SAN MARTÍN

 


HUMANIZARLO O DEGRADARLO


 

[Humanizar: hacer humano, familiar y afable a alguien. Degradar: privar a alguien de las dignidades, humillarlo, rebajarlo, envilecerlo.]

 

Durante mucho tiempo se presentó al Padre de la Patria como un ser etéreo, como el santo de la espada, sin debilidades ni pasiones. Pero, en los últimos años han proliferado presuntos historiadores y periodistas, que, con el pretexto de humanizar al héroe, se dedican a enlodar su imagen y calumniar su memoria.

Las dudas y leyendas deben esclarecerse para no distorsionar la imagen del Padre de la Patria, que, si bien como todo mortal, tuvo defectos y pasiones, no merece ser desprestigiado por afirmaciones sin fundamento alguno.


Para esta reflexión, deseamos comentar las audaces afirmaciones sobre cuestiones íntimas de la vida del general. El periodista Daniel Balmaceda en su libro “Amores turbulentos de la historia argentina” (1), dedica un capítulo a “José de San Martín y Remedios de Escalada”. Lo elegimos como referencia, pues ha servido en los últimos años como fuente para varios artículos y libros sobre este tema (2).


1) Comienza el autor preguntando: ¿Se amaban San Martín y Remedios? El mismo contesta: No existen pruebas documentales que permitan establecerlo (sic).


2) Continúa su relato, describiendo las presuntas aventuras amorosas:

2.1. Después de la derrota de Cancha Rayada, Pepe San Martín, abatido, recibió el consuelo de una aristócrata chilena. Aunque reconoce que, quienes conocían la relación, omitieron mencionar el nombre de la señora (sic).

**Lo que equivale a decir que no hay ningún indicio comprobable.


2.2. Cuando Mercedes viajó a Mendoza para acompañar a su marido, llevó a su criada Jesusa, una mulata que tuvo un hijo, que en aquel tiempo se decía que era hijo del general (sic).

** No se menciona ningún antecedente.


2.3. Mientras que los limeños apodaban a Manuela Sáenz “la Libertadora”, por su intimidad con el Libertador Bolívar, a Rosita Campusano la llamaron “la Protectora”, por su relación con el Protector del Perú, José de San Martín. Rosita y José convivieron en “La Magdalena”, una estancia que utilizaban los virreyes del Perú para descanso.


**Sobre este infundio, el Dr. Díaz Araujo (3) acota que el único antecedente es el libro “Tradiciones Peruanas”, de Ricardo Palma (4), escrito 65 años después de la estadía del general en el Perú, y donde no aporta ninguna evidencia comprobable de lo que afirma. Según el historiador peruano Cesar Macera (5), Rosa Campusano fue una de las veinte mujeres que recibieron la Orden del Sol, creada por San Martín, como distinción a quienes habían estado detenidas y torturadas, durante el Virreinato. En la fiesta que se celebró con ese motivo, San Martín bailó con todas, sin haber ninguna constancia de que haya mantenido una relación con la mujer mencionada.


2.4. Cuando San Martín y Bolívar se entrevistaron en Guayaquil, en julio de 1822, Rosita estaba en Lima, y, por lo tanto, no pudo actuar como anfitriona del argentino en su tierra. Ese lugar lo ocupó doña Carmen Mirón y Ayalón, quien fue la encargada de albergarlo. En abril de 1823, es decir, nueve meses después, nació Joaquín Miguel de San Martín y Mirón. Muchos años después el hijo de Carmen les contó a sus propios hijos acerca de su famoso padre y ellos lo divulgaron sin ponerse colorados.

** No se menciona ninguna evidencia.


2.5. Cuando regresó a Mendoza, José encontró una nueva media naranja en María Josefa Morales… viuda de Pascual Ruíz Huidobro. La casa de Pepa pasó a ser la residencia oficial del comandante José de San Martín.


** Sobre este tema, el Dr. Rodolfo Terragno publicó un libro, elaborado en torno a una carta del prócer, que compró a un anticuario “con la esperanza de encontrar en ella algo oculto” (6). Todo el libro parece direccionado a sugerir que Josefa fue amante de San Martín, pero ni la carta del Libertador, ni las cuatro cartas enviadas al general por dicha señora, contienen nada que haga sostenible esa hipótesis.


En la carta de San Martín, del 8-8-1820, le pide al destinatario (Don Pedro Moyano): “me cuide mucho a mi Señora Doña María Josefa Morales de los Ríos”; pero el mismo Terragno cita una carta de Liniers (p. 61), elogiando a “mi Señora María Josefa Morales de los Ríos”, lo que muestra que era una expresión habitual en la época.


El autor que hemos utilizado como guía para este recorrido, indica al final del libro la bibliografía de cada capítulo. De nada sirve que se detalle una extensa bibliografía, pues al omitirse citas al pie de página, y agrupar las fuentes, no puede determinarse que fundamento posee cada frase. Nos parece, entonces, que el libro comentado no es una obra histórica, pues carece de la precisión que “debe extenderse a los más mínimos pormenores”, como enseñaba don Marcelino Menéndez y Pelayo.


Al concluir, debemos compartir lo expresado por el mismo San Martín, en carta a Tomás Guido (6-4-1829):


“Confesemos que es necesario tener toda la filosofía de un Séneca, o la imprudencia de un malvado, para ser indiferentes a la calumnia”.

 

Referencias:

1) Balmaceda, Daniel. “Romances turbulentos de la historia argentina”; Grupo Editorial Norma, 2007, pp. 65 a 71.

2) Hanglin, Ricardo. “Las amantes de San Martín”; La Nación, 31-7-2012. López Mato, Omar. “San Martín: amantes, hijos y nietos de un libertador pasional”; La Nación, 17-8-2022. Revista Billiken, 13-8-2021. Arce, Ismael. “José de San Martín. El hombre más allá del mito”; Córdoba, El Emporio Ediciones, 2022, 139 a 142, 586 y 587.

3) Díaz Araujo, Enrique. “Don José y los chatarreros”; Mendoza, Ediciones Dike – Foro de Cuyo, 2001.

4) Palma, Ricardo. “Tradiciones peruanas”; Madrid, 1930.

5) Macera, César Francisco. “San Martín gobernante del Perú. Historia de San Martín en el Perú”; Buenos Aires, Héctor Matera, 1950.

6) Terragno, Rodolfo. “Josefa. Biografía de María Josefa Morales de los Ríos. La amiga secreta de San Martín”; Buenos Aires, Sudamericana, 2015.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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