivía en París, y l8 años antes de su fallecimiento.

No está demás recordar, que el Papa Pío IX, aquel que conoció a San Martín, afirmó que “los llamados católicos liberales...son más peligrosos y funestos que los enemigos declarados...”. En conclusión, puede afirmarse, con seguridad, que San Martín no fue masón ni liberal.

Febrero 11 de 2008.-

Mario Meneghini

Fuentes:

-Aragón, Raúl Roque. “La Política de San Martín”; Córdoba, Universidad Nacional de Entre Rios, 1982, pág. 19.

-Bruno, P. Cayetano. “La religiosidad del General San Martín”; Buenos Aires, Ediciones Don Bosco, 1978, p32 págs.

-Castellani, Leonardo. “Esencia del liberalismo”; Buenos Aires, Huemul, 1971, pgs. 24/25.

-Caturelli, Alberto. “Examen critico del liberalismo como concepción del mundo”; Gladius, Nº 2, l985, pg. 38

-Cuccorese, Horacio Juan. “San Martín; catolicismo y masonería”; Buenos Aires, Instituto Nacional Sanmartiniano-Fundación Mater Dei; l993, pg. l45

-Episcopado Argentino. “Declaración”; 20-2-1959.

-Revista SIMBOLO net, publicación de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, Nº 69, diciembre de 2007, versión digital.

-Revista “Masonería y otras sociedades secretas”; Buenos Aires, Nº 2, noviembre de 1981, págs. 20/25; Nº 3, diciembre de 1981, págs. 15/20; Nº 5, febrero de 1982, págs. 30/35.

-Terragno, Rodolfo. “San Martín & Maitland”; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1999, pág. 181: Librarian and Curator, United Gran Lodge of England, comunicación personal, 14-11-1980.

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[1] La documentación respectiva puede leerse en “San Martín no fue masón”, en: http://forosanmartiniano.blogspot.com

Datos sobre Cabral




A raíz de un discurso presidencial en Angola, se han suscitado algunas dudas sobre la filiación del Sargento Cabral, ya que se afirmó que era hijo de una esclava negra, originaria de ése país africano. 
En el libro de Arturo de Carranza: "Juan Bautista Cabral", Buenos Aires, 2006;  se incluye la filiación de Cabral -que no fue sargento, sólo granadero. Sostiene este historiador correntino, hoy fallecido, que Juan Bautista nació en Saladas, pueblo de la provincia, en la finca de Don Luis Cabral y Tomasa Casajús, que era indio guaraní bautizado y que había recibido el apellido de su patrón.
Recuerda el autor que los indios no eran esclavos y que en la zona guaranítica  había muy pocos negros africanos. También desestima fuera hijo natural de un hermano de Don Luis. Agrega que otro historiador correntino, Mantilla, escribió  estos datos en 1905, sobre la base de los dichos de su tía Dolores, hija de Luis Cabral.

En otro  discurso presidencial, el 25 de mayo, se afirmó que los negros que vinieron como esclavos a la Argentina eran de origen angoleño, y que lucharon en primera fila contra el colonialismo español. Sin embargo, los historiadores brasileños señalan que los esclavos angoleños fueron a ese país, debido a que hablaban portugués, y que pocos llegaron al Río de la Plata (Informador Público, 27-5-12).

Consideramos que es necesario procurar la mayor precisión sobre los datos relativos al pasado argentino, para evitar confusiones y distorsiones a una historia ya demasiado bastardeada.

Conceptos de San Martín y Rosas sobre la subversión



Rodolfo Jorge Brieba

Parece extraño vincular al General José de San Martín con la temática de la “subversión” tan propia de los tiempos modernos. Pero no lo es tanto a pesar de los escasamente difundidos conceptos que oportunamente vertiera a través de su correspondencia. Es más, a dicho enemigo lo identifica como “terroristas, comunistas y socialistas”.


San Martín residía en Francia hacia los años en que se desarrollaron los levantamientos en la ciudad de París de 1848, por lo que fue testigo directo de tales hechos, máxime cuando él seguía los acontecimientos políticos europeos y americanos como hombre de Estado que nunca dejó de serlo.

En carta al Mariscal Ramón Castilla, presidente del Perú, denunciaba hacia el 11 de septiembre de 1848: “…las máximas de odio infiltradas por los demagogos a la clase trabajadora contra los que poseen…” agregando que “…El porvenir inspira una grande desconfianza…donde todos los habitantes…desean ardientemente el gobierno del sable militar a caer en poder de los partidos socialistas…”.

En otra carta dirigida a la máxima autoridad del país hermano con fecha 14 de noviembre de 1849 le escribía: “La situación, en general, de este viejo continente, sigue en el mismo estado de agitación que anuncié a Ud. en mi anterior…De todos modos, resta la gran cuestión del socialismo, cuestión vigente y que los hombres del desorden entretienen a las masas, tanto por los clubs como los millares de panfletos”.

Curiosa aún cuando no extraña la feliz coincidencia con los conceptos que el Brigadier Juan Manuel de Rosas vertiera en una carta del 25 de septiembre de 1871 a doña Josefa Gómez en la cual decía:

“Hablo de la Internacional comunista que se declaró atea, reunida en Londres, en Julio de 1869. Quiere la abolición de los cultos, la sustitución de la Fe por la ciencia y de la justicia divina por la justicia humana. La abolición del matrimonio. La Internacional, es una sociedad de guerra y de odios, que tiene por base el ateísmo y el comunismo. En cuanto a sus reglas de conducta son la negación de todos los principios sobre los que descansa la civilización”.



Fácil es de advertir como estos estadistas y militares argentinos supieron coincidir respecto del concepto y primacía del orden político frente a las agresiones “terroristas, comunistas y socialistas” y subversivos en general marcando una línea histórica que jamás podrá ser desmentida pese a los discursos y relatos en los círculos de pretendidos intelectuales (“circuleros” que le decían en el siglo XIX en tiempos de la Confederación Argentina) como a las operaciones de lavado de cerebro de los medios masivos de comunicación.

(nota: la correspondencia del Libertador puede consultarse en “El Gran Mariscal del Perú Ramón Castilla y sus vinculaciones con el General San Martín”, Buenos Aires escrito por Raúl Aguirre Molina en concordancia con “Biblioteca Ayacucho, “San Martín – Su correspondencia 1823-1850, Editorial América-Madrid, 1919)