Bustos, fin del olvido


Carlos Pachá (Fundación Historia y Patria)

Una bella estatua ecuestre emplazada en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba rescata a Juan Bautista Bustos del olvido de los historiadores oficiales, que lo discriminaron por ser un caudillo popular.

El próximo sábado se cumplen 180 años de su fallecimiento. Es un buen momento para repasar su lucha por un país más federal e igualitario.

Llegó a Buenos Aires como capitán de milicias del contingente de Arribeños, con el que contribuyó Córdoba para rechazar la Primera Invasión Inglesa en 1806. En 1809, fue ascendido a teniente coronel por su actuación en un enfrentamiento producido el 5 de julio de 1807, en el cual Bustos, al mando de 30 hombres, enfrentó a una columna inglesa de 240 efectivos, a la que logró rendir. En 1811, el general Manuel Belgrano lo ascendió a coronel y lo incorporó al Regimiento 1º de Patricios. En 1815, partió de Buenos Aires al mando de mil hombres para integrarse al Ejército del Norte. José Rondeau fue reemplazado por Belgrano, quien logró restablecer la disciplina en Tucumán, donde contó con el apoyo de Bustos.

Cultivó la amistad y el afecto de José de San Martín y de Martín Miguel de Güemes, a los que apoyó con hombres, armas, caballada y dinero.

Bustos pacificó Santiago del Estero de la sublevación comandada por el teniente coronel Juan Francisco Borges. En 1817, volvió a Córdoba con 300 hombres para frenar la avanzada santafesina, acción que concluyó exitosamente derrotando a Estanislao López en Fraile Muerto, el 8 de noviembre.

En enero de 1820, el Ejército del Norte fue enviado hacia Buenos Aires a pedido del director José Rondeau, para impedir el avance de los caudillos litoraleños. Pero el 7 de enero, en la Posta de Arequito, Bustos, José María Paz y Alejandro Heredia se sublevaron contra su jefe, Francisco Fernández de la Cruz, y dividen al Ejército. Bustos marchó hacia Córdoba, donde el 21 de marzo de 1820 fue elegido gobernador. Se reconcilió con Estanislao López y culminó el enfrentamiento con los santafesinos, alineándose ambos con Buenos Aires.

Una tarea inmensa. Fue gobernador por nueve años. Organizó la política, la Justicia y el entonces servicio de fronteras, se ocupó del progreso de la educación al renovar los planes de estudios universitarios y de instrucción pública. Creó la Junta Protectora de Escuelas, desarrolló la imprenta y la libertad de prensa. El 20 de febrero de 1821 promulgó la primera Constitución de Córdoba. Impulsó la libertad de comercio interior, pero protegiendo las industrias nacionales. Creó la administración de correos, fijó impuestos y tasas aduaneras, construyó obras de defensa y desagües sobre el río Primero, además de levantar un puente sobre La Cañada.

Bustos fue defensor del federalismo y de la religión católica. Al reestablecerse las relaciones con Buenos Aires mediante el Pacto de Benegas, Bustos ofreció llamar a un Congreso General Constituyente en Córdoba. El plan naufragó por Bernardino Rivadavia, quien convocó a firmar en Buenos Aires el Tratado del Cuadrilátero y la Constitución unitaria de 1826, que fue rechazada por el interior.

Batallas contra Paz. El 22 de abril de 1829, José María Paz batió a Bustos en la batalla de San Roque, derrocó al gobierno y se entronizó de facto. Facundo Quiroga acudió a apoyarlo, pero ambos fueron derrotados por “el Manco” Paz, en las batallas de La Tablada y Oncativo.

Luego de las derrotas y malherido, trató de alejarse camino a Santa Fe. Lo sorprendió la noche, fue avistado y perseguido por una patrulla enemiga que le intimó a rendirse; intentó resistirse, pero su brazo herido no pudo blandir la espada. Era una zona en que la barranca se alzaba y cortaba casi verticalmente. Este valeroso criollo no se entregó, volvió grupas, cubriéndoles los ojos a su caballo con un poncho, clavó espuelas, lanzó el animal a la carrera y saltó desde el abrupto barranco hasta el lecho del río.

Sufrió graves heridas ante el impacto de su pecho contra el equino. Pese a ello, ganó la orilla y se refugió en una quinta de la costa, donde lo auxiliaron.

Luego, marchó a pie hacia su destino final, Santa Fe, donde arribó el 10 de julio. Fue recibido por López, con el rango que Bustos merecía, y dio asilo a él y a toda su familia, que llegó después desterrada por Paz, quien los persiguió y confiscó todos sus bienes.

El 18 de septiembre de 1830 murió a los 51 años, como consecuencia de las heridas recibidas. Sus restos fueron inhumados en predios del convento de Santo Domingo.

El 21 de mayo pasado, por decisión del Gobierno provincial, se cumplió la deuda al erigirle a Bustos un monumento en su homenaje.

La Voz del Interior, 11-9-10

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy admiradora de este caudillo cordobés, por su garra y convicción, por defender sus principios hasta la muerte. Siempre me ha fascinado imaginar al líder tapando los ojos a su caballo y lanzándose al vacío, eligiendo la muerte antes que entregarse y doblar la rodilla ante quienes combatían sus ideales. Me alegra mucho que se le rindan honores y se le reconozca.